EL CALIENTAPIÉS DE LA CASA MANSILLA


Cuadernos Privados


El calientapiés de la casa Mansilla
Los niños de la familia Mansilla se despertaban a las ocho de la mañana cuando una de las morenas que servía en la cocina gritaba “¡Ya ha venido el lechero!”. El anuncio coincidía con la voz maternal: “Niños, ya es hora de levantarse, arriba”. Luego de rezar sus plegarias, Lucio y Eduardita se vestían y tomaban un vaso de leche con espuma (el pan estaba interdicto por sus padres, higienistas). Desde la cama Agustina Rosas, la princesa de la Federación, dirigía las operaciones: los niños debían ir a pedir la bendición con los brazos cruzados, mostrar dientes y uñas y decir una oración (la predilecta era el Avemaría, por su brevedad). A continuación, las lecciones. Palotes, fábulas y recitados de versos: “Un oso con que la vida ganaba un piamontés”.
La campanilla de alambre los liberaba del estudio: sonaba una campanada a las ocho y media o nueve, hora del almuerzo, y dos con intervalos a las cuatro y media o cinco, anunciando la cena. Los horarios eran dictados por el sol y las estaciones, ya que la luz de vela era cara y escasa. Se usaban unas velas de sebo, provenientes de un molde, conocidas como “velas de esperma” (luego fueron llamadas, más discretamente, de estearina). Las lámparas o quinqués, alimentados con un aceite que impregnaba el ambiente de un aroma muy intenso, no se veían muy a menudo. En verano la casa Mansilla solía estar casi en tinieblas, sin más luz que la de la luna, pero los días festivos se colgaban de los balcones unos candilejos de barro cocido alimentados con grasa de potro.
Al escuchar la campanada del almuerzo los niños corrían de la mano a la mesa, donde tenían prohibido hablar o pedir ración doble de puchero o de bisteque, una carne frita en grasa con tomate y cebolla. El postre a veces provenía de los morenos pasteleros que vendían de casa en casa unos pasteles deliciosos y calentitos, cubiertos con un género de algodón para conservar el calor. Cuando caía granizo en abundancia se recogía una buena cantidad para hacer helados de leche y huevo con canela. Los niños colaboraban en la tarea de mover el cilindro para elaborarlo, una gran diversión.
La cena era muy esperada no tanto por el arroz a la valenciana, los sesos o el guiso de garbanzos como por los entremeses de aceitunas, sardinas y salchichón y el postre de fritos de papas con huevo y harina espolvoreados con azúcar. La comida predilecta del tío Juan Manuel era la molleja, asada o guisada. Y la de toda la familia, los pichones de lechuza o de loro.
La futura escritora Eduardita Mansilla comenzó sus estudios en la escuela de misia Candelaria Soria, una señora salteña muy respetable que había situado un establecimiento para niños pequeños en la calle Cangallo. Si bien Eduardita aprendía con facilidad los primeros rudimentos de las letras, su atención era interrumpida a menudo. Cada vez que su hermano Lucio era castigado, cosa que ocurría todos los días, ella no podía dejar de llorar. Quería estar a su lado cuando lo ponían en penitencia, y si el castigo consistía en pararse con los brazos en cruz, ella también se colocaba en posición de crucificada. Si Lucio era enviado al “cuarto de las pulgas” ella se afanaba en acompañarlo y lloraba hasta que lo ponían en libertad. Los castigos eran tan frecuentes que misia Candelaria desaconsejó que siguieran estudiando juntos en la misma escuela.
Por las mañana los llevaba el tío Tomás, que no era un tío sino un viejo mulato que trabajaba al servicio de la familia en términos de una encubierta esclavitud. Si había llovido y la calle estaba embarrada, Eduardita iba sobre uno de los hombros del tío Tomás y Lucio sobre el otro, y si aún caían gotas él se las ingeniaba para cubrirlos con un paraguas colorado. Cuando no había escuela se decretaba “día de amasijo”. Los niños se internaban en el cuarto de la plancha, donde se fritaban tortas y pastelitos, una delicia. El general Mansilla mandaba llamar a un amigo italiano, el signore Boassi, dueño del almacén de la esquina de Reconquista y Cangallo, para que hiciera ravioles.
La comida caliente era muy bien acogida, porque en los días invernales “se vivía tiritando de frío” recuerda Lucio V. Mansilla en su volumen de Memorias . Los padres sostenían la creencia de que el fuego no era algo saludable, por lo que el calefactor más habitual era el calientapiés de brasas de carbón vegetal, aunque el más disputado, y esto sucedía en muchas casas patricias, era el pelado , una raza de perro extinguida que hacía su turno en las camas de la familia.

