CUADROS
CON LA BLANCA INTENSIDAD DE LA NIEBLA



Inaugura una muestra de obras que se inspiraron en un percance meteorológico.



Por Ana María Battistozzi

A punto de tomar el avión que lo trajo a Buenos Aires desde Bogotá donde acaba de inaugurar una muestra en la galería Sextante, Juan Lecuona, recibe por teléfono las últimas referencias al montaje de la exhibición que inaugura hoy en la galería Jorge Mara-La Ruche. Para esa cita comprometió su presencia puntual. A menos que la bruma invernal o las cenizas volcánicas dispongan lo contrario.
Justamente la serie de pinturas blancas que presenta ahora y constituyen el núcleo central de la exposición, tienen que ver con un percance meteorológico que lo tuvo cinco días varado en un aeropuerto. De aquella experiencia surgió la idea de llevar a la tela –que es el lugar que finalmente acoge sus ideas– la intensidad o transparencia de la niebla. Así fue cómo nacieron todas estas pinturas de un blanco atmosférico que Mara colgó minuciosamente, una junto a otra, en vibrante relación con una roja que enfrenta al visitante como el ábside de una iglesia, ni bien llega a la sala de exhibición.
Artista globalizado más allá de sus propios deseos, Lecuona confiesa que hubiera preferido un paréntesis de quince días en San Pablo, donde tiene el taller que en los últimos tiempos le ha facilitado buena parte del aislamiento para el trabajo que dio lugar a su más reciente producción.
El conjunto que presenta está integrado por esas grandes pinturas blancas y algunas rojas, como la que ocupa la tapa y contratapa del catálogo que acompaña la muestra –y que Mara define como “monocromos”– más una serie de trabajos pequeños sobre papel que, según explica el artista, nacieron de sobrantes de impresiones. Estas, a su vez, tienen un lejano vínculo con trabajos que presentó en 2002 en el Centro Recoleta. Aquí se trata de intervenciones pictóricas sobre estos restos de impresiones previas que, a partir de unas figuras muy leves, rompen el estatismo de una trama óptica de base, la movilizan y le aportan gracia.
Quienes recuerdan los últimos trabajos que integraron la antológica del artista en 2008 en la sala Cronopios del Centro Recoleta, advertirán en este conjunto un importante cambio que básicamente está dado por el movimiento que afecta al conjunto de la obra. Tanto en las pinturas monocromas, que incluyen una serie de azules –no exhibidas aquí pero sí en Bogotá– como en los papeles. En las telas, el blanco, azul y rojo han sido elaborados por capas que dejan al descubierto formaciones geométricas como desprendimientos de otros planos. En los papeles, en cambio, se trata de oportunos toques que se agregan a esos “sobrantes de impresión” previos.
No debiera sorprender que ambas muestras –la de Bogotá en Sextante y la de Buenos Aires en Mara– compartan un mismo catálogo. También comparten una sensible aproximación al universo de las publicaciones, a través de cuidados catálogos y libros de artista. Mara, a través de las publicaciones que acompañan todas sus muestras. Sextante, a través de su filial Arte Dos Gráfico, conocido en nuestro medio por haber editado, entre otros libros de artista, el de Yuyo Noé A Oriente por Occidente y el más reciente La Balada de Timoteo, de Daniel Samoilovich y Eduardo Stupía.

Fuente: clarin.com

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