VISIONES SOMBRÍAS DE REBELDES ARTÍSTICOS



En el MoMA de NYC se exhibe la muestra más dedicada al expresionismo alemán, el primer movimiento moderno de ese país, que intenta explicar la irreverencia de sus artistas.
Reflejos de Alemania antes y después de la Gran Guerra.

JOVEN PAREJA. De Emile Nolde (1913). Los expresionistas alemanes modernizaron la idea del artista como comentarista social.


POR ROBERTA SMITH - The New York Times


Si por momentos le parece que Alemania ha aportado más artistas provocativos e irreverentes de lo normal al arte de los siglos XX y XXI, tal vez tenga razón. Desde Hannah Höch y John Heartfield hasta Martin Kippenberger y John Bock, el aporte ha sido extraordinariamente alto. Durante la posguerra, al menos, podríamos atribuirlo a un sistema de academia del arte que alienta la independencia, o quizás a una sociedad que sigue siendo de alguna manera más rígida que muchas de sus homólogas occidentales. Para tener una idea contundente de dónde comenzó todo, vaya a ver "German Expressionism: The Graphic Impulse" (Expresionismo alemán: el impulso gráfico) en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la exposición más grande que ha dedicado el museo exclusivamente al primer movimiento moderno de Alemania. Este estilo hizo erupción espontáneamente después de 1905 entre artistas de Dresden y Munich que se sintieron inspirados por los colores brillantes y las formas distorsionadas de los Post-Impresionistas y luego de los Fauves, además del arte campesino y primitivo; dejó de crepitar en algún momento durante la década de 1920. Para entonces, ya había sido declarado nulo por los Dadaístas berlineses, que debieron mostrar más respeto. Pero en la olla a presión que fue la década previa a que la burguesía alemana complaciente y gobernantes corruptos facilitaran la caída de Europa en la Primera Guerra Mundial, los Expresionistas contribuyeron a modernizar la idea del artista como un rebelde escandaloso y un comentarista social sardónico. Cualesquiera que hayan sido las deficiencias de sus iniciativas, que en la actualidad resultan unas veces proféticas y otras veces anticuadas, muchos artistas posteriores, especialmente los alemanes, continuaron la labor de ellos. La muestra fue organizada por Starr Figura, el curador asociado de grabados y libros ilustrados del Museo. El énfasis mayor está puesto en los grabados, una técnica que los Expresionistas alemanes, ayudados e instigados por algunos artistas austríacos, elevaron a una de las uniones más brutalmente eficaces y socialmente sensibles de medio y mensaje. Con sólo algunos deslices ocasionales, la muestra está imbuida de una energía que es a la vez urgente y chisporroteante, alegre, satírica, sombría y trágica. De sus más de 250 obras, 210 son xilografías, litografías o aguafuertes realizadas entre 1908 y 1923 por alrededor de dos docenas de alemanes (y dos austríacos), entre otros Ernst Ludwig Kirchner, Käthe Kollwitz, Emil Nolde, Otto Dix y Oskar Kokoschka, y también Wassily Kandinsky, durante una visita prolongada desde Rusia. Además de los grabados, hay libros ilustrados y publicaciones y afiches políticos, así como pinturas y esculturas ocasionales que impiden que uno se agote mirando cosas pequeñas y enmarcadas, entre éstas las figuras maravillosamente sensibles de Wilhelm Lehmbruck, en piedra, y el estudio de Kirchner sobre la tensión adolescente "Muchacha de pie, Cariátide" de 1909-10, una obra en madera tallada que el Museo adquirió, con la Neue Galerie, hace apenas cinco años. La instalación de Starr Figura presenta salas pintadas en un tono cercano al gris barco de batalla y aliviadas por ocasionales paredes de colores saturados que amplían las xilografías iniciales de Kandinsky, Kokoschka y Max Pechstein en la muestra. En el centro de la muestra, las 50 voraces aguafuertes de Otto Dix de 1924, tituladas colectivamente "La Guerra", deslumbran desde una pared color rojo brillante. Sus imágenes horrorosas resaltan entre los estilos del Modern en tanto estrujan lo que pueden la combinación de aguafuerte, aguatinta y punta seca, entre otras cosas igualando superficies comidas por el ácido con la carne herida o un terreno hendido. Es difícil imaginar una variedad similar de textura, luz, forma, sentimiento y realidad poco apetecible lograda de manera tan visceral en cualquier otra técnica visual. La muestra revela un nivel de talento bastante parejo. El Modernismo alemán no tuvo gigantes destacados como Picasso o Matisse, y ningún estilo que sacudiera al arte como el Cubismo. Lo que tuvo fueron en cambio numerosos artistas sobresalientes que se centraron con inusual unanimidad en el grabado, y que fueron alentados a hacerlo por marchands, editores y, durante un tiempo, un mercado del arte activo. En su ensayo para el catálogo, Figura hace un seguimiento de la propagación de la técnica. Dice, por ejemplo, que los artistas alemanes adoptaron el grabado (la xilografía en particular) por sus raíces profundas en el pasado cultural del país. También señala, no obstante, que la Primera Guerra Mundial, con el bloqueo de los Aliados, creó terribles déficits de lienzo y lino. Presentada más o menos en orden cronológico, la muestra procede como una regata, podría decirse, con los barcos avanzando a todo vapor hacia el clima de la historia, que va empeorando cada vez más. Las aguafuertes "Guerra" de Dix no son el único caso de una pared de imágenes abrumadoras para el espectador. Las xilografías categóricas de la "Guerra" de Köllwitz de 1923, colgadas sobre una provocativa pared anaranjada, registran la angustia de las viudas y los huérfanos con formas negras intensas, y también el funeral de Karl Liebknecht, fundador, con Rosa Luxemburgo, del Partido Comunista de Alemania; ambos murieron bajo custodia policial en enero de 1919. Junto a las litografías del grupo "Infierno" de Max Beckmann de 1919, capturan el caos de la guerra y sus consecuencias. En otras partes, hay grabados aislados que es imposible pasar por alto: la representación litográfica que hace Kokoschka de su cara como un fragmento grande y escultórico, parecería que a medias despellejado; las aguafuertes pequeñas y delicadas pero implacables "Inválidos de guerra" y "Sifilítico" de Dix; y dos autorretratos de Beckmann. En uno, un aguafuerte, aparece como un esteta tierno y de cara aniñada con sombrero bombín; en la otra, una xilografía, es un criminal insensible y de mirada lasciva. Un tercer autorretrato pequeño, en óleo sobre tela, une a los dos personajes. Más obra suya debería exhibirse con mayor frecuencia, lo que equivale a decir que la magnitud de la muestra nos recuerda la insuficiencia de la ampliación del museo en 2004. Las obras que están aquí representan apenas una fracción de las posesiones del MoMA. Hay alrededor de 3.200 obras de Expresionistas alemanes en papel ­ en su gran, gran mayoría grabados ­ en su colección. Por otro lado, el museo anunció que las 3.200 se pueden ver online en moma.org/germanexpressionism. Además de sus méritos considerables, "German Expressionism" debería establecer una buena base para una inmersión digital ­ y alentar las esperanzas de ver más las obras reales.


Fuente: revistaenie.clarin.com


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