PEDRO FIGARI Y LOS ESCRITORES

 
A un siglo y medio de su nacimiento
PEDRO FIGARI
Hugo García Robles 

EL PERFIL MÚLTIPLE y renacentista del Dr. Pedro Figari (1861-1938) constituye por sí solo un cosmos donde caben la pintura, la jurisprudencia, la literatura, el periodismo y la actividad política. Al mismo tiempo, con una personalidad dueña de tantas aristas, se suele dejar fuera alguna cuando se intenta describir su rica y variada obra. Por ejemplo, su proyecto de desarrollar a nivel industrial conceptos artesanales, idea que cuaja en la Escuela de Artes y Oficios, previa históricamente a la propia Bauhaus.
En este año se cumplen ciento cincuenta de su nacimiento en Montevideo y no ha sido desarrollada, por la numerosa investigación crítica que ha asediado su figura, la relación que mantuvo con la literatura, los escritores en general y los poetas en especial.
Figari comenzó a pintar exclusivamente cuando alcanzó los sesenta años de edad. Puede decirse que pintó siempre, mientras su vida corría por los carriles de su condición de abogado, político y periodista. Cuando llega a la sexta década de edad la pasión pictórica se convierte en avasallante y exclusiva: se consagra sólo a pintar. Deja unas cuatro mil obras.

Antecedentes rioplatenses

Figari rescata con su pintura la vida del gaucho y sus danzas, con la misma capacidad documental con que abordó el mundo afro de los candombes y velorios, la vida social en general y el universo del tango.
Con referencia al gaucho, su visión se superpone a la de Leopoldo Lugones, cuyo libro El Payador publicado en 1916, a partir del examen del Martín Fierro de José Hernández, reivindica al gaucho como pieza clave en la vida social, económica y política del Río de la Plata. 
En El Payador, las citas que hace Lugones de la música de danzas folclóricas argentinas provienen del monumental trabajo de recolección realizado por don Andrés Chazarreta y que publica a partir de 1905.
La referencia más nítida de la relación de Figari con la literatura se encuentra en Jorge Luis Borges. En el libro Figari, publicado en Buenos Aires en 1930 por la Editorial Alfa, el escritor se extiende en jugoso texto a propósito del óleo titulado "El entierro del Borracho", que se encuentra en la capital argentina en una colección privada. Comienza esquivando la responsabilidad que le endosan los editores: "Consideré lo intruso de mi voz en materia pictórica, fui visitado de temores que creí razonables. Reflexioné después que la casi inmejorable ignorancia de la pintura que todos me conocen, versa íntegramente sobre la técnica, y eso me recordó la única técnica de que poseo algunas noticias, la literaria".
Después de otras excusas entra en materia: "He mirado con frecuente amor esas telas... Figari, pinta la memoria argentina. Digo argentina y esa designación no es un olvido anexionista del Uruguay, sino una irreprochable mención del Río de la Plata que, a diferencia del metafórico de la muerte, conoce dos orillas: tan argentinas la una como la otra, tan preferidas por mi esperanza las dos." 


PEDRO FIGARI, Escuela uruguaya, 1861-1938.
"Éxodo del pueblo uruguayo"
Óleo sobre tela. Mide 88 x 176 cm.
Certificado de autenticidad extendido por Angel Lires Giraldes de Galería Witcomb, con fecha 12 de julio de 1960. Según el citado certificado de autenticidad, es la tela más grande pintada por el artista.
Obra presentada bajo el nº 36 del catálogo de a Exposición de Pedro Figari organizada por la Comisión Nacional de Bellas Artes del Uruguay, en Montevideo, agosto - septiembre de 1945. Reproducida a toda página en dicho catálogo.
En el reverso lleva etiqueta del inventario sucesorio del Arq. Herrera Mac Lean (nº 48).
Ex-colección J. P. Guillermo Staudt y Martha Facio de Staudt, Estancia Benquerencia, San Miguel del Monte,  Prov. de Buenos Aires.
Vendido en 160.000 dólares estadounidenses en Buenos Aires, en agosto de 2011.
Colección privada, Buenos Aires.


