MUSEOS PARA RESCATAR CON EL ARTE DEL RECUERDO

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   La Tate Gallery de Liverpool
Hugo Beccacece

Tres museos europeos,
la Tate Gallery de Liverpool, el Centro Pompidou de Metz y el Museo de Arte Moderno de Frankfurt han desarrollado un proyecto conjunto: Un museo imaginario. En Liverpool y en Frankfurt, la experiencia ya se realizó; en Metz, se inaugurará en octubre próximo. Los tres museos han reunido sesenta obras posteriores a 1945 que forman parte de sus patrimonios; entre ellas, trabajos de Marcel Duchamp, Claes Oldenburg, Bridget Riley y Andy Warhol. El público debe suponer que las sesenta van a desaparecer en un futuro próximo: el último día de exhibición de la muestra en cada una de las ciudades mencionadas. Por ejemplo, en Liverpool ese "museo imaginario" dejó de existir el 14 de febrero de 2016; en Metz, cobrará vida el 21 de octubre de 2016 y se desvanecerá el 27 de marzo de 2017. La propuesta está inspirada en la novela Fahrenheit 451, que cuenta cómo en el futuro todos los libros desaparecerán, víctimas de sus enemigos, y el único modo de conservarlos es que la secta de los lectores los aprendan de memoria. En el caso de las tres muestras sucesivas de los museos, los visitantes se aprenderán de memoria una de las obras en exposición para poder recrearla o restaurarla valiéndose del lenguaje, de los relatos, de performances o de distintos medios a disposición, en caso de que los originales sean destruidos. De hecho, ese "museo" temporario de sesenta piezas "desaparecerá" en la fecha de clausura de la exhibición y las obras volverán a los museos de origen. Los antecedentes históricos de destrucción o de censura de obras de arte, muchos de ellos recientes, son el trasfondo conceptual o imaginario de la muestra. Los visitantes de la exposición que se aprendan de memoria una obra integrarán así un museo viviente.
Hay una nouvelle admirable, En el museo de Reims (1988), del escritor italiano Daniele del Giudice, que conjetura una situación semejante a la propuesta por los museos europeos mencionados. Barnaba, un joven ex oficial de Marina, está perdiendo la vista por una enfermedad mal curada; por lo tanto, ha decidido ir a ver por última vez algunas pinturas dignas de recordarse para aprenderlas de memoria. Va a Reims, por ejemplo, para contemplar y "aprender" el La muerte de Marat de David. En la época del relato, todavía los visitantes podían acercarse mucho a las telas. Barnaba, casi ciego, pega sus ojos al óleo para fijar las líneas y los colores. Otra visitante del museo, Anne, se da cuenta de lo que le ocurre y resuelve contarle a Barnaba algunos detalles del Maratque el protagonista ya no puede percibir. Hasta aquí las semejanzas entre el libro de Del Giudice y el proyecto de los tres museos.
La vida real somete a los seres humanos a ironías crueles, les reserva destinos inesperados que se cumplen del modo más impiadoso y sarcástico. Daniele del Giudice escribió una serie de ficciones notables, entre las más originales y hondas de las dos últimas décadas del siglo XX: El estadio de Wimbledon, Atlas occidental, Despegando la sombra del suelo, El oído absoluto. En abril de 1998 vino a la Argentina para presentarse en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Un mes antes, lo había entrevistado en su departamento de Venecia, en un antiguo palazzo cuyo primer piso estaba ocupado por el Club de Bridge de esa ciudad. Era un hombre de una amabilidad exquisita y de una rara erudición que incluía profundos conocimientos de ciencia. Del Giudice me contó que había visitado el museo de Reims varias veces para hacer lo que hacía Barnaba. Se había aprendido de memoria el cuadro de David como si no lo fuera a ver nunca más.
Hace dos años, de paso por Venecia, pregunté por Del Giudice. Sabía, era lo único que sabía después de dieciséis años, que estaba vivo. Me extrañaba que no se hubieran publicado nuevos libros suyos. Una amiga común, veneciana, me informó: Del Giudice sufre una forma de Alzheimer que se manifestó precozmente. ¿Acaso lo único que Daniele recuerde como partes de un rompecabezas sea el Marat de David, la imagen que Barnaba defendió de la ceguera? ¿Pero sabrá Del Giudice a qué corresponden esas formas trágicas, restos de su memoria derrotada? Uno se imagina un destino, pero el destino siempre espera y ataca en otro lugar.


Fuente texto: lanacion.com

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