Fuente: clarín.com

4 comentarios:

  1. El perro al que se refiere el relato, seguramente es un perro pila, raza originada en el imperio incaico que era bastante común en el Noroeste argentino.
    Son perros casi totalmente pelados y a veces tienen algún mechón sobre la cabeza, en l
    as patas o cola y una barba como los chivos. Su piel pelada suele tener una textura verruguienta. Los hay de varios colores. El color de los pelos podrá variar desde el color negro en los ejemplares negros, negro pizarra, negro elefante, negro azulado, toda la gama de grises, marrón oscuro en gradiente hasta el rubio claro. Todos estos colores pueden ser uniformes o con manchas rosadas en cualquier parte del cuerpo. Al equivalente del perro pila nuestro, en México lo llaman Pelón Mexicano. Desciende del Xoloitzcuintle de los Aztecas. Allí los comían.
    En Perú, donde se le llama perro chimu, chimoc o chimo; en Ecuador, en Bolivia, en el norte de Chile, y en el noroeste de la Argentina donde se le llama perro pila.
    En la Argentina se mantiene la costumbre precolombina de hacerlos dormir en las camas para que las caliente, ya que su temperatura corporal externa es mayor a la de otros perros (su carencia de pelo lo obliga a generar más calor para mantener una temperatura corporal segura). Está comprobado que la temperatura interna y externa o dérmica, es exactamente igual a las otras razas. La ausencia de pelaje nos da por resultado una emanación de calor totalmente directa a diferencia de los ejemplares con pelos, en la que el calor se disipa a través de ellos por ventilación natural.
    Al calificársele de perro primitivo, se le reconoce que es de raza pura, es decir, la naturaleza los hizo tales como son, no habiendo variado sus características morfológicas en miles de años, tal como puede apreciarse en diferentes huacos preincas.
    Otros estados regionales en épocas pre-incas plasmaron en su arte al perro sin pelo. La Cultura Chancay (1000 - 1450 d.C.) con sus lindísimas vasijas en su estilo negro sobre blanco también representó el ciclo vital del perro sin pelo. Quizás las dos más representativas son los que nos muestra una vasija biglobular representando dos perros apareándose, en la que se nota que las asas son las extremidades del macho; y el otro nos muestra al perro sin pelo en una actitud vigilante.
    Existen representaciones que aparecen en los ceramios de distintas culturas preincas, como Vicus, Mochica, Chancay, Sicán y Chimú. En estas representaciones, el perro sin pelo hace su aparición desde el año 300 aC hasta 1460. Se han encontrado huesos del perro peruano que datan de tiempos precolombinos.
    Los incas lo llamaban allqu (perro); en Perú también se conoció como kaclla; en Bolivia se le conocía como anu, ccala o kumsi; en Ecuador ashcu y en el noroeste de Argentina como perro pila. Estos perros cumplieron un rol importante dentro de las costumbres y mitos de los incas. Las crónicas de la época de la conquista española y la colonia dieron testimonio de la presencia de los viringos. La gente del campo conservó el perro sin pelos, asociado a su cultura propia y lo usó para fines medicinales.
    Se cree que el Xoloitzcuintle mexicano y el perro peruano sin pelo tienen sus orígenes en la raza crestada china.