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Borges vio con claridad lo que toda la crítica ha detectado en Figari: que sus cartones son el resultado de bucear en su memoria, que su pintura era hija del recuerdo. Insiste más adelante: "El criollo que formó la entera nación, ha preferido ser uno de muchos, ahora. Para que honras mayores sean en esta tierra, tienen que olvidar honras. Su recuerdo es casi un remordimiento, un reproche de cosas abandonadas sin la intercesión del adiós. Es recuerdo que se recata, pues el destino criollo así lo requiere, para la cortesía y perfección de su sacrificio. Figari es la tentación pura de ese recuerdo".
Y termina: "Esas inmemorialidades criollas -el mate compartido de la amistad, la caoba que en perenne hoguera de frescura parece arder, el ombú de triple devoción de dar sombra, de ser reconocido de lejos y de ser pastor de los pájaros, la delicada puerta cancel de hierro, el patio que es ocasión de serenidad, rosa para los días, el malón de aire del viento sur que deja una flor de cardo en el zaguán- son reliquias familiares ahora. Son cosas del recuerdo, aunque duren, y ya sabemos que la manera del recuerdo es la lírica. La obra de Figari es la lírica."
Girondo, Silva Valdés, AmorIm y Figari. En el sector de la obra de Oliverio Girondo no recogida en volumen se encuentra el "Figari pinta" que el gran poeta argentino consagra al pintor oriental y que vale la pena citar siquiera parcialmente porque además de su belleza acierta en el blanco de significados e intenciones del artista en el mismo sentido que lo hizo Borges. El poema de Girondo comienza así: "Pinta cielo tordillo,/ nube china,/ campo llano y callado y compañero,/ con blanco mazamorra,/ gris camino,/ ocre parva/ o celeste lejanía;/ en silla petizona/ -pelo bayo-/ el mate corazón- ¿nido de hornero?".
El poema termina de manera categórica: "ante tanta visión/ reflorecida/ -con perenne fervor y gesto macho-/ por la criolla paleta socarrona/ donde exprime su lírica memoria".
Como Borges, Girondo anota memoria y lirismo como esenciales en la pintura de Figari.
Era previsible que Fernán Silva Valdés, fiel a su nativismo, desembocara en Figari. El motivo coyuntural que lo origina es la muerte del pintor, ocurrida el mismo día que la del novelista Carlos Reyles. El poema se titula "Romance para la muerte de Carlos Reyles y Pedro Figari". Se detiene en una descripción de la obra del novelista, encuadrándola en su andalucismo de toreros y cante. Para Figari se apoya en la fase cromática y dice:
"Figari el de los colores/ con cielo y con sol compuestos;/ colores ¡ay, qué colores:/ como de pájaros hechos!/ Con ellos vistió los gauchos/ con ellos vistió los negros,/ y las chiruzas tristonas/ de lazo y moña en el pelo;/ y los patios dieron flores,/ y las parejas en celo/ rociaron sus corazones/ con el pincel de don Pedro.// Corazones de naranja,/ corazones de celeste,/ miradas color cachimba/ y amores de rayo verde./ Figari el de los candombes/ -tembladerales de negros-". 

PEDRO FIGARI, AUTORRETRATO

Enrique Amorim según Fernando Saavedra, descendiente de Figari, que lo sabe por tradición familiar, mantuvo una amistad muy íntima con el pintor. El tema de las quitanderas insertado en la novela La carreta tiene su eco plástico en Figari. Pero hay más, Amorim publica su "Romance a Don Pedro Figari", en el diario La Mañana de octubre 13 de 1938. La palabra "quitandera", de origen brasileño y aún de raíces portuguesas, alude al vendedor de dulces comestibles (quitandas), pero se extiende además hacia las mujeres que comerciaban con el sexo. Como las soldaderas de la Revolución Mexicana. El pintor, apoyado en Amorim, les da forma plástica. El "Romance a Don Pedro Figari" aludido nace el día que muere el pintor:
"Siga tranquilo, don Pedro/ al paso, por su leyenda/ de rosados caseríos/ con aljibes y con negras/ Siga tranquilo don Pedro,/ resucitando taperas,/ entre el polvo remolón/ de sus últimas carretas,/ que con ventaja de un día/ ya corre en la diligencia/ salpicada de lechuzas/.../ Don Pedro Figari ha entrado/ esta noche en su leyenda".
Resulta significativa la recurrencia del romance octosílabo, la misma medida de los versos del Martín Fierro. El tono coloquial que anima a esos textos demuestra que no lograron eludir la nítida naturalidad de los cartones de Figari y su rústico refinamiento. 

Fuente texto y foto P. Figari: elpais.com.uy

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