EVITA: UN ÍCONO PERONISTA A LA CONQUISTA DE VENECIA


El envío nacional consta de la obra de Nicola Costantino sobre la mítica Eva Perón. Y de varias obras de otro mito: el artista visual Xul Solar.

“Eva- La fuerza”. Este vestido-máquina representa el corset que usaba Evita antes de morir para estar de pie

Por Mercedes Pérez Bergliaffa


Ayer se inauguró la Bienal Internacional de Arte de Venecia –la más importante del mundo–, sólo para público especializado. Para el público general abre el sábado. “Que la Bienal sea un antidepresivo contra la crisis, contra el mundo político y económico, que ejercen presión”, comentaba ayer el presidente de la Bienal, Paolo Baratta, mientras inauguraba el evento.
Mientras tanto por acá, con una videoconferencia entre Venecia y Buenos Aires, se inauguró el proyecto de arte que representa a nuestro país dentro de la Bienal, Eva- Argentina. Una metáfora contemporánea, de la artista Nicola Costantino. Es el primer envío que se presenta en el flamante Pabellón argentino, recientemente restaurado. Hay que tener en cuenta que, desde hace un par de años, la Bienal de Venecia decidió alquilar estos sectores a algunos países, para que pudieran ser restaurados y convertidos en pabellones permanentes. La Argentina aceptó el convenio: alquiló un Pabellón durante veinte años, junto con los Emiratos Arabes Unidos, Sudáfrica y la Santa Sede.
Por todo esto, ayer, la inauguración del proyecto Eva- Argentina… era una ocasión especial y fue presentada directamente por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner desde el Museo del Bicentenario –al costado de la Casa Rosada–, acompañada del jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, el ministro Florencio Randazzo, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, y la ministro Alicia Kirchner. También había invitados, entre los que se contaban, pocos artistas visuales y más actores, actrices y personalidades del cine y la música: Tristán Bauer, Pablo Echarri, Nancy Duplaá, Darío Grandinetti, Esther Goris, Luis Machín, Víctor Heredia, Jaime Torres y –ahora sí– Gyula Kosice, Yuyo Noé y Rep, andaban por la primera fila.
En paralelo a lo que ocurría acá, del otro lado del océano y desde Italia, el vicepresidente Amado Boudou, el canciller Héctor Timerman, la directora de Asuntos Culturales de la Cancillería, Magdalena Faillace, el embajador argentino en Italia, Torcuato Di Tella, la propia artista rosarina Costantino y un grupo de artistas plásticos que viajaron invitados para la ocasión (ver Los nombres..) posaban desde el Pabellón Nacional ubicado en el Arsenal de la Bienal, listos para dialogar con la presidenta. Cristina anunció la próxima creación de una Bienal de arte. “Es importante que sea federal”, dijo. Y que la obra de Costantino que está mostrándose en Venecia va a ser expuesta en el en la Argentina. Y fue clara con sus preferencias: “Pongan el corset que da vueltas”, pidió la Presidenta que la cámara en Venecia enfocara esa parte específica de la obra de Costantino, “ese corset que usaba Eva veintidós días antes de morir.”
“Panlengua” y “Cuaderno de recortes”. Son dos de las obras del mítico Xul Solar elegidas directamente por el curador general de la Bienal, Massimiliano Gioni, para integrar la exposición principal del evento.

Entonces la cámara muestra desde Italia al vestido-máquina: un armazón de hierro con un motor instalado en la base, que se mueve de manera autónoma chocando contra las paredes de blíndex de la habitación pequeña en la que se encuentra encerrado. Se llama “Eva, la fuerza”, y es tan sólo una de las cuatro partes que conforman el trabajo de la artista en la Bienal. Las otras tres son una inmensa video-instalación, proyectada sobre una pared levemente semicircular, llamada “Eva, los sueños”, trata acerca de las distintas etapas de la vida de Eva. También se exhibe “Eva, el espejo”, instalación formada por un mueblecito boudoir en cuyos espejos se proyectan videos de Eva peinándose o mirándose fijamente y a solas, como también se mira sobre un espejo de pie (los espejos se reflejan entre sí); y la última instalación en el recorrido, “Eva, la lluvia”: una mesa de autopsia con una montaña de hielo encima –simboliza lágrimas- iluminadas por dos potentes lámparas de quirófano.
Pero también hay otro artista argentino que es clave para nuestra historia del arte, y que participa de la Bienal de Venecia este año: es el histórico Xul Solar. Y aunque en la videoconferencia llevada a cabo en el Museo del Bicentenario no se nombró su participación en Venecia –que es auspiciada por el Museo Xul Solar y la Secretaría de Cultura de la Nación– , es importante decir que Xul fue seleccionado directamente por el curador general de la Bienal, Massimiliano Gioni, para integrar El Palacio Enciclopédico, la exposición principal del evento. El eje de la muestra de Gioni es el de construir un museo imaginario donde cabría todo el conocimiento de la humanidad, sus más grandes descubrimientos. Para desplegar esta idea en un formato expositivo, Gioni seleccionó a ciento cincuenta artistas de treinta y ocho países, del siglo pasado hasta la contemporaneidad. Entre ellos se ubica Xul y sus obras. Y éstas no son ni pinturas ni dibujos, sino objetos, carpetas de recortes, su “panajedrez” y su “Títere de la Muerte”.
Aunque tampoco se los nombró en la videoconferencia, hay otros artistas argentinos en la Bienal, Vaira Caivano y Guillermo Shrodek- Hart (este último en la exposición “El Atlas del Imperio” en el Pabellón de América Latina, curada por Alfons Hug).
Partida triple para la Argentina, este año. Ahora hay que esperar a que el jurado dicte su veredicto. Los resultados se sabrán el sábado próximo. Hasta entonces, los nervios no aflojan.

Fuente: clarin.com


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