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  2. Los rigores invernales de antaño, obligaron al hombre a inventar y desarrollar diferentes tipos de adninículos como para calentar las camas, como para que no estuviesen heladas al momento de meterse en ellas, para calentarse los pies durante las largas travesías en carruajes y para calentar las manos y los mitones de piel o lana con los que se las protegía y hasta los bolsillos, como para poder meter las manos en bolsillos que estuvieran templados.
    Existen calientapiés de metal solo: cobre, bronce, hierro fundido, peltre, aluminio, etc. y de metal y madera y con diferentes métodos para generar el calor: con brasas, con agua caliente y de cerámica. Los de cerámica, eran sólo usados llenándolos con agua hirviendo.
    Son estos calientapiés los antepasados, de cerámica, de las actuales bolsas de agua caliente.
    Efectivamente, en inglés, el idioma de la mayoría de los fabricantes que los hicieron a estos calientapiés, desde siempre se los llama “Hot Water Bottles” (botellas de agua caliente) y a las actuales bolsas de agua caliente, en el mundo anglosajón, también hoy en día, por extensión o derivación, se las llama “Hot Water Bottles”, aunque hoy en día sean de goma, caucho o plásticas, y no rígidas como lo son estos calientapiés.
    En Inglaterra, Escocia, los Estados Unidos de América, Canadá y Australia, países en los que estaban la mayoría de los talleres, fábricas y manufacturas en las que se hicieron muchos de los más conocidos calientapiés de cerámica, se los conoce también como “Foot Warmers” (calientapiés), “Bed Warmers” (calienta camas) ó “Bed Bottles” (botellas de cama). En Escocia, familiarmente se los llama “pigs” (chanchos).
    A los calientamitones (”Muff Warmers”) o calientabolsillos (”Pocket Warmers”), también de cerámica, pero de tamaño decididamente más chico, como sus nombres lo indican, se los usaba para calentar mitones y bolsillos o las manos que iban en unos u otros, o en ambos. Son los más chicos de tamaño (por lo general no exceden de los 12 a 14 cm en su dimensión mayor), los más raros, los menos numerosos y coincidentemente los más caros de todos, por lo raros.
    En todos ellos, calientapiés y calientamitones, se puede ver la evolución por la que pasó el diseño de este tipo de adminículos en épocas sin el actual calentamiento global, ni las actuales frazadas térmicas ni la eficiencia de los modernos sistemas de calefacción o el aire acondicionado frío-calor. Fueron por entonces estos calientapiés lo más tecnológico que se encontraba en el mercado como para paliar los efectos de inviernos realmente rigurosos. Empiezan a aparecer en el siglo XIX, en plena época victoriana y su uso se extiende hasta las décadas de 1930 y 1940. Al principio, cuando se los inventó y desarrolló para paliar los intensos fríos del hemisferio norte, se los utilizó en sus países de origen, Inglaterra y Escocia.
    Más adelante, comenzaron a exportarlos a las colonias británicas de ultramar, donde tenían también inviernos crudos. Y después empezaron a fabricarlos en los Estados Unidos de América, que heredaron de Gran Bretaña el “know-how” sobre su fabricación y en Australia y en Canadá.
    Debe sin duda haber miles de historias tejidas al abrigo de estos calientapiés, de encuentros y desencuentros, dentro del anonimato de la gran ciudad y en el silencio del campo, ya que han acompañado a miles de familias a lo largo de los años y de generación en generación.
    Pueden verse en ellos la evolución del Imperio Británico y del Commonwealth, la mancomunidad británica de naciones, el final de la larga época victoriana, la impronta de la Revolución Industrial, el Art Nouveau (Modern ó Liberty Style en Gran Bretaña) y, en el tiempo, hasta ya avanzado el Art Déco.

    Pueden ver aquí una colección de calientapiés antiguos de cerámica que he formado en muchos años:

    http://puesta-en-valor.blogspot.com.ar/2012/02/coleccion-de-calientapies-de-ceramica.html

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  3. La colección fue expuesta durante la 1ra. Exposición de Coleccionistas y Coleccionables, organizada por el Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires, en el año 2006.
    Y fue también premiada durante el 2do. Concurso Premio Museo Nacional de Arte Decorativo al Coleccionismo, en 2008.

