LA CASA ROSADA ES ASIMÉTRICA

Los cuerpos laterales eran iguales, hasta que le rebanaron el sur para prolongar Yrigoyen.

Ahora. La sede del Gobierno en la actualidad, con un lado más largo que el otro, por una de las tantas modificaciones que se le hicieron.
Por Berto González Montaner*

La Casa Rosada es un enclave patrimonial de gran densidad histórica. Demás está decir, por los hechos relevantes que allí se suscitaron y marcaron los destinos de nuestro país. No sólo eso, también desde la arquitectura concentra récords de historia y curiosidades por metro cuadrado. Las más recientes tienen que ver con la polémica que desató la plata que se va a gastar en hacer un puñado de refacciones. Estas parecen continuar una serie de obras ya realizadas que –luego de años de abandono– a partir de 1998 recuperaron las cuatro fachadas, cambiaron su color rosa por uno más intenso y restauraron algunos de sus imponentes salones.
Aunque pocos lo sepan, el frente de la Casa Rosada alguna vez fue simétrico, con su arcada central enfatizando el acceso principal y ceremonial sobre la Plaza de Mayo. Así lo proyectó en 1884 Francisco Tamburini, el mismo autor del Teatro Colón, el Departamento Central de Policía y del Colegio Mariano Acosta, entre otras obras destacadas. En realidad, si nos retrotraemos a los orígenes, de esta barranca bañada por el río emergían las murallas del Fuerte de Buenos Aires (1594). Con el tiempo, se fueron sucediendo una serie de edificaciones como la residencia para gobernadores y el palacio para los virreyes, hasta que en 1853 sirvió como sede del Gobierno Nacional. Fue Sarmiento quien durante su presidencia promovió una gran reforma que incluyó la arriesgada decisión de pintar todo de rosa.
La historia del edificio que hoy conocemos arranca en 1876 cuando en la esquina vacante de Balcarce e Yrigoyen, Carlos Kihlberg proyecta la nueva sede para el Palacio de Correos y Telégrafos. Y calle de por medio, en la esquina de Balcarce y Rivadavia, Enrique Aberg proyecta el edificio de Ministerios, como materializando una idea expresada por Carlos Pellegrini: “Dos cuerpos de edificios simétricos y paralelos que dejen ver el Sol de América a su levantar”.
Duró poco. Las ambiciones del presidente Julio Argentino Roca eran otras. Impuso a su arquitecto personal, el italiano Francisco Tamburini, quien unifica en 1898 los dos cuerpos existentes con un arco central que le da a la sede de gobierno la pretendida configuración monumental a la altura de las declamadas transformaciones de la Nación.
La historia no queda ahí, ni tampoco el edificio. Entre los años 30 le rebanan 17 metros del ala sur para continuar Hipólito Yrigoyen hacia el río. La idea estaba dentro de un plan general que consistía en mudar la Casa de Gobierno y darle un nuevo marco a la emblemática Plaza de Mayo. De esta iniciativa queda como cicatriz la pérdida de la simetría de la Casa Rosada y la imponente presencia del Ministro de Hacienda, esa mole sobre Yrigoyen y el Bajo que aún conserva los agujeros de las balas del bombardeo militar de 1955.
En 1942, durante unas excavaciones, se redescubre la vieja Aduana en la parte posterior a la Casa de Gobierno. Había sido proyectada en 1855 por el ingeniero Edward Taylor con forma de hemiciclo y fue demolida en 1894 cuando el puerto pasó a ser Puerto Madero. Este hallazgo fue el puntapié para la creación del Museo de la Casa de Gobierno en 1957 y luego la construcción del flamante Museo del Bicentenario, inaugurado en 2011. La Presidenta, haciendo uso de su declamada vocación arquitectónica, puso mano en el proyecto del estudio B4FS y mandó a trasladar a este sitio el famoso Mural de Siqueiros que había estado arrumbado por años en unos contenedores.
Los arquitectos en general quedaron chochos con esta obra singular. Los que no quedaron muy conformes fueron los arqueólogos: protestan porque al hacer el nuevo edificio cementaron la oportunidad de develar las capas de historia que quedaron enterradas en sus entrañas. Aseguran que, exigidos por los tiempos de la obra, las exploraciones arqueológicas se hicieron contrarreloj, dejando de hacer trabajos más detallados. Y, lo más lamentable, se taparon sectores que presentaban un potencial arqueológico único.

*Editor general ARQ.

