EL GRABADO Y EL ESPÍRITU DE LOS 70

Una muestra que rescata la producción gráfica de tres décadas en la Argentina pone el foco en los artistas que trabajaron vinculando su arte con la agitación política y fabril.

Por Ana Maria Battistozzi

Mucho antes que la fotografía democratizara la producción, circulación y consumo de imágenes, el grabado atisbó un proceso similar. Ambos padecieron el menosprecio de la alta cultura y por razones similares gozaron de gran predicamento en el arte político. Como sistema de producción múltiple, el grabado fue el que mejor interpretó los postulados del arte político de vanguardia. Un dato que definió su destino pero al mismo tiempo se volvió en su contra. Tan intensa fue la impronta que lo marcó, que treinta años después, el lenguaje innovador que había propiciado se mantenía fosilizado en el programa de las academias.
Así, los años sesenta irrumpieron con un caudal de innovaciones y plantearon la necesidad de modificar esa tradición. A ese momento de inflexión y sus consecuencias en las décadas siguientes, está dedicada la muestra Discursos gráficos, artistas y grupos de la producción gráfica entre 1960 y 1990 , que se exhibe en la Fundación OSDE. Tanto la muestra, como el catálogo que la acompaña vienen a sumarse al excelente trabajo de Silvia Dolinko Arte plural.

Liliana Porter. “Dos dobleces tensados”, 1970. Aguafuerte e hilo sobre papel, 44,8 x 32,1 cm.
Liliana Porter. “Dos dobleces tensados”, 1970. Aguafuerte e hilo sobre papel, 44,8 x 32,1 cm.

El grabado entre la tradición y la experimentación y la reciente muestra Recorridos de la gráfica social desde la colección del Museo Castagnino+macro, que vienen dando cuenta del interés que en los últimos tiempos ha despertado el derrotero en este específico campo.
Curada por Matilde Marín, protagonista del período acotado, la muestra eligió focalizarse básicamente en cuatro grupos, que, orientados a las prácticas de la gráfica, actuaron entre los setenta y fines de los ochenta. Tal el caso de Arte Gráfico- Grupo Buenos Aires, uno de los primeros en abrir rumbos en ese sentido, integrado por Juan Carlos Romero, Julio Muñeza, César Fioravanti, Horacio Beccaría, José Luis Macchione y Ricardo Tau; Grabas, acaso el de mayor proyección internacional que alcanzó gran reconocimiento en Latinoamérica en los setenta, integrado por Pablo Obelar, Sergio Camporeale, Delia Cugat y Daniel Zelaya; el Grupo Seis que integraron la propia Matilde Marín, Zulema Maza, Mabel Eli, Graciela Zar, Alicia Díaz Rinaldi y Mónica Billoir a partir de 1984 y el Grupo Gráfica Experimental, nacido en 1985. Este grupo tuvo nuevamente a Juan Carlos Romero como uno de sus principales animadores junto a Rodolfo Agüero, Mabel Rubli, Hilda Paz y Susana Rodríguez.

Rodolfo Agüero. “Lo absoluto y el concepto”, 1988-2012. Fotocopia impresión Xerox, estructura de madera y metal. Medida obra original: 820 x 330 cm.
Rodolfo Agüero. “Lo absoluto y el concepto”, 1988-2012. Fotocopia impresión Xerox, estructura de madera y metal. Medida obra original: 820 x 330 cm.

La muestra se propone vincular el panorama local con una serie de diálogos e intercambios internacionales que surgieron a partir de los viajes de artistas que a su turno aportaron noticias de técnicas y metodologías de trabajo en talleres de gran reconocimiento mundial como el Pratt Graphic Arts Center, del Pratt Institute de Nueva York.
De allí que no se limite sólo a estos grupos sino que incorpore también a quienes, en consideración de la curadora, actuaron como “bisagras o nexos” entre esa tradición y la novedad que emergía producto de diálogos, fundamentalmente con Europa y los Estados Unidos. 
Entre ellos se destacan Fernando López Anaya, Alfredo De Vincenzo y Ana María Moncalvo, maestros que impulsaron en las nuevas generaciones muchos de esos cambios, pero también artistas que se erigieron en referentes. Tal es el caso de Antonio Berni, quien como es sabido, ganó el Gran Premio de la Bienal de Venecia por esta disciplina en 1962; Luis Seoane y Edgardo Vigo, pero también Liliana Porter.

Marta Gavensky. “La máquina del amor y señora”, 1973. Aguafuerte y aguatinta, 100 x 70 cm.
Marta Gavensky. “La máquina del amor y señora”, 1973. Aguafuerte y aguatinta, 100 x 70 cm.

