ARTE Y TECNOLOGÍA TARDAN EN MEZCLARSE

Muchos en el mundo del arte señalan que no hay razón para que los magnates de los nuevos medios no reciban ahora una formación artística reparadora porque serán la próxima elite rica y coleccionista.
Rex Sorgatz, de 40 años, consultor digital para empresas y revistas en la Web, es uno de los pocos en Silicon Alley, la zona de la alta tecnología de Nueva York, que se mueve dentro del mundillo del arte. Sorgatz dijo que si alguna vez llegaba a invitar a sus amigos de la tecnología al Museo Guggenheim de Nueva York, la mayoría le diría que no. "Me decepciona un poco la desconexión entre el mundo del arte de Nueva York y el espacio tecnológico", escribió en un correo electrónico.
Hay todo tipo de explicaciones posibles: el sector tecnológico es relativamente nuevo (especialmente en Nueva York); sus miembros son jóvenes, están ocupados y la mayoría no pasó por 4 años de estudios de humanidades. Sin embargo, como muchos del mundo del arte señalan, no hay razón para que los magnates de los nuevos medios no reciban ahora una formación artística reparadora.
Sima Familant, una neoyorquina asesora en arte, considera que el sector tecnológico tiene casi una obligación de participar más. "Si estos son nuestros próximos Rockefeller, Carnegie, Frick, o lo que sea en términos de nuestra elite estadounidense rica, ¿cómo no están apoyando a la cultura?", preguntó.
Familant, de 40 años, está preocupada, dijo, por el futuro de los establecimientos ligados al arte que se financian en forma privada.
No obstante, hay ciertos indicios de que esa vacilación está evolucionando. En el Armory Show, una feria de arte internacional que se lleva a cabo en Nueva York en marzo, pudo verse a un grupo de transplantados del mundo de la tecnología recorriendo el lugar. John Resig, programador de JavaScript; Georg Petschnigg, fundador y director general de FiftyThree; y Serkan Piantino, ingeniero de Facebook, todos hicieron sus rondas.
"Hay tanto más arte en Nueva York", dijo Petschnigg de 35 años, que vivía en Seattle y trabajaba para Microsoft. "Para entenderlo, hacen falta amigos".
Para Resig, de 28 años, el Armory Show fue "un poco duro". En la tecnología, dijo Resig, tiende a haber una "cultura de la apertura", donde las personas se enorgullecen de compartir su trabajo y permitir que otros lo usen. "Esto parecía justamente la atmósfera opuesta: exclusiva, oculta", dijo.
Jonah Peretti, de 39 años, fundador de BuzzFeed y The Huffington Post, dijo que el hecho de tener dinero, "no implica pertenecer al club".
Para quienes están acostumbrados a la cultura de las empresas emergentes, con su transparencia utópica y sus ideales centrados en el mérito, las barreras para ingresar en el mundo del arte resultan desalentadoras. Las fiestas son exclusivas. Las obras no siempre se venden a quienes tienen más dinero. Las imágenes en general no están online.
Mo Koyfman, capitalista de riesgo en Spark Capital, que ha dado financiamiento a empresas como Twitter y Foursquare, dijo que es lógico que los empresarios de la tecnología tengan dificultades con el mundo del arte. "Para los tecnólogos, la idea es emparejar el campo de juego, y el mundo del arte es un sistema muy estructurado y jerárquico", dijo. "En eso hay un conflicto".
Koyfman, de 35 años, que colecciona obras de artistas emergentes que exponen en galerías del Lower East Side de Nueva York, considera que esta tensión es menos pronunciada en la ciudad de Nueva York que en Silicon Valley, California, hecho que ilustra mencionando a un puñado de empresas emergentes locales que operan en la intersección del arte y la tecnología: Tumblr, Kickstarter, Etsy.
"A medida que en Nueva York haya cada vez más historias exi- tosas en Internet, yo supongo que esta gente tendrá más afición e interés por coleccionar arte, porque es Nueva York", dijo Koyfman.
"Por eso viven aquí. Si alguien no quiere estar tan expuesto al arte, se va a vivir al Valley".
De todos modos, la proximidad geográfica no hace mucho por mi- tigar el frío existente entre las dos esferas, suelen decir numerosas personas en cada una de ellas. "Entrar a una galería es una experiencia que intimida, aun siendo Mark Zuckerberg", dijo Mike Brown, fundador de AOL Ventures.
"Muchos tipos que en general son introvertidos, que están desarrollando tecnología durante todo el día, se sienten bloqueados una vez y se preguntan `¿Para qué me preocupo por esto?’" dijo.
La asesora de Brown en materia de arte, Sarah Jane Bruce, de 35 años, coincide con él. "Hay una barrera natural para acceder al mundo del arte", dijo Bruce. "Es insular y cerrado. Los precios no se publican, hay que acercarse a preguntar. Puede ser una experiencia que verdaderamente intimida".

Fuente: Revista Ñ Clarín

 

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