LA MÁQUINA DE MENSTRUAR: ARTE Y DOLOR



Es la creación de la artista japonesa Hiromi Ozaki. El dispositivo hace doler y gotea sangre. Se verá en el MoMA, de Nueva York.


LA MÁQUINA DE MENSTRUAR

POR Patricia Kolesnicov - pkolesnicov@clarin.com

Oh, oh, se queja –en el video– un caballero japonés que tiene unos cables conectados al brazo.
–¿Lo sentís? Puede ser peor– advierte una chica y pone al tope el regulador de voltaje de una máquina.
Oh, oh, el caballero recibe una descarga le produce el dolor que el ciclo menstrual suele producir en las mujeres. Esto es una exhibición de los poderes de la Máquina de menstruar , una obra de la artista japonesa Hiromi Ozaki. ¿Raro? Y, sí, pero el mundo del arte se ha tomado en serio a esta dama, que se presenta con el seudónimo de Sputniko!: la Máquina se expuso el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio y en julio se la podrá ver en consagratorio Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
No es cuestión sólo de hacer doler, claro. Se trata, básicamente, de una mochila llena de sangre con un dispositivo que regula su salida. Las especificaciones técnicas indican que “La Máquina de Menstruar simula el dolor y el sangrado promedio de cinco días de menstruación humana”. Es decir, calcularon, unos 80 mililitros. ¿Pero se trata de sangre-sangre? En las ideas, sí; en los museos, no.“No se la exhibe con sangre verdadera por razones de salud y de seguridad”, contesta a Clarín la artista, por correo electrónico. “Pero la máquina está diseñada para usar sangre real. Hay que extraerse sangre del brazo y, con ella, llenar el tanque”.
La obra, dice Ozaki, habla de la borrosa línea que separa a varones de mujeres. Y de cómo la tecnología mete la cola y desdibuja un poquito más los contornos. Porque además de una máquina de menstruar, Ozaki construyó –en colaboración con científicos del Imperial College y la Universidad de Reading– un “Pene cibernético”, que las mujeres pueden llevar dentro del pantalón y que se levanta cuando se incrementa el ritmo cardíaco de la portadora. Lo hizo para ver qué se siente tener una miembro que reaccione a sus emociones.

LA DAMA DE ROJO. LA JAPONESA HIROMI OZAKI VISTE SU CREACION Y SIMULA EL SANGRADO. ABAJO, UN DETALLE DE LO QUE CONTIENE LA MOCHILA.

“Ir más allá de la dicotomía hombre-mujer, intercambiar funciones corporales de los sexos nos permite explorar en el tema del género de una manera más compleja: chicos que menstrúan, chicas con pene”, explica Sputniko! en uno de los videos en que muestra la Máquina de Menstruar. “Los hombres piensan: ‘Voy a gobernar el mundo, voy a ser el rey’. Creo que lo harían menos si sangraran unos días por mes”.
Graduada en Matemática y Computación, Sputniko! ofrece una reflexión –optimista– sobre la tecnología como herramienta liberadora, en la idea de que el cuerpo nos puede quedar chico. ¿Por qué tener un solo cuerpo? ¿Por qué ser varón o mujer, si se puede probar un poco de cada cosa? O: ¿Por qué no hacer una excursión por las sensaciones del otro? Además de un objeto, la Máquina de Menstruar es un video en el que Ozaki es Takashi, un chico que construye este aparato para “satisfacer su deseo de entender como es ser una linda chica”. Entender, entender todo, no sólo las partes agradables: “Siente el dolor, siente su nueva realidad”, dice la letra de la canción que acompaña las imágenes.
En su catálogo, Sputniko! se explaya: “La menstruación podía haber sido eliminada en los 60, con la píldora anticonceptiva, tomándola continuamente. Pero por opresiones religiosas de la época, sus inventores diseñaron la píldora de modo que las mujeres tuvieran que “descansar” una semana, y sangraran. Así todo parecería más natural y aceptable. Este trabajo apunta a mostrar cómo la tecnología puede ser fácilmente influida por el contexto cultural y religioso. Explora, también, cómo el avance de la biotecnología puede volver las fronteras entre los géneros menos obvias y tal vez, más lúdicas”.


Vea cómo funciona la máquina de menstruar en: http://www.revistanie.com/


EL CLAUSTRO DE LOS JERÓNIMOS DEL PRADO




Una imagen del antiguo Claustro de los Jerónimos, en el Museo del Prado de la capital española, poco antes de la inauguración oficial de las obras de ampliación de la pinacoteca.

