"DIOS Y LA MÚSICA LLEGARON JUNTOS"



Entrevista. Gregory Hopkins - En su iglesia, el director de The Harlem Jubilee Singers cuenta su relación con el gospel antes de volver con su coro a Buenos Aires.


CONVENT AVENUE BAPTIST CHURCH PARTE DEL CORO DE ESTA IGLESIA CANTARÁ EN EL GRAN REX.

SIN RIESGOS A PROFESIONALIZARSE: LA CONVICCIÓN DE HOPKINS.


Por Eduardo Slusarczuk Eslusarczuk@clarin.com
Nueva York - Enviado Especial

Domingo, dos de la tarde. La esquina de la 145 Street y Convent Avenue, en la parte occidental del centro de Harlem, está casi desierta. En la escalinata del santuario de la Covent Avenue Baptist Church (Iglesia Bautista), apenas queda un teclado en pie, con el que, minutos antes, Gregory Hopkins guió a varios integrantes del Inspiration Ensamble, uno de los siete coros que ensayan en la iglesia, en una improvisada sesión de gospels al aire libre.
Sin embargo, casi cuatro horas después de haber arrancado la jornada conduciendo la parte musical del servicio religioso de las 11, Hopkins, encargado de supervisar todas las actividades corales de la casa, no se da tregua.
Junta cables, chequea que todo esté listo para el servicio vespertino, ojea datos de la audición de cantantes de ópera que organizó el día anterior, resuelve algún problema con el pasaporte de uno de los cantantes que mañana y pasado serán parte de la presentación de The Harlem Jubilee Singers, y saluda a un par de músicos recién llegados de Nueva Orleans.
Recién entonces, sin cambio de vestuario de por medio, se sienta ante el piano de cola que precede el altar, antes de aclarar que, a pesar de viajar casi todos los años a la Argentina, desde hace casi una década, por ahora no planea hablar en castellano. Aunque, dice, entiende bastante, a partir del aumento de la población hispanoparlante en la zona. “Mi peluquero, y la gente que trabaja con él, no hablan inglés”, ejemplifica.
Y enseguida, describe con mayor precisión: ”Hacia el Este, están los puertorriqueños, al Noroeste, los dominicanos, y en el Bronx, los mexicanos”.
Hopkins recorre desde hace más de 22 años el barrio, al que llegó como ministro de música de la iglesia. “Cuando vivía en Georgia, sabía que me mudaría a Nueva York. Pero no quería ser el típico músico callejero que pasa hambre, sino venir con un trabajo que me permitiera crecer”, explica el hombre, que acredita un paso previo por el mundo de la ópera.
¿Qué llegó primero a su vida, Dios o la música? Llegaron juntos. En mi casa, la música estaba a la orden del día, al mismo tiempo que mis padres estaban invilucrados en la iglesia, de modo que no había opción.
¿Cómo decidió pasar al canto lírico, algo no tan habitual en su ámbito? En la iglesia han nacido cantantes como Marian Anderson y Leontine Price, que hicieron una carrera en la ópera. Y lo mismo me sucedió a mí. Además,cuando yo era pequeño, había una fuerte influencia de la música occidental europea en nuestras iglesias. El fenómeno del gospel es más bien algo reciente. En sus comienzos, cuando Tommy Dorsey combinó las letras religiosas con el blues, fue resistido, por querer llevar el bar a la iglesia.
¿Qué le aportó su formación lírica para dirigir coros de gospels? Cuando cantás en la iglesia, hacés a esa música parte de vos. Y yo entendí que era necesario hacer lo mismo en un concierto. Entonces, cuando yo comencé a incorporar algunos elementos de la técnica, eso no hizo más que bendecir y enriquecer mi música religiosa.
Ahora bien, quien paga una entrada para ver a los Jubilee Singers, ¿lo hace para ver un show, un servicio religioso, un concierto? Hay un poco de todo. Esta mañana asististe a un servicio religioso, un concierto y un show. Siempre hay algo de los tres elementos. Pero, en nuestro caso, el público participa. Nosotros necesitamos contactar con el público, saber que estamos transmitiendo nuestro mensaje, más allá del idioma.
¿A qué le atribuye el éxito que tienen en la Argentina donde el idioma es, justamente, una dificultad? No lo sé. Nuestra música y nuestro mensaje contagian. Y cuando se combinan, se hacen irresistibles. Hay algo espiritual con lo que la gente se identifica.
¿No hay contradicción entre espiritualidad y profesionalización? No lo veo así. Cuando hay un ministro que predica el gospel y sirve a la iglesia con convicción, no hay riesgo de que lo profesional deje en segundo plano a lo espiritual.
¿Cuál será el repertorio en esta nueva visita? Hay algunos standards obligados, pero además haremos cosas que ponen de manifiesto la conexión que existe entre el gospel y sus raíces, partiendo de los spirituals, que tuvieron su origen a finales del siglo XIX.

Fuente: Clarín

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