UN OASIS CULTURAL EN TEXAS






El Obelisco Roto de Barnett Newman y la Capilla Rothko

Por Ana María Battistozzi

Ha sido definido como un oasis cultural. Cualquiera que visita el campus de Menil, en el distrito de museos de Houston, Texas, tiene la posibilidad de recuperar allí la dimensión íntima de la experiencia del arte y sustraerse de la marcha glamourosa que invade todo lo que la rodea en nuestros días. El lugar no podría ser más discretamente apacible: un conjunto de casitas de madera, pintadas de gris y blanco, típicas del sueño americano de los años 50, rodean al sobrio edificio que diseñó Renzo Piano para alojar a la deslumbrante colección que John y Dominique de Menil empezaron a formar en los años 30 del siglo XX y continúa creciendo más allá de sus muertes. El objetivo del arquitecto italiano, autor –con Richard Rogers y G Franchini– del Pompidou, fue articular con las pequeñas casas que habían sido donadas como residencias de estudiantes y se encontraban dispersas en el bello parque con robles, jazmines y magnolias a su alrededor. Y lo logró de la mejor manera: configurando una suerte de santuario al aire libre que prepara al visitante para el imponente conjunto de piezas de Magritte, Max Ernst, Picasso, Lam y arte africano y de Oceanía en el interior del edificio.
Pero también para la Capilla Rothko, que es parte del mismo conjunto y se encuentra a unos pasos. El edificio octogonal que aloja catorce grandes pinturas que Rothko pintó poco antes de acabar con su vida, recuerda las iglesias bizantinas. Fue concebido a pedido del matrimonio de Menil por Rothko y el célebre arquitecto moderno Philip Johnson y luego plasmado por los arquitectos de Houston Howard Barnstone y Eugene Aubry. Su interior es un raro aporte de misticismo moderno, típico de Rothko. En la plaza que la precede, delante de un espejo de agua, el Obelisco roto de Barnett Newman rinde homenaje a Martin Luther King. Y todo eso gracias a unos millonarios que, tras haber sido expulsados de Europa por el nazismo, creyeron que el arte podría contribuir a rescatar al mundo de la barbarie. ¿Será posible? 

UN OASIS CULTURAL EN TEXAS

Ha sido definido como un oasis cultural. Cualquiera que visita el campus de Menil, en el distrito de museos de Houston, Texas, tiene la posibilidad de recuperar allí la dimensión íntima de la experiencia del arte y sustraerse de la marcha glamourosa que invade todo lo que la rodea en nuestros días. El lugar no podría ser más discretamente apacible: un conjunto de casitas de madera, pintadas de gris y blanco, típicas del sueño americano de los años 50, rodean al sobrio edificio que diseñó Renzo Piano para alojar a la deslumbrante colección que John y Dominique de Menil empezaron a formar en los años 30 del siglo XX y continúa creciendo más allá de sus muertes. El objetivo del arquitecto italiano, autor –con Richard Rogers y G Franchini– del Pompidou, fue articular con las pequeñas casas que habían sido donadas como residencias de estudiantes y se encontraban dispersas en el bello parque con robles, jazmines y magnolias a su alrededor. Y lo logró de la mejor manera: configurando una suerte de santuario al aire libre que prepara al visitante para el imponente conjunto de piezas de Magritte, Max Ernst, Picasso, Lam y arte africano y de Oceanía en el interior del edificio.
Pero también para la Capilla Rothko, que es parte del mismo conjunto y se encuentra a unos pasos. El edificio octogonal que aloja catorce grandes pinturas que Rothko pintó poco antes de acabar con su vida, recuerda las iglesias bizantinas. Fue concebido a pedido del matrimonio de Menil por Rothko y el célebre arquitecto moderno Philip Johnson y luego plasmado por los arquitectos de Houston Howard Barnstone y Eugene Aubry. Su interior es un raro aporte de misticismo moderno, típico de Rothko. En la plaza que la precede, delante de un espejo de agua, el Obelisco roto de Barnett Newman rinde homenaje a Martin Luther King. Y todo eso gracias a unos millonarios que, tras haber sido expulsados de Europa por el nazismo, creyeron que el arte podría contribuir a rescatar al mundo de la barbarie. ¿Será posible?


Fuente texto: Revista Ñ Clarín

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