PERMANENTE IMPERMANENCIA

Fortaleza en Elsi del Rio

Sutiles huellas humanas se funden con la potencia de la naturaleza en las obras de Florencia Temperley, Alexandra Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín Sirai

Florencia Temperley, Sin título, 2013  Foto: Gentileza Elsi del Rio
Florencia Temperley, Sin título, 2013. Foto: Gentileza Elsi del Rio



La rama está doblada, tensa, como si enfrentara un fuerte viento. De ella cuelgan tres pequeñas flores rosas. Ya no hay vida posible en esta delicada imagen zen, en ese brote frustrado que se empeña en florecer bajo un precario abrigo de tela blanca. De cerca se descubre lo que no cuadra: las flores están unidas a la rama con hilos de coser. Y en esa huella está la poesía.
Los rastros humanos que apenas se adivinan en la fotografía de Florencia Temperley atraviesan casi todas las obras reunidas en Fortaleza , la muestra que la artista comparte hasta el 20 de marzo con Alexandra Kehayoglou, Andrés Paredes y Agustín Sirai en Elsi del Rio (Humboldt 1510). Un retorno a las raíces que nos enfrenta con lo único cierto: la "permanente impermanencia" de la naturaleza.
"Miro lo orgánico como un lugar de resistencia, de refugio de las subjetividades frente a un mundo que lo ve, lo sabe y lo controla todo. La construcción interna de lo que somos, deseamos, creemos, necesita un espacio y un tiempo de reflexión, de contemplación", dice Temperley después de haber tomado distancia de sus impecables creaciones digitales para construir escenas más reales, en las que el defecto se integra a la belleza.
Así como ella ató los hilos que unen las flores a la rama que rescató de la plaza y les cosió un nuevo escenario, Sirai escondió extraños animales entre los árboles de sus pinturas, Kehayoglou combinó los paisajes de su infancia con las alfombras que hacían sus abuelos y Paredes dio volumen, movimiento y color a sus piezas de papel calado. Todos ellos parecen haber trabajado con la convicción de que la verdadera fortaleza está en la ternura, en los pequeños detalles.
Para Sirai, ganador del V Premio de Pintura Banco Central, esos detalles funcionan como un modo de atraer la mirada. Sus misteriosas islas con cascadas geométricas, muebles abandonados y puertas que no conducen a ninguna parte actualizan el paisaje pero mantienen lo que él define como la esencia de este antiquísimo género: "Convocar a la observación, abordar preguntas existenciales sobre la relación del hombre con el mundo".
Desde muy chica, mientras jugaba entre los árboles de su jardín, Kehayoglou aprendió de su padre lo importante que era observar la naturaleza. Dentro de la fábrica de alfombras, esas imágenes se unieron a la tradición familiar para convertirse en túneles mágicos que funden el interior con el exterior, y nos transportan al horizonte de la playa o a una hamaca en medio del bosque.
También Paredes llevó a sus obras el efecto de las gotas de lluvia sobre el monte y las sombras de la infinita variedad de plantas de la selva misionera. Aquí, una vez más, hay que detenerse para distinguir las manos de su sobrino entre los huecos en el papel; otra pequeña huella humana perdida entre los frutos de una fuerza que se intuye más poderosa. "Trabajo con los procesos de la naturaleza -señala el artista- como metáfora de las posibilidades de nuestros propios cambios."

Fuente: ADN Cultura La Nación

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