EL MALBA BUSCA UN LUGAR EN EEUU






A diez años de su nacimiento, intensifica su acuerdo de cooperación con el Museo de Bellas Artes de Houston, donde actualmente se exhiben catorce obras emblemáticas de su patrimonio.

Por Ana María Battistozzi

El que acaba de concluir fue un año especial para el Malba. La celebración de su primera década dio pie a numerosos programas cuyos ecos aún se sienten. De todos, el más visible seguramente sea el derivado del acuerdo con el Museum of Fine Arts de Houston. Cooperación que, si bien comenzó en 2005 y tiene antecedentes en otras exhibiciones, encontró uno de sus momentos más brillantes en el aniversario, cuando inauguró las muestras Carlos Cruz-Diez. El color en el espacio y en el tiempo, curada por Maricarmen Ramírez, y Arte latinoamericano 1900-2010, que integró al acerbo del Malba catorce obras de la colección del MFAH, que viajaron para esa ocasión. Especialmente elegidas por Marcelo Pacheco y Maricarmen Ramírez, curadores del Malba y del MFAH respectivamente, fueron pensadas para participar del nuevo guión que diseñó Pacheco alrededor de los distintos núcleos históricos que abarca la colección desde 1900.
Uno de ellos refiere a las vanguardias de los años veinte e incluye desde el “Retrato de Gómez de la Serna”, obra temprana de Diego Rivera, y las primeras carbonillas abstractas de Pettoruti hasta “Abaporú”, de Tarsila Do Amaral. Allí se sumaron “Concentración”, una obra de Siqueiros de 1939 y “Composición abstracta tubular”, de Torres-García, dos obras de Houston. Luego está el período que Pacheco acotó entre el 45 y los años 60, que agrupa entre otras la fundamental experiencia concreta rioplatense y su variante Madi, representada por obras de Rothfus, Arden Quin y Gyula Kosice. Y luego el concretismo brasileño con obras de Lygia Clark y Oiticica. Otro capítulo que refuerza el aporte de Houston que sumó “Relevo espacial”, de Helio Oiticica, de 1960, “Planos en superficie modulada”, de Lygia Clark. El préstamo de Houston incluye además una obra de Alejandro Otero; otra de Gego, de 1969; una obra cinética de Soto, de 1956; otra de Hércules Barsotti, de 1971, y otra de Willys de Castro.
En tanto, los años 30 y 40, representados en el nuevo diseño de Pacheco por distintas variantes del surrealismo y de las relaciones entre arte y política, incluyen piezas de gran impacto e historia como “Susana y el viejo”, “La mujer del sweater rojo” y “Manifestación”, de Berni. Pero también “Autorretrato con chango y loro”, de Frida Kahlo; “Los desastres del misticismo”, de Matta, y “La mañana verde”, de Lam. Casi todas integrarán el conjunto que, como contrapartida, viajará en abril al MFA de Houston.
Como se recordará, el museo porteño ya recibió en sus salas proyectos iniciados en el museo de Houston, como la bellísima muestra de Gego que se vio en 2006, y también Houston recibió Xul Solar: Visions and Revelations, organizada por el Malba.

JOAQUÍN TORRES-GARCÍA. “Llena de gracia (Vanitas)”, 1971. MFAH.

Pero ésta será la primera vez que tiene lugar un intercambio entre las colecciones permanentes de ambas instituciones. Otra de las obras que viajarán a Texas es “Abaporú”, esa pieza clave de la modernidad brasileña que Tarsila do Amaral pintó en 1928 en correspondencia con el “Manifiesto antropófago”, de su entonces pareja Oswald de Andrade. También el “Retrato de Ramón Gómez de la Serna”, que Diego Rivera pintó en 1915 cuando todavía no había despegado de la influencia cubista, y “Composition symmétrique universelle en blanc et noir” (1931), de Joaquín Torres-García, otra de las joyas de la colección Costantini. Todas estas obras tienen ganado un lugar en la historia del arte latinoamericano y muchas de ellas fueron adquiridas en un momento crucial que difícilmente se repita.
Así, la elección del MFAH no es casual. Se trata de una institución que cumplió un rol fundamental en la reconsideración del arte latinoamericano en los Estados Unidos en los últimos diez años. Si bien en los comienzos esta institución fundada en 1900 puso el acento en las colecciones de oro precolombino y africano y también en el arte del Renacimiento, el interés que ha mostrado por el arte latinoamericano desde la creación del Departamento de Arte Latinoamericano y el International Center for the Arts of the Americas (ICAA) en 2001, la ha posicionado como una referencia en esta materia a nivel mundial. Creado con la misión de generar investigaciones sobre la producción de artistas de México, América Central y Sudamérica, el Caribe e inclusive de los latinos de los Estados Unidos, el ICAA ha sido otra pata esencial de la orientación que impulsó Maricarmen Ramírez. Ha organizado varios simposios internacionales y ha publicado libros imperdibles. Pero su mayor aporte sin duda es el proyecto Documents of 20th Century Latin American and Latino Art: A Digital Archive and Publications Project, un archivo de acceso público en el que han colaborado numerosos centros de investigación y archivos de toda América Latina, entre ellos, la Fundación Espigas, de Buenos Aires.
Hoy el MFAH es un faro cultural en una región que por su ubicación, historia e intereses económicos mantiene importantes lazos con Latinoamérica. Cuenta con varios edificios que alojan espacios de exhibición destinados a exposiciones permanentes y temporarias, talleres y oficinas de conservación, dos bibliotecas, archivos, una cinemateca.

CÁNDIDO PORTINARI. “Fiesta de San Juan”, 1936 - 1939.

Y en la última década ha robustecido considerablemente su colección de arte latinoamericano. Más de quinientas obras modernas y contemporáneas se incorporaron durante este período, abriendo nuevos rumbos en su patrimonio. Entre ellas, importantes trabajos de Xul Solar, Joaquín Torres-García, Carlos Cruz-Diez, Gego, Mira Schendel, León Ferrari, Juan Carlos Distéfano, Hélio Oiticica, Lygia Clark, Tunga y Cildo Meireles. Una de las obras que compró recientemente el MFAH es “La ciudad hidroespacial”, de Gyula Kosice, pieza clave que perdió el patrimonio argentino. Otra adquisición de gran importancia fue el conjunto de arte constructivista brasileño del coleccionista Adolfo Leirner. Y ahí no termina: una serie de exposiciones de relevancia internacional como Utopías invertidas: Vanguardias en Latinoamérica, de 2004, y Hélio Oiticica el cuerpo del color, del 2006, contribuyeron a su perfil. El Malba ha dado con la puerta indicada para entrar en los Estados Unidos.


Fuente: Revista Ñ Clarín.

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