PUNTO FINAL JUDICIAL A UNA MEGA OBRA
PREVISTA JUNTO A UN HISTÓRICO CONVENTO.

El Tribunal Superior de Justicia confirmó la nulidad del permiso para construir una torre de 60 metros junto al monasterio de Santa Catalina de Siena

Santa Catalina de Siena, desde la calle Viamonte; al lado, la parcela en la que se iba a edificar una torre Rodrigo Néspolo
   Santa Catalina de Siena, desde la calle Viamonte; al lado, la parcela en la que se iba a edificar una torre.       Rodrigo Néspolo

Fernando J. de Aróstegui

Durante años, el historiador Félix Luna se ilusionó con que frente a su domicilio de Reconquista 754, en el microcentro, se creara un amplio espacio verde donde pudiera "fumarse un puchito, tomar un café y leer un rato bajo los árboles", según recordó su hija Felicitas. Ese espacio nunca se creó: al contrario, en marzo de 2011 el gobierno porteño autorizó la construcción de un edificio de 60 metro, con seis subsuelos de cocheras, que abarcaría todo el frente de Reconquista, desde la avenida Córdoba hasta Viamonte, y que lindaría en su fondo con la iglesia y el monasterio de Santa Catalina de Siena, fundados en 1745 y declarados monumento histórico nacional.
Pero esta semana, el Tribunal Superior de Justicia porteño puso un freno definitivo al emprendimiento inmobiliario al confirmar la nulidad de la resolución que lo había habilitado. Según argumentó, por "no habérsele dado intervención" en el caso a la Secretaría de Planeamiento Urbano, un paso ineludible de acuerdo con la normativa vigente, lo que tornó vicioso el procedimiento administrativo.
El caso había llegado a la Justicia en mayo de 2011 cuando Felicitas Luna, la ONG Basta de Demoler y Lucas Terra, vecino del barrio y arquitecto, iniciaron una acción de amparo con el fin de revocar el permiso de la descomunal obra: consideraban que su ejecución le produciría al monasterio y la iglesia un "daño irreparable" debido a los inevitables movimientos a los que serían sometidos.

"Las excavaciones que debían efectuarse para construir las cocheras del proyecto inmobiliario vulneraban la base estructural del monasterio. Además, el monumento necesita recibir la luz directa del sol para contrarrestar las humedades propias de un edificio tan antiguo, pero iba a quedar en el cono de sombras de la torre", explicó Santiago Pusso, integrante de Basta de Demoler. Y agregó que, además, las torres iban a "encerrar" al monumento, "con lo cual se perdía su dimensión, algo esencial para que se aprecie".

La Justicia se pronunció a favor de los amparistas en primera instancia. Inversora Santa Catalina de Siena SA (Isanca), desarrolladora del proyecto, y la Ciudad apelaron la decisión. Pero la Cámara de Apelaciones también falló en su contra. Ahora, el Tribunal Superior de Justicia - con el voto de los jueces Luis Francisco Lozano, Ana María Conde y José Osvaldo Casas-le puso punto final a la disputa al confirmar la nulidad de la autorización.
En la manzana delimitada por las calles San Martín, Viamonte, Reconquista y la avenida Córdoba, el monasterio y la iglesia de Santa Catalina de Siena fueron diseñados por los arquitectos jesuitas Juan Bautista Prímoli y Andrés Bianchi. 
Este último es considerado uno de los proyectistas más importantes del siglo XVIII en Buenos Aires: participó de la construcción del Cabildo, de la iglesia de San Ignacio y de la iglesia del Pilar, entre otros proyectos. la opinión del máximo tribunal, el vecino y amparista Terra sumó que se registraron otras "irregularidades" durante el trámite. 
El 15 de febrero de 2011, en la Legislatura se votó en primera lectura la ley que creaba el Área de Protección Histórica Catedral al Norte, que incluía la manzana del monasterio, la iglesia y el frustrado emprendimiento inmobiliario. Sin embargo, el 2 de marzo la Dirección General de Interpretación Urbana (Dgiur) dio luz verde a la megaobra.
La Cámara de Apelaciones consideró que estaba impedida de "resolver acerca de la factibilidad del proyecto presentado por Isanca mientras se encuentre en trámite parlamentario un proyecto de ley, luego sancionado por la Legislatura (ley 3943), que tenía por objeto, entre otros, acordar una protección especial" al área en cuestión.
El arquitecto Antonio Ledesma, que firmó la autorización, y Roberto Parysow, arquitecto a cargo del desarrollo inmobiliario, fueron socios hasta seis meses antes de que el primero fuera designado en su cargo", señaló con suspicacia Terra.
Según explicó María Carmen Usandivaras, presidenta de Basta de Demoler, el monasterio y la iglesia "conforman algunos de los últimos vestigios de arquitectura colonial en Buenos Aires". Santa Catalina fue el primer convento de monjas de clausura de Buenos Aires. En 1942 se declaró monumento histórico nacional a la iglesia y en 1975, al monasterio.

