PATRIMONIO /
RECUPERAN UN EDIFICIO HISTÓRICO/
RENOVADO ESPLENDOR LUCE LA
IGLESIA REDONDA, DE BELGRANO



En febrero terminarán las obras más importantes en la Inmaculada Concepción

La Iglesia de la Inmaculada Concepción, La Redonda, hoy en día.

Julieta Molina LA NACION

Es más que una iglesia: es la vecina más vieja, es el alma del barrio. Y todos en Belgrano la conocen como La Redonda. La Iglesia Inmaculada Concepción -ése es su verdadero nombre- luce rejuvenecida. Y estrenará, en poco tiempo más, parte de su estructura interna. Se estima que en pocas semanas finalizarán las obras de restauración del sector de mayor altura del templo, 42 metros. La cúpula y su linterna ofrecerán así un renovado esplendor.
La iglesia se fundó en 1878 y desde ese momento realiza numerosas actividades comunitarias. Es, además, la única iglesia con una estructura de base redonda que posee la ciudad. Belgrano se conformó en torno de ella y eso le infiere una mística especial: "Todo el barrio es muy familiar y muy colaborador con la iglesia. El público ha realizado muchas donaciones, la quiere", sintetizó en diálogo con La Nacion la restauradora del templo, Teresa Gowland.
El paso del tiempo ha dejado su huella en las azoteas y paredes de La Redonda, que desde hace décadas padece filtraciones y el deterioro que genera la permanente humedad. Hace diez años comenzó un gran trabajo de restauración que tuvo como fin culminar definitivamente con todos los problemas estructurales.
Su cura párroco, el padre Rafael Morán Díaz, explicó a La Nacion que la obra era de tal envergadura que debieron hacerla en sucesivas etapas, supeditando las refacciones a los fondos conseguidos. "En ese momento, y como no había fondos, sólo se retiraron los revoques que se iban cayendo. Las prioridades fueron la seguridad de las personas, la refacción estructural y, por último, el aspecto decorativo", resumió el párroco, que trabaja allí desde hace doce años.
Es una historia repetida. La escasez de fondos acompaña a La Redonda desde su fundación, en el siglo XIX. En esa época, Belgrano era conocido como un pueblo y poseía una capilla desde comienzos de siglo, cuando los terratenientes de la zona la erigieron para uso de sus trabajadores de campo. Un decreto de 1855 delineó la estructura del pueblo y exigía la restauración de la capilla. Sin embargo, el crecimiento permanente de la población de la zona demandó la construcción de un nuevo templo.

La iglesia durante su construcción.

Así las cosas, y luego de planificada y presupuestada la obra, la piedra fundamental del nuevo edificio (hoy ubicado en Vuelta de Obligado y Juramento, frente a la plaza Belgrano) se colocó en 1865. La ceremonia se celebró con una gran fiesta, a la que asistieron numerosas personalidades, como el ex gobernador de Buenos Aires Valentín Alsina. La construcción del nuevo templo estuvo a cargo del ingeniero Nicolás Canale y la fisonomía externa fue inspirada en el Panteón de Roma. Tiempo después, en 1870, y viajando en un tren, Sarmiento diría al ver el contorno de su construcción: "He visto el Domo de San Pedro en La Pampa".
Diez años después, y debido a que la construcción se realizaba muy lentamente, se decidió rematar los terrenos donde se emplazaba la vieja iglesia. El peculiar aviso publicado en 1875 anunciaba: "Hoy tiene lugar el interesante remate en el Paseo de la Barranca del edificio y terreno perteneciente a la iglesia vieja. Recomendamos este terreno a los ricos capitalistas amantes de lo bueno y del progreso, mucho más siendo su producto destinado para la prosecución de nuestro colosal monumento, la iglesia nueva".
En 1876, cuando muere el ingeniero Canale, queda a cargo de la obra su hijo José, y Juan Antonio Buschiatto después. Trece años después de la colocación de la piedra fundamental se realizó la inauguración definitiva, el 8 de diciembre de 1878. Asistieron al evento el entonces presidente de la República, Nicolás Avellaneda; el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, y las autoridades de la Iglesia.
Hoy, 146 años después, La Redonda es patrimonio cultural de la ciudad, pero continúa la batalla contra el tiempo y la humedad. "El templo tiene muchos años, había que hacer este trabajo grande porque no podíamos seguir emparchando", explicó el padre Rafael. Así, durante los últimos diez años la comunidad que integra la iglesia ha realizado donaciones y aportes que se suman a las inversiones más grandes de empresas o del gobierno de la ciudad, que ha contribuido con un 25% del dinero total.
Esta última etapa de la obra, que devolverá el esplendor a la vecina más antigua y querida del barrio, fue financiada con un préstamo del Arzobispado (dentro del presupuesto estipulado para la restauración y construcción de iglesias) que será reintegrado por la comunidad.
La restauración de la cúpula de 21 metros de diámetro es el último trabajo emprendido y culminará a fines de febrero. Junto con dos especialistas, Gowland recrea los materiales que fueron utilizados hace más de un siglo. Los vecinos esperan ansiosos que la querida Redonda luzca su esplendor original.


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