    Entre otras curiosidades o rarezas, integran esta colección:

    - El calientapiés del Príncipe de Gales, de enorme tamaño y peso, de uso sólo horizontal y que ostenta las plumas del escudo de armas del heredero del trono británico en relieve alrededor de las dos agarraderas y de la boca de llenado.
    - Un calientapiés en el que se lee “H. M. Govt.” (His ó Her Majesty's Government)
    - Otro del LCC, London City Council, probablemente hecho para ser usado en hospitales.
    - El calientapiés de la RAF (Royal Air Force)
    - Un calientapiés de origen japonés, hecho por la Yutampo Pottery, con un muy curioso diseño achatado, totalmente distinto a los europeos y americanos conocidos.
    - El Gladstone’s Bag Hot Water, Bottle B.E.D., con forma de valija de médico.
    - El Goodwill’s Bed & Foot Warmer and Water Carrier, con forma de barril, hecho en los Estados Unidos de América.
    - Un rarísimo calientapiés australiano con forma de barril y hojas en relieve y con colores alrededor de la boca de llenado.
    - Otro, de un modelo muy raro, que es una cartera de mujer.
    - Otro que es Art Déco, que se llama The Radio porque es parecido a una radio.
    - Un Midlothian Ideal Bed Warmer, rarísimo modelo hecho en Escocia.
    - Un Red Wing de los Estados Unidos de América.
    - Un Henderson Foot Warmer, también hecho en los Estados Unidos de América, etc., etc.

    Forman parte de la colección, entre muchos otros, calientapiés de las siguientes manufacturas:

    - Bourne by Denby, de Derby, Inglaterra.
    - The Old Fulham Pottery, del condado de Middlesex, Inglaterra.
    - Doulton Company Limited Potteries, de Lambeth, Londres, Inglaterra.
    - Grimwade’s, de Stoke on Trent, Inglaterra.
    - West Brothers, de Battersea, Inglaterra.
    - Waverley Potteries, de A. W. Buchan & Co., Portobello, Edimburgo, Escocia.
    - Langley Pottery, de Derby, Inglaterra.
    - Lambeth Limited, de Lambeth, Londres, Inglaterra.
    - Hunts, de Liverpool, Inglaterra.
    - Price, de Bristol, Inglaterra.
    - Nicholson & Sons, de Maidenhead, Inglaterra.
    - Yutampo, Japón.

    ... que integraron partidas hechas especialmente para:

    - Gath & Chaves, de Buenos Aires, República Argentina.
    - Angeleri, Jaccuzzi y Cía., de Buenos Aires y Rosario, República Argentina.
    - Rigoli Hnos., de Rivadavia 2499, Buenos Aires, República Argentina.
    - The Chilian Stores, de Gath & Chaves Limited,
    - Bazar Inglés, de Buenos Aires, República Argentina.
    - S.A.G.A., Sociedad Argentina de Grandes Almacenes.
    - Casa Maple, de Buenos Aires.
    - Lilico’s, de Durham, Inglaterra
    - Eaton's, del Canadá.
    - Etc., etc..

    También incluye la colección dos botellas de cerámica que eran fabricadas para una célebre fábrica holandesa de ginebra con uno y dos achatamientos en su cuerpo, como para que después de terminarse la bebida, se las pudiera utilizar como calientapiés llenándolas con agua caliente.

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  4. Monica S. Cassels8 de marzo de 2013, 14:29

    Corrección: el perro Crestado Chino se origina en un Xoloitzcuintle rescatado en EE.UU. en la primera mitad del S. pasado, cuyos descendientes fueron cruzados con Perros sin Pelo del Perú y Bichón Habanés (para aumentar los mechones de pelo). Su nombre provine de un par de perros importados de China a Inglaterra en el S. XIX, pero no hay registro de que la raza fuera sistemáticamente criada en Oriente, sino más bien que los perros calvos de Centro y Sud América se hicieron populares en las flotas mercantes que surcaban el Pacífico y Océano Indico por ser buenos cazadores de ratas, no albergar pulgas y eventualmente, en casos de necesidad, servir de alimento. No se conoce el orígen de los perros calvos americanos, pero es muy posible que sean descendientes de una raza calva que existió en Africa hasta mediados del S. XX.

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