CONTROL CONVERTIDO EN POESÍA


Interactividad a fondo, obras que dejan de existir cuando el espectador se aparta de ellas y no tienen a nadie a quien detectar. Arte que vive, que es mirado y mira.

Por Marina Oybin

Por estos días el Espacio Fundación Telefónica se transformó en una especie de panóptico con cámaras en vivo y sistemas de seguimiento computarizados. En Detectores, uno es observado y, al mismo tiempo, observa, escruta, da vida a las poderosas instalaciones de Rafael Lozano-Hemmer. Y si nadie las mira, las obras se apagan, dejan de existir.
“No se trata de una moralización sobre la condición orwelliana de nuestra sociedad, sino de pervertir y materializar en una forma poética o crítica los elementos de control que existen”, explica Lozano-Hemmer desde San Francisco, donde acaba de inaugurar en el MoMA “Frecuencia y Volumen”, una instalación en la que el espectador sintoniza radiofrecuencias con el cuerpo, y donde se exhibe, además, “Homografías”, una instalación con tubos fluorescentes que rotan con la presencia del público.
Detectores reúne una serie de obras de arte reactivo: son experiencias incompletas a las que el público viene a dar sentido. A cada paso uno activa grabaciones de video, esculturas cinéticas, animaciones algorítmicas y ambientes de luz. Ya de entrada, el espectador se topa con “Sabroseos” (el título original es Make-out, un juego de seducción, generalmente previo al sexo), una pantalla interactiva de alta resolución con sistema de vigilancia computarizado incorporado. De lejos, vemos un diseño geométrico, por momentos deviene cinético. Habrá que acercarse para que los sensores detecten nuestra presencia. Ahí nomás, las parejas se miran. Silencio. Luego, copa la pantalla un desfile inagotable de hasta 8.000 videoclips de besos en simultáneo (tomados de Internet). Hay besos famosos del cine, besos amorosos, apasionados, inolvidables, heterosexuales u homosexuales. Cada vez que nos desplazamos, como si fuera posible que se multiplicaran exponencialmente, la pantalla nos devuelve un nuevo beso. Seguimos caminando. La cámara ya no detecta la presencia y la mirada humana: los besos, entonces, desaparecen.

BIFURCACION. Computadora, Kinect, proyector, metal, motor, procesador Arduino, madera fumigada.

Lozano-Hemmer demuestra que la tecnología desata obras poéticas, bellas, que sacuden el corazón. “Bifurcación” es una instalación de la serie Shadow, donde las sombras proyectadas son reinterpretaciones del objeto en cuestión. En sala, una rama real cuelga de un hilo. Apenas  hay que soplarla para que en una pantalla la imagen del árbol de la que proviene empiece a rotar en la misma dirección. Se mueve una y otra vez: la misma frecuencia, el mismo ángulo de inclinación. La rama ausente ahora da vida al árbol.
Así como Duchamp encapsuló aire de París y Piero Manzoni puso su propio aliento en globos, Lozano-Hemmer es capaz de capturar un suspiro y reproducirlo ad eternum. El artista le pidió a la cantante cubana de boleros Omara Portuondo que respirara en una bolsa de papel. Acto seguido, a partir de ese intangible, creó “Ultimo suspiro”, una instalación diseñada para almacenar y hacer circular el suspiro de una persona. Sin respiro, la bolsa de papel se infla y desinfla. “Esta pieza pretende ser un retrato biométrico realizado a partir de tecnologías médicas que circulan el aliento entre un fuelle y una bolsa de papel al ritmo de la respiración promedio de un adulto en reposo: diez mil veces diarias, con 158 suspiros”, dice el artista.
Lozano-Hemmer cuenta que primero capturó el suspiro de su madre, pero después decidió quitarlo de la bolsa y del aparato: “En mi opinión únicamente hay que conservar el aliento de alguien que tenga una relevancia más general”. De esta serie, la obra más bella es la que le regaló a una pareja de amigos suyos: son sus suspiros, la respiración mezclada de ambos seguirá junta después de la muerte. ¿Quién se resiste a los frascos con aire y aroma del pasado?, ¿o a las bolsas de papel con deseos inconfesables y suspiros de amor eterno?
“Coincidencia sostenida”, una instalación interactiva con tubos de luz, luces infrarrojas y software, nos lleva a jugar como chicos. Apenas nos movemos, nuestras sombras se proyectan en la pared: parece que tuvieran vida propia, siguen ahí, superpuestas en extraño delay a pesar de nuestros movimientos.
SABROSEOS. Shadow Box 8. Pantalla interactiva de alta resolución con sistema de vigilancia incorporado.
SABROSEOS. Shadow Box 8. Pantalla interactiva de alta resolución con sistema de vigilancia incorporado.

Con un sistema de vigilancia computarizado y un software que modifica nuestra imagen, “Blow - up” transforma nuestra imagen: la expande, multiplica y deconstruye hasta volverla sólo forma y color. A unos pasos, como si se tratara de un sitio infernal, en la instalación interactiva “La medianoche del año”, en la pantalla brota de nuestros ojos un extraño humo. Denso, imparable. Y en “Tensión superficial”, ese ojo no nos deja de observar. Uno se mueve y la mirada de ese desconocido nos sigue sin tregua. Finalmente, hartos de esa gigantesca pupila inquisitoria, nos quedamos quietos. No hay caso: el ojo sigue mirándonos fijamente.
“Indice de corazonadas” funciona con huellas digitales, un fundamento de la biometría para la detección de individuos. La instalación toma esa tecnología y crea un ambiente conectivo, una especie de paisaje hecho con capturas de la piel que palpitan al ritmo cardíaco de los participantes. Apenas usted apoye el dedo en la máquina (con un sensor equipado con microscopio digital y sensor de frecuencia cardíaca) verá en pantalla que las huellas se vuelven imagen abstracta, bella, única, y al tiempo, irreconocible.

Pura textura y color.

En las obras de Lozano-Hemmer la tecnología palpita. El artista se zambulle en un desafío que parece imposible: capturar lo efímero e indeterminado. Logra, por ejemplo, que una rama ya seca dé nueva vida a un árbol o atrapa algo tan frágil e inasible como el suspiro de quien amamos. Pura alquimia.

FICHA
Rafael Lozano-Hemmer
Detectores

Lugar: Espacio Fundación Telefónica (Arenales 1540).
Fecha: hasta 19 de diciembre.
Horario: lunes a sábados, 14 a 20:30.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

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