Fuente: clarín.com

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                                                                                                                                                                      Foto Oliver Kornblihtt - AFV
                                                                                                                              

COMENTARIOS A ESTA NOTA:
Pedro Baliña · Comentarista destacado · Trabaja en Decoración, Iluminación y Puesta en Valor de Obras de Arte

Un capítulo especial merece la nueva iluminación, con la que se ha conseguido que la que siempre había sido la Casa Rosada, haya pasado ahora a ser la nacarada, iridiscente e irremediablemente cursi Casa Fucsia.
El cuento, en un principio, fue que esa iluminación tonalizada era para hermanar a Buenos Aires con otras grandes ciudades del Mundo por el tema de la concientización de las mujeres en pro de la conveniencia de un diagnóstico precoz del cáncer de mama. La citada iluminación iba a ser temporaria y uno, sólo desde ese punto de vista, podía llegar a aceptar esos espantosos y gigantes tachos plateados, como los que se alquilan para 'eventos' y desfiles de modelos, y esos cables negros gordísimos, como ristras de oscuras morcillas, con los que está hecha. Ésa fue la excusa para encajarnos de prepo esa espantosa iluminación con la que se ha tratado a la sede del Poder Ejecutivo Nacional.
Se ha tirado una millonada enorme de pesos para conseguir ese horrible resultado: uno no sabe ahora si está ante nuestra Casa de Gobierno, frente a uno de los tantos moteles por horas de la Panamericana o ante una disco de las tantas que hay cuando va partiendo de viaje de Buenos Aires hacia Mar del Plata. Tal el grado de la vulgaridad lograda. Síntoma y reflejo de la época.
Y como si lo recién descripto fuera poco, a la sede central del Banco Nación, una de las obras emblemáticas de ese gran artista -escultor-pintor-arquitecto- que fue Alejandro Bustillo, le han 'pintado' su frente con una iluminación tonalizada con un color azul más que inapropiado, lo que, unido a la 'nueva' Casa Fucsia, completa esa tan lograda atmósfera chabacana bien de bailanta tropical que tiene desde hace un tiempo el Casco Histórico céntrico de la Ciudad. ¿Puede ser que nadie objete tanto mal gusto junto?
¿Puede ser que la compulsión argentina en dirección al mamarracho sea tan fuerte, tan irrefrenable? ¿Puede ser que el respeto por nuestros edificios históricos y patrimoniales brille tanto por su ausencia? Es comprensible, hasta esperable, que las empresas proveedoras traten de hacer su propio negocio... ¿Pero los expertos y asesores de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos no deberían expedirse en estos casos y poner las cosas en su justo punto haciendo comprender que esa "chabacanización" del Casco Histórico es absolutamente inadmisible cualquiera sea el punto desde el que se la mire?
¡Cómo se nota que en el Antiguo Egipto, a sus arquitectos, no les enseñaban Iluminación!
  • nmtservice· Comentarista destacado
    Cuestión de gustos. A mi me parece que tiene una muy linda vista nocturna. Sin iluminación sólo parece un edificio viejo y aburrido.
    No estaría mal que cada tanto la modifiquen, eso sí.
  • nmtservice· Comentarista destacado
    Y me gustaría conocer tu opinión sobre la iluminación de la torre Eiffel, hablando de "bailanta tropical"...

  • Pedro Baliña · Comentarista destacado · Trabaja en Decoración, Iluminación y Puesta en Valor de Obras de Arte

