VANDALISMO EN LA CIUDAD


El pensador debió ser protegido. Foto: Archivo

Editorial del diario La Nación del lunes, 18 de marzo de 2013.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades y de algunas organizaciones vecinales y no gubernamentales preocupadas por el estado en que se encuentra el patrimonio ciudadano, el vandalismo avanza cada día sobre Buenos Aires y algunos de sus espacios más representativos. Los preferidos suelen ser las fachadas de los edificios públicos; las estatuas, mutiladas de las más variadas maneras; los monumentos, pintados salvajemente, y hasta las señales de tránsito, que poco pueden cumplir con su función cuando desaparecen tras las pegatinas.
En una especie de ritual sin fin, el gobierno porteño vuelve a reparar lo destruido, con la conclusión de que una parte importante de los ingresos del presupuesto anual están destinados a pagar esos destrozos. Por ejemplo, cada vez que hay una protesta frente a la Legislatura porteña, el edificio sufre pintadas y roturas; en el último año, hubo que gastar 500.000 pesos en arreglos, lo mismo que en 2011. El pensador , de Auguste Rodin, uno de los tres originales que hay en el mundo y que está en la plaza Lorea, frente al Congreso Nacional, debió ser protegido por un blindex después de sufrir innumerables ataques vandálicos.
No sólo se trata del patrimonio arquitectónico, cultural y natural, sino también de aquello que está en función de facilitar la vida ciudadana: el robo del cable de luminarias -se rompen las columnas para extraerlo y hasta desaparecen los del tendido aéreo- conlleva obviamente otras razones, como es dejar zonas a oscuras para robar sin ser descubierto. En el caso de los contenedores de residuos quemados o robados, el gobierno porteño tuvo que reponer en 2012 unos 4909, a razón de 2100 pesos cada uno.
Si, como piensan muchos especialistas en seguridad urbana, un buen espacio público puede inducir buenos comportamientos sociales y hacer así más segura una ciudad, es indispensable continuar con la difusión de campañas públicas en las que se invite a contribuir a la sociedad con ese interés general que beneficiará a todos.
Para las Naciones Unidas, "el futuro de la humanidad y del planeta depende de tener mejores ciudades". Empezar por cuidar el espacio público nos llevará a lograr ese objetivo. En un mundo cada vez más interconectado, cada acción sobre el espacio de todos redunda también en el espacio privado. Y esto vale tanto para los funcionarios, que deben comunicar de manera clara y rápida las decisiones por tomar, como para los habitantes -los porteños y quienes nos visiten, en este caso- que debemos llevar a la práctica, también dentro de nuestra pequeña área de acción, lo que exigimos a nuestros representantes: cuidado y respeto por el patrimonio común.

Fuente: lanacion.com

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