EL PODER MUDO DE LAS IMÁGENES

Final abierto
JESÚS RAFAEL SOTO - SIN TÍTULO - Serigrafía s/papel - 50 x 35 cm.

Por Verónica Chiaravalli / LA NACIÓN

No hay manera de escapar: nos movemos en y entre imágenes, atravesados, saturados, formados y deformados por ellas. Las pantallas las hacen proliferar hasta el infinito, en combinaciones cambiantes y novedosas, y las proyectan sin destino necesario, o las capturan para devolvernos nuestro propio reflejo: la selfie ha reemplazado el espejo. Podemos dialogar con ellas o podemos ignorarlas, pero lo que no podemos hacer es sustraernos a su influencia, a su presencia decisiva, al peso rotundo de su discurso mudo.
"Hoy la imagen excede el ámbito específico de la historia del arte. Los especialistas en imágenes estamos en un lugar de privilegio porque somos requeridos por otros ámbitos, lo que nos permite expandir las fronteras de la disciplina", explica Diana Wechsler, directora de la Maestría en Curaduría en Artes Visuales de la Universidad de Tres de Febrero.
Con la finalidad de reflexionar sobre estos temas, dicha universidad organizó el seminario Pensar con imágenes, que se realizará el 17 y el 18 de septiembre en el Teatro Margarita Xirgu y que tendrá la particularidad de traer a la Argentina, entre otros prestigiosos teóricos de la imagen y artistas, al filósofo y ensayista Georges Didi-Huberman. También participarán José Emilio Burucúa, Jean-François Chevrier, Aurora Fernández Polanco, Graciela Sacco, José Larrañaga y Yayo Aznar,
Los objetos sobre los que se trabajará en el seminario son diversos: Internet, cine, pintura y práctica curatorial. "Los artistas visuales piensan en imágenes -recuerda Wechsler- y en este encuentro buscamos desentrañar aquello que sólo las imágenes pueden decir. Las artes visuales generan una captación de conjunto diferente de la temporalidad que se despliega en el lenguaje, y es la imagen en todo su espesor lo que trataremos."
En el comienzo de Leyendo imágenes, un libro que escribió hace ya catorce años, Alberto Manguel cuenta una de esas experiencias estéticas que suelen ser determinantes en la vida de un niño. Tenía entonces nueve o diez años y visitaba por primera vez el estudio de una tía suya, pintora. La mujer tomó de un estante un libro de reproducciones dedicado a Van Gogh, se lo dio y lo dejó a solas. Acostumbrado a que las imágenes ilustraran los relatos de sus libros infantiles, el pequeño Manguel hizo ese día un descubrimiento crucial: la imagen podía ser autónoma, aun independiente, de toda palabra. Y, a su vez, desde ese silencio impenetrable, era capaz de dar a luz un lenguaje nuevo y distinto. Tiempos después descubriría también que ésa es la fuente de su fascinación y de su poder perturbador.
Fuente texto. adn Cultura La Nación

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