DEVORANDO LA PASIÓN



Se realiza en Río de Janeiro una muestra de Tarsila Do Amaral, la autora de “Abaporu”, pintura clave en la génesis del Movimiento Antropofágico, que integra la colección del Malba y que Brasil buscó recuperar en 2011.

El 27 de enero de 1922 un movimiento sísmico sacudió el corazón de Brasil. No fue fruto de un choque entre placas tectónicas, sino de rajaduras de una misma placa. Resultó un acontecimiento anticipatorio de lo que sucedería en el campo intelectual pocos días después, como lo señala Marcos A. Gonçalves en 1922, a semana que nâo terminou, que acaba de publicar Companhia das Letras. Entre el 11 y el 18 de febrero de ese año se celebró la Semana da Arte Moderna, un “terremoto estético” y en verdad una experiencia de vanguardia que marcó un devenir cultural.
Tarsila do Amaral estaba entonces en Europa, pero pronto se acopló al movimiento, introducida por Anita Malfatti, y se convirtió en una figura insustituible. Los 90 años del quiebre Modernista son una excusa para Percurso afetivo, la exhibición de Tarsila que puede verse hasta el 29 de abril en el Centro Cultural Banco do Brasil, de Río de Janeiro. Pese a la enorme importancia de la artista en la historia del arte brasileño, sorprendentemente es su primera muestra en la ciudad desde 1969.
Tarsila vivió entre Río y San Pablo muchos años, antes de instalarse en S. P. definitivamente. Y expuso en Río muchas veces, sobre todo en el tiempo de su amor con Luís Martins, escritor 21 años más joven que ella con quien convivió 18 años. Tarsila fue un escándalo para su tiempo, y una mujer de un charme irresistible, discreta e inteligente. Otro de sus amores, Oswald de Andrade, fue su compañero durante los años del Modernismo, del período Pau - Brasil de su arte (el más celebrado), y el creador del Manifiesto Antropofágico, aquella sucesión de ideas acerca de quien gustoso deglute al otro, aunque ese otro vaya a modificarlo radicalmente. Mario de Andrade, también enamorado de la artista, diría años después: “todo consumíamos, y a nosotros mismos, en el cultivo amargo, casi delirante del placer.”
Podemos ver en el grupo algunos paralelos con nuestras vanguardias, con el Borges de entonces, aunque el afán primitivista y nacionalista de los brasileños llevó la experimentación por otros caminos.
Si el Modernismo fue una revuelta contra la Inteligencia Nacional, no fue casual que surgiera en San Pablo. Por ese tiempo explosiva en su crecimiento, vivía el Futurismo en carne propia. Río era la sede de academias pesadas, a diferencia de hoy, en que quizás encarna un giro más experimental que una San Pablo pendiente del desarrollo del mercado de arte.
 
MANACA 1927, óleo sobre tela, 76 x 63,5 cm.
Percurso afetivo presenta sobre todo obras de los años 20, entre ellas, muchas de las mejores de Tarsila. “Antropofagia” es el pilar sobre el cual gira la muestra, que el curador Abdalla organizó en diálogo con el diario íntimo de Tarsila: caótico, atiborrado de anotaciones al margen. También así se presenta la exhibición que ocupa dos salas del soberbio edificio neoclásico de 1880. Además de las pinturas, se exponen una serie de objetos personales que movilizan la idea del diario; boletos de tren, entradas al teatro, pinceles...
En pocos casos como en el de Tarsila, el período trascendente de su arte está acotado tan claramente a un momento. Tras su viaje a la URSS y el fin de la relación con Oswald, algo se apagó; primero en aras de los parámetros estéticos del comunismo; luego las cenizas no pudieron reactivarse. Mucho de esto se vio en Tarsila viajera, exhibida en el Malba en 2008.
“Abaporu”, su famosa pintura en la colección de ese museo, es una ausencia clave en Percurso afetivo. Mucho se habló hace un año, en ocasión de su préstamo para una muestra en Brasilia, de la posibilidad de que Abaporu se quedara en Brasil y fuera la piedra basal para la construcción de un nuevo museo. Fue la  pintura que generó la idea de la creación del Movimiento Antropofágico.
Hoy Abaporu está a préstamo en el Museum of Fine Arts de Houston, dentro del programa de intercambios de esa institución con el Malba que tanto resalta el interés del MFAH y de la curadora Maricarmen Ramírez por el arte latinoamericano, como por contraste señala el desinterés de casi todo el resto de las instituciones primermundistas por lo que acontece en estos lares. 

Fuente: REvista Ñ Clarín

No hay comentarios:

Publicar un comentario