UNA OBRA LEÍDA COMO
"CATALOGACIÓN DE SIGNO GRÁFICO"

Entrevista a Eduardo Stupía, artista plástico. 
Comprensión. Stupía, aquí con su obra, comprendió en la Bienal cosas de su propia obra que no conocía.
Por ANA MARIA BATTISTOZZI


¿Qué sensaciones experimenta un artista cuando es invitado a una exhibición internacional y se presenta con su trabajo sin tener del todo claro cuál será el ámbito o el universo con el cual su obra se habrá de vincular?
Stupía fue invitado por Pérez Oramas, luego de que el curador sugiriera incorporar un par de dibujos suyos a la colección del MOMA y lo incluyera en la muestra New perspectives in Latin American Art que se exhibió allí en 2007. Mientras recorre la bienal confiesa que percibió más claramente la razón por la que fue convocado recién cuando llegó a verla en su conjunto. Pero sobre todo cuando pudo detenerse ante los artistas con los cuales le toca convivir. A muchos de ellos ni siquiera los conocía y fueron un descubrimiento.
“Incluso, llegué a comprender cosas de mi propio trabajo que yo no había advertido. Y para mí es un efecto doble muy fuerte –explica mientras continúa–. En especial todo lo que tiene que ver con esa noción de catalogación que sobrevuela la bienal, y puede ser leída como si el mundo mismo fuera un gran catálogo. Esa acumulación más o menos ordenada o desordenada que remite también a la idea de clasificaciones, de rótulos, de archivos. Es allí que pienso que Pérez Oramas percibió en mi trabajo una especie de catalogación de signo gráfico, sólo que disimulada y presentada como lenguaje, o al revés. Me refiero a un lenguaje que se despliega pero al mismo tiempo se muestra como tejido de signos interrelacionados entre sí. Como si cada obra fuera la puesta en escena de un orden posible. Pienso que eso es lo que vio en mis trabajos y es algo que ciertamente pude haber pensado pero nunca lo había visto tan claramente así.
Y más allá de esa experiencia personal ¿qué impresión te produce la Bienal?
Diría que es una bienal que permite leer artista por artista y al mismo tiempo la lógica heterogénea que los agrupa, los justifica y de algún modo le da sentido a todo. Creo que la idea de constelaciones que complementa el título de la exhibición, “La Inminencia de las poéticas” lo expresa bien porque uno puede pensar que el curador revela, por ejemplo, que cada obra es una constelación en sí misma.
¿Qué definiría esa idea de constelación?
Puntos aparentemente azarosos que unidos hacen una figura. Es decir que, aunque inconexos en apariencia, pueden definir una figura. En ese sentido diría que la Bienal es una constelación en sí misma y los artistas esa suma de puntos que el curador vincula. Siendo uno mismo artista y uno de esos puntos, se ve a sí mismo parte integral de ese todo. Diría que es un tipo de relación que define también la propia.
¿Y qué con relación al título “La inminencia de las poéticas” que opera de tal manera que abarca un amplio rango de cosas?
Me da la impresión que es como si hubiera trabajado sobre lo no consagrado de manera espectacular y no sólo en el sentido de tamaño. Sino que se dirige a lo que está por venir. Algo que apunta a un estado de alerta o atención sobre lo que vendrá.

Fuente: Revista Ñ Clarín

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