SEDUCIDOS POR LA FORMA, TRANSPORTADOS AL FUTURO

"Diseño aplicado", una muestra de trabajos de la colección de diseño del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, es una audaz conjunción de mobiliario, herramientas, gráfica y juegos que desafía nuestra idea del diseño.
A diferencia de las sillas aerodinámicas, los automóviles y utensilios característicos de la colección del MoMA, la mayor parte de los cien objetos expuestos aquí nunca estará en eBay. Pero se los puede ver en salas de videojuegos, laboratorios de biotecnología y hasta en los teclados de los aparatos de comunicaciones.
Organizada por Paola Antonelli, curadora de arquitectura y diseño del museo, "Diseño aplicado" podrá visitarse hasta enero de 2014.
"Diseño aplicado" reúne objetos de exposiciones anteriores y recientes incorporaciones a la colección permanente.
El "Reloj biológico artificial" que diseñó Revital Cohen, por ejemplo, ya ha estado expuesto antes. El reloj es un prototipo de un aparato que concentra datos online del médico, el terapeuta y el banquero de una mujer a los efectos de determinar cuál es el momento adecuado para que tenga un hijo.
En un arranque de audacia, el otoño pasado Antonelli compró catorce videojuegos para el museo, entre ellos Pac-Man, Tetris, Myst y Canabalt.
Se invita a los visitantes a usar varios de los juegos y a ver muestras de los elaborados mundos digitales que se construyeron en otros en el transcurso del tiempo.
El nombre "Diseño aplicado" es de una modestia misteriosa y hasta resulta redundante. Casi por definición, el diseño cumple algún fin práctico.
¿Qué significa "aplicado" en el caso de trabajo que siempre pensó para el uso? Antonelli señaló que pensaba en un futuro en que el campo del diseño se subdividiera, como la física, en una rama teórica y otra aplicada. Al mismo tiempo, agregó, estaba retomando un viejo término para el diseño: "arte aplicado".
En lo fundamental, sin embargo, "Diseño aplicado" hace referencia a los muchos campos en los cuales operan los diseñadores. Antonelli no ha abandonado el objeto, pero quiere mostrarlo como una continuación de tecnologías como la impresión 3D y de modelos conceptuales como la biomímesis, donde el diseño se basa en la naturaleza.
Está en exposición, por ejemplo, el "Impulsor Lily", una pieza de acero inoxidable que Jayden D.
Harman, un inventor y emprendedor, modeló sobre la base de la espiral de Fibonacci. La forma, que sigue la curva de un caracol de mar, permite que el aparato haga circular millones de litros de agua de forma eficiente en los sistemas de agua municipales.
Se trata de un objeto magnífico.
"Quiero recordarle a la gente la importancia de la elegancia, el hecho de que la belleza no tiene por qué ser más cara ni más difícil de encontrar que lo que no es hermoso", dijo Antonelli al referirse a los muchos elementos que integran la muestra y tienen un gran atractivo visual, entre ellos encajes del estudio holandés Freedom of Creation , producto de tecnología de rápida creación de prototipos, y una lámpara de pie del diseñador británico Paul Cocksedge que es una gran banda de fibra óptica. La gente que se detiene a admirar esos objetos pensará en "un mundo de consideraciones materiales e industriales muy serias", dijo.
"Seducen por la forma, y luego nos transportan al futuro del diseño".
¿Y si esa seducción no nos llevara al futuro sino a un punto muerto de autocomplacencia artística, al tipo de objeto que se ve mejor en el papel (o en un museo) que en la práctica? Eso se le critica a una de las estrellas de la muestra, "Mine Kafon", un instrumento creado para flotar sobre los campos y detonar minas terrestres enterradas.
Obra de Massoud Hassani, un afgano, y surgido de un proyecto estudiantil de la Academia de Diseño Heindhoven de Holanda, "Mine Kafon" parecía estar más allá de todo reproche: se alimenta de energía renovable, el viento; promete salvar vidas; puede reparárselo con facilidad cuando se descompone; y su parecido con un diente de león lo convierte en poema visual. Ubicado en un rincón de una sala de exposición, atrae las miradas.
Pero Marv Vlemmings, un periodista de Holanda, critica el invento.
Al discutir sus méritos en la revista de diseño holandesa Items, sostuvo que Mine Kafon es un prototipo que no se ha probado ni refinado lo suficiente para cosechar aplausos.
Le resultó indignante la premisa de un barreminas al que el viento impulsa por un camino errático en lugar de contar con un programa sistemático para eliminar las armas. "El Mine Kafon proporciona a los habitantes de una zona minada una falsa sensación de seguridad", dijo.
Cuando se le transmitió la objeción, Antonelli contestó: "A veces hay objetos heroicos que sensibilizan el mundo. Nunca pensé que estuviera probado y listo para entrar en acción, pero consideré que el concepto era tan fuerte, tan convincente y tan poderoso, incluso debido a la relación con la historia personal del diseñador, que eso bastaba".
De todos modos, la idea de un diseño heroico pero posiblemente ineficaz habría alarmado a algunos de los predecesores de Antonelli. Buena parte del diseño moderno se basa en el principio de que los objetos que funcionan muy bien (ya se trate de clips para papeles o de BMWs) no pueden evitar tener un aspecto maravilloso, mientras que los objetos que no funcionan llevan la marca estética de su ineptitud.
La historia ha refutado esa teoría muchas veces, pero nunca de forma tan convincente como en la era del chip digital, en que la relación entre aspecto y desempeño se ha vuelto cada vez más irrelevante.
Antonelli se basa en lo que ve al calificar la disciplina de caótica, inquieta y fascinante. Tal vez sea hora de pensar en otro nombre para el diseño, o en varios. 

Fuente: Revista Ñ Clarín

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