Tras una estadía en México en los años 50, Porter se instaló en Nueva York y formó ella misma el New York Graphic Workshop con Luis Camnitzer y José Guillermo Castillos. Todos estos artistas coincidieron en poner en tensión las técnicas tradicionales del grabado en búsquedas orientadas conceptualmente a pensar la práctica y sus posibilidades.
Fernando López Anaya, una de las figuras homenajeadas en esta exhibición, había estado en el Pratt Center y fue uno de los mayores impulsores del giro experimental que asumió el grabado desde fines de los cincuenta.
Uno de sus discípulos en la Universidad Nacional de La Plata fue Juan Carlos Romero, otra figura central de este período y, como cabía esperar, también en esta exhibición. Una preocupación central de Romero desde comienzos de la década del sesenta apuntó a la participación del espectador. Algo que puede rastrearse desde sus incursiones en el arte óptico en las tramas que imponían desplazamientos hasta las experiencias de arte colectivo que encaró como integrante de Arte Gráfico Grupo Buenos Aires y más acá. Este grupo, que se formó en 1968, realizó acciones en plazas, fábricas y centros culturales, llevó talleres al espacio público proponiéndose una tarea docente y una circulación de la obra más allá del mercado.

Antonio Berni. “Ramona con mantilla”, 1968. Gofrado color 13/25, 95 x 62 cm.
Antonio Berni. “Ramona con mantilla”, 1968. Gofrado color 13/25, 95 x 62 cm.

De todos, Arte Gráfico es probablemente el que encarna de manera más cabal el espíritu del 68, que en la Argentina tuvo mucho que ver con la agitación fabril y acontecimientos como el Cordobazo.
“Era un momento intensamente político propiciábamos la idea de que el arte no fuera un objeto vendible”, recordó Liliana Porter en una de las charlas que acompañaron la muestra. Quizá ese dato del espíritu de época explique también la importancia que adquirió el grabado y el interés experimental que despertó. Tanto por su apertura democratizadora como la orientación política que se le imprimió a su estética en los 70 y 80.
Las obras de José Luis Macchione, Julio Muñeza y Romero incluidas en la muestra son un interesante ejemplo de esto. Desde lo técnico se ampliaron las planchas, las tintas, se incorporó el fotograbado y, la fotocopia. En esos años las novedades iban y venían. Este es otro de los puntos que el conjunto de OSDE se propone destacar al incluir trabajos de un importante desarrollo en el espacio que ponían en cuestión la tradición del plano hasta entonces dominante. Es lo que hicieron el Grupo Seis y el Grupo Gráfica Experimental que en los 80 se aventuraron con nuevos soportes y una ocupación cada vez más decidida del espacio que tuvo desigual fortuna.

Grupo Gráfica Experimental. Afiche, octubre 1988.
Grupo Gráfica Experimental. Afiche, octubre 1988.

El primero nació más inspirado en Grabas, cuya primera exhibición en la legendaria Galería Carmen Waugh en Chile marcó su derrotero internacional. De los dos grupos de los 70, éste fue el que circuló por espacios más institucionalizados y su interés se concentró más bien en las indagaciones formales y técnicas. No obstante, los trabajos de este grupo acompañaron las ediciones de la revista Crisis y de ellos se llegaron a realizar tiradas de 20 mil ejemplares lo que, también estaba en sintonía con el impulso democratizador de la época. La herencia de experimentación técnica de Grabas marcó al grupo Seis pero también al Grupo Gráfica Experimental en la década siguiente.
Aunque en los trabajos de uno y otro se advierte la influencia del pensamiento pictórico que caracterizó a los 80 y para ello el grabado apeló a una combinación de técnicas: serigrafías fotográficas, aguatinta, aguafuerte, gofrado. El repertorio de posibilidades que se abrieron fue tan amplio que en un punto terminó por transformarse en fin en sí mismo y al mismo tiempo se convirtió en un corsé para la innovación.

Edgardo Antonio Vigo. “MDC. Movimiento Diagonal Cero”. La Plata, 1966.
Edgardo Antonio Vigo. “MDC. Movimiento Diagonal Cero”. La Plata, 1966.

Pasó lo mismo con la fotografía. Concentrarse en la técnica como lo propio de un medio llevó a fotógrafos y grabadores a no poder reflexionar sobre las implicancias históricas o lo que ese medio permitía a la hora de decir cosas. En el Graphic Workshop, nos preguntábamos por qué los ismos más importantes nunca habían salido del grabado comentó Liliana Porter. ¿Qué está mal?, se preguntaban ella y sus compañeros. Advertimos entonces que los grabadores estábamos muy en la cocina, tan orgullosos de nuestros alardes técnicos que nos olvidábamos que lo importante era decir algo. También concluimos que quienes proponían cosas nuevas no estaban pensando sus ideas desde la técnica sino todo lo contrario. La enseñanza es un corolario válido para el resumen que propone esta exhibición.

FICHA
Discursos gráficos, artistas y grupos de la producción gráfica entre 1960 y 1990
Lugar: espacio de arte Fundación OSDE, Suipacha 658
Fecha: hasta el 19 de enero
Horario: Lunes a sábados, 12 a 20.
Entrada: gratis


Fuente: Revista Ñ Clarín

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