    Desconozco la normativa francesa para la Torre Eiffel y para sus monumentos históricos nacionales, edificios patrimoniales, etc. pero sí puedo asegurar que en Francia, como por lo general ocurre con los otros países del Primer Mundo en serio, las leyes y normativa respecto de los monumentos históricos y edificios patrimoniales, se hacen para ser cumplidas y respetadas. Aquí, desgraciadamente, sabemos de memoria, que las leyes y normas se hacen sólo para fregarse en ellas. Y que los gobiernos de todo signo y color, en vez de dar el ejemplo, son los primeros en transgredir y avasallar esas leyes y normativa específicas.
    Por otro lado, no creo que sea comparable el caso de la Torre Eiffel con el de nuestra Casa de Gobierno. A mi entender, podría sólo podría ser equiparable con nuestro Obelisco, puesto que los dos son ya símbolos icónicos, respectivamente de la capital francesa y de la Ciudad de Buenos Aires. Pero la Torre Eiffel no es la sede física dentro de la cual ejercen sus cargos los presidentes de la República Francesa, como sí lo es nuestra Casa de Gobierno. Aparte, la Torre Eiffel, me parece que ha sido tratada lumínicamente con criterio visual y buen gusto. Pero lo hecho en nuestra Casa de Gobierno, me parece un verdadero desastre, un monumento al mal gusto y al cocoliche. Creo que es un gran error sumar iluminación tonalizada a la arquitectura y a la escultura. En el caso particular de nuestra Casa de Gobierno, en la época de De La Rúa, ya se le había cambiado el color, oscureciéndoselo y llevándolo a un muy riesgo color frambuesa demasiado pigmentario. Ese nuevo color, sumado a que la sede de nuestro de gobierno ya es visualmente bastante pesada, le daban ese aspecto como de gran torta muy teñida de colorante artificial. Si a éso, encima se le suma iluminación tonalizada color fucsia, se consigue el bodrio actual. Sólo faltaría ahora instalar unos parlantes y tocar cumbia las 24 horas del día.
    Y ya la cosa estaría completa.
    La explicación del color rosado con el que, históricamente, desde la época de la colonia, se pintaban muchas de las casas viejas urbanas y rurales nuestras, está en que ese color se fabricaba con cal teñida con sangre de vacunos. Pero sus calidades quedaban medio desparejas, "como de acuarela", no con la uniformidad y "perfección" con la que quedan las pinturas tecnológicas actuales.
    Creo que sumarles iluminación tonalizada a la arquitectura y a la escultura, no sólo es modificarlas, desvirtuando los verdaderos colores propios de los materiales que las constituyen, sino que es agregarles una anécdota innecesaria, distractiva del propósito o fin para el cual han sido creados.
    Esa iluminación tonalizada, creo que sin duda resta en vez de sumar.
    Una iluminación de arquitectura interior o exterior o de escultura está bien hecha cuando pone en valor y de relieve las características propias de la obra iluminada, no cuando los efectos lumínicos se destacan en sí y se "leen" en forma separada de la obra que deben destacar.
    La iluminación bien hecha, en definitiva debe servir y estar subordinada a la obra iluminada y de ninguna manera competir con ella. Lo que en el teatro, se llama "problemas de cartel": cuando dos figuras se pelean por encabezar una cartelera. Si la iluminación "triunfa", aplastando o comiéndose a la obra, en vez de ponerla de relieve, será porque no está bien resuelta. Ésto es lo que creo que ha ocurrido con la nueva iluminación tanto de nuestra Casa de Gobierno como del Banco Nación central. Para mí, no han sido encaradas con verdadero criterio visual, ni buen gusto y mucho menos con refinamiento, de ahí los deplorables resultados obtenidos. La gracia de una buena iluminación de arquitectura o de escultura, es en definitiva, prolongar los efectos benéficos del día solar, incluso aumentándolos, puesto que al Sol, por los movimientos de rotación y traslación de la Tierra, uno no puede manejarlo a su antojo y, en cambio, a la iluminación sí. Uno, con la iluminación puede acentuar la dramaticidad y espectacularidad de ciertas obras o conseguir determinados efectos que no podría obtener con la luz solar.

  • Pedro Baliña · Comentarista destacado · Trabaja en Decoración, Iluminación y Puesta en Valor de Obras de Arte


    Y me permito diferir absolutamente con nmtservice, cuando dice que es una cuestión de gustos. No depende sólo de éso.
    Creo haber fundamentado más que ampliamente porqué no me parece bien encarada ni criteriosa la nueva iluminación de la Casa de Gobierno.
    Me parece que se podrían haber respetado la arquitectura, la rica historia y la tradición, amén de la normativa vigente para los monumentos históricos nacionales y edificios patrimoniales y significativos y no haber caído en la vulgaridad, en la baratura y el mal gusto del efecto conseguido.
    Con éso también se hace docencia, se instruye y se da el ejemplo al soberano.
    Dentro del mundillo de la iluminación, hay un conocido dicho que dice que "alumbrar, alumbra cualquiera, pero iluminar, sólo el que puede".
    Creo que es obvio que, a quienes diseñaron e instalaron la nueva iluminación de la Casa de Gobierno, les importaba un rábano el respeto por nuestros monumentos históricos, por nuestro patrimonio edilicio y por el Casco Histórico. Y, aparte de éso, se me ocurre pensar que no tienen una formación o entrenamiento estéticos que los respalde. Lo que se llama "un ojo entrenado" y que "sabe ver".
    En definitiva: no se puede pretender que el olmo nos dé peras.

Raquel Casas Arauz · Diseño Publicitario


¡¡¡Menos mal que alguien se percató de semejante espanto!!!
Te lo agradezco como argentina, Pedro Baliña, ya que has plasmado con tus palabras mi pensamiento.
Es tal cuál como decís: no han tenido el más mínimo criterio al iluminar semejantes edificios que hacen a nuestro patrimonio histórico y nacional.
Cuando vi la Casa Rosada, en ese colorinche fucsia, me revolvió el estómago, sumado, al azul del otro edificio. Resultado: un bodrio.
¡¡¡Adhiero totalmente a tu opinión!!!
Es increíble que no haya alguien que asesore correctamente a quien tuvo esta pésima idea.
A veces, menos es más...

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