La voz de los que impulsaron el amparo



Santiago Pusso  - 
Basta de demoler
"Al construir las cocheras, las excavaciones iban a vulnerar la base estructural del monasterio"
Lucas Terra
Vecino del barrio
"Se registraron irregularidades durante el proceso de aprobación de la obra"

Fuente: lanacion.com

"QUIRÓFANO DE FARAONES"
SANDALIAS ROTAS DE TUTANKAMÓN Y MOMIAS SE PONEN A NUEVO
EN EGIPTO

“Quirófano” de faraones

 El nuevo centro de conservación de El Cairo revela sus secretos mejor guardados. Como cirujanos, 160 expertos restauran tesoros milenarios que se exhibirán en 2018
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Sueño de eternidad. Un sarcófago espera su turno para la restauración.
Sueño de eternidad. Un sarcófago espera su turno para la restauración.
Diana Baccaro


Mohammed Safwat mete la nariz en las sandalias de Tutankamón. Con los ojos casi pegados a la suela, reconstruye con pinza y precisión de cirujano ese tesoro que por ahora no fue exhibido al público. Cuando esté listo formará parte del ajuar funerario del faraón en el Nuevo Museo de El Cairo que se está construyendo frente a las Pirámides de Giza.
Dos meses le llevó a Mohammed armar el rompecabezas de piezas minúsculas que le dan forma a la mitad trasera del calzado izquierdo. Y calcula otros dos meses para completar la parte de adelante. Luego seguirá con el derecho. Con ellos, el faraón más famoso de Egipto supo arrastrar sus pasos por la arena caliente del desierto en el año 1.300 antes de Cristo.
 Nunca antes habían recibido tratamiento de conservación, hasta que se pusieron en las pacientes manos de Mohammed: “Estas sandalias valen oro”, dice envuelto en su guardapolvo blanco, y vuelca su pecho ante ellas como quien hace una reverencia.

Este mes, otros 300 objetos de Tutankamón (todos hallados en su tumba, en 1922) fueron trasladados de los almacenes del viejo y caótico Museo Egipcio de El Cairo a la que será la nueva casa “Tut”, como le dicen acá al niño rey que murió a los 18 años. Se estima que la primera sala, dedicada enteramente a su vida y a su muerte, abrirá en enero de 2018. Y con ella se espera también volver a abrirle la puerta al turismo internacional, que se desplomó en 2011 con las revueltas políticas y la posterior sombra del terrorismo en la región.

Entrar al centro de conservación más grande del mundo, pegado a
la Gran Esfinge de Giza, es como meterse en un quirófano. O en un sueño de eternidad. Hay decenas de momias que con caras arrugadas y uñas largas esperan turno para ser atendidas en camillas de acero. “Estaban en los almacenes del Museo Egipcio y creemos que nueve de cada diez están infectadas, hay que curarlas antes de exhibirlas”, precisa el conservacionista Islam Mustafá. Con los achaques de tres milenios y varios decenios encima, las momias “duermen” envueltas en un nylon transparente. “Lo primero que tenemos que hacer cuando recibimos una momia es documentar su estado: es clave saber si se trata de un noble o de un rey, y la época en que vivió”, sigue Mustafá, mientras pasea su mirada por los sarcófagos donde todavía es posible ver dibujos y restos de pinturas originales
El centro de
conservación tiene 17 salas, con 80 arqueólogos y 80 conservacionistas. En la de los objetos pesados asoman las esculturas de piedra que vistieron los monumentos de todas las épocas de Egipto. Por lo general, llegaron desde Luxor, donde los faraones construyeron la mayoría de sus tumbas del lado oeste del Nilo.
Para Mustafá, el objeto más valioso que atesora el centro de conservación es el enorme papiro que se despliega a lo largo de una mesa blanca. Tiene 3.000 años y les llevó a los expertos tres meses de trabajo unir las siete partes de la pieza en un rollo de jeroglíficos. Fue encontrado en una tumba y contiene una oración de despedida al difunto. La restauración está casi terminada y pronto pasará al almacén del nuevo museo, que ya
 acumulan 16.000 piezas listas para la futura exhibición.
Nadie acá, en este increíble hospital de faraones, piensa que está escribiendo el último capítulo de la interminable historia de Egipto, atravesada por una cultura obsesionada con la muerte y la inmortalidad. A su manera, todos acarician la idea de que es posible encontrar aún hoy más tesoros escondidos bajo la arena del desierto, como las tumbas de Cleopatra y Nefertiti, legendarias y auténticas reinas del Nilo.


Fuente: clarin.com