LA INTOLERANCIA FRENTE AL ARTE


EICHMANN. Sus crímenes se basaban en una convicción ideológica.
Por Lena Szankay

Viajar es una experiencia enriquecedora. Brinda la posibilidad de alejarse del discurso cotidiano y de sus enredos. Deja ver cuán diferentes somos o cuánto la nuestra se parece a otras idiosincrasias. Nos acercamos a las preocupaciones y dificultades que padecen otras sociedades. Relativizamos. A bordo del avión, leo en un diario alemán la noticia de un atentado salafista a una exposición en el Palacio Abdellia, en Túnez. Una obra allí expuesta suscitó que un grupo de fanáticos religiosos entrara en el edificio, destruyendo varios objetos,lo que desató una batalla campal con la policía. La obra en cuestión formaba la palabra Dios con moscas muertas. Fue la excusa para una violencia que causó cientos de heridos y detenidos. El segundo artículo que leo es sobre el dilema que enfrenta la fiscalía noruega en el caso del anti islamista Anders Behring. Eminencias en psiquiatría disienten sobre la condición del asesino: ¿sufre de esquizofrenia paranoide u otro desorden mental (lo que lo haría inimputable) o es un terrorista motivado por ideas políticas, lo que significaría darle una pena máxima de 30 años de prisión? Los crímenes de nazis como Adolf Eichmann se basaban en una convicción ideológica: que los judíos y gitanos no eran dignos de vida. Eichmann habría amado a su familia, pero su sentido de la empatía se apagaba totalmente con lo que consideraba “el enemigo”. La ideología se utiliza como una herramienta, es lo que permite justificar la maldad. Ideologías, fanatismos, religión, arte, violencia. Palabras habituales de nuestro vocabulario. Mientras miro la película Babel para acortar el largo vuelo y me emociono con la banda sonora, del argentino Gustavo Santaolalla, me pregunto si el arte puede o debe cumplir una función social, tener un propósito, señalar una moral, apuntalar una ideología. Decenas de respuestas llueven en mi cabeza. A pesar de todas las contradicciones, una convicción: el arte nunca debe ser una herramienta al servicio de una figura política. Sí, una herramienta crítica.


Fuente: Revista Ñ Clarín

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