Foto: Philippe Desmazes/AFP

THE CHOLMONDLEY LADIES DIGITAL




La responsables de prensa de la galería Tate Britain de Londres, Jenny Craig, ve el cuadro 'The Cholmondeley ladies' en su versión digital del 'Google Art Project', el 1ro. de febrero de 2011.

Foto:Leon Neal/AFP

LA HISTORIA DE LOS ORIGINARIOS,
CON UNA INQUIETANTE VIGENCIA


Javier Valdez y Andrés Bonatti reunieron en un libro sucesos que son del pasado pero que tienen ecos hasta hoy.

CALFULCURÁ, EL GRAN JEFE. EN LA FOTO, CON UNIFORME. CREÓ UN PODER PARALELO AL PORTEÑO.

Los Wichi, una historia de desnutrición y abandono. Por Francisco de Zárate y Gonzalo Sánchez.

Por Julián López - Especial para Clarín

La reducción indígena de Napalpí, a 120 Km. de Resistencia, Chaco, amaneció en calma el 19 de julio de 1924. Los hombres permanecían en el caserío, estaban en huelga y la cosecha de algodón debería esperar. Poco antes de las 9, un aeroplano sobrevoló el lugar; los curiosos salieron de sus ranchos para ver al gran pájaro de acero. Desde el avión, la policía lanzó tres mortíferas descargas de disparos. Pero lo peor no había pasado: de los montes circundantes emergieron efectivos policiales y gendarmes, armados con fusiles, hachas y cuchillos, dispuestos a rematar, sin importar sexo ni edad, a los sobrevivientes. En sólo 45 minutos, las fuerzas de seguridad fusilaron o degollaron a toda la comunidad, de más de doscientas personas, y se repartieron el botín de vacas, ovejas y todo cuanto pudieron saquear”.
Así relatan el historiador Javier Valdez y el periodista Andrés Bonatti una de las tantas escenas de horror que jalonan su Historias desconocidas de la Argentina indígena (Edhasa). Cuentan historias como ésta, y también las de los grandes jefes, como Calfulcurá, un hombre alto, de hombros anchos y ojos vivaces. A diferencia de los criollos, nunca tuvo un cargo formal pero fue el líder más temido y respetado por el huinca (hombre blanco). Máximo cacique de la Confederación Mapuche, el Señor de las Pampas, como lo apodaban, log ró crear un estado paralelo al poder de Buenos Aires. Edificó su poderío no sólo en base a sus triunfos en el campo de batalla: era un hábil estratega político que tejió importantes alianzas para el primer intento de formación de un Gran Estado Indígena que registra la historia argentina.
Adentrarse en la lectura de este libro supone el contacto con el pilar más sangriento sobre el que se construyó nuestra nación, la historia de un etnoci dio sistemático que comenzó con los conquistadores y los evangelizadores. Y que llega hasta hoy.
¿Por qué esta investigación? A.B.: Por nuestro interés en la divulgación de historias casi desconocidas y para rescatar la figura de líderes indígenas como Calfucurá, Sayhueque, Viltipoco, Chalimín, entre otros, que murieron luchando en defensa de sus pueblos. Ellos también son historia argentina.
¿Cuáles eran el pensamiento y el contexto que explican la política de desnaturalización y exterminio en la Argentina decimonónica? J.V.: En toda Lati noamérica, y en especial en nuestro país, el positivismo europeo se insertó en los sectores dominantes, sobre todo en la Generación del 80. Veían a los originarios como un obstáculo ante la idea de una civilización en ascendente progreso. La “Campaña del desierto” es la puesta en marcha del aparato del Estado en contra de los grupos que debían extirparse. Esta “solución final” operó en un amplio marco: militar, político, económico, ideológico y hasta espiritual; existió, y existe, un discurso dominante demoledor.
¿Es posible pensar la conquista en términos de pasado? A.B.: Episodios como la represión a los indígenas tobas en Formosa en noviembre, o la recientes muertes de niños indígenas en Salta por desnutrición, son una evidencia de que, más allá de los esfuerzos de algunas personas o instituciones, la tragedia de los pueblos originarios goza de una aterradora vigencia.
El libro documenta que la masacre de Napalpí tiene un arrollador correlato en los medios de comunicación de la época, en los que se construye la figura del indio como un vago, un ladrón y un peligroso delincuente; pocos denunciaron la matanza.
Napalpí, como otras, es una historia de inquietante actualidad: en 2004, la Asociación Comunitaria La Matanza, en representación de 20.000 sobrevivientes de la comunidad toba, presentó una demanda contra el Estado argentino por los crímenes de lesa humanidad de la mañana del 19 de julio de 1924.
La negativa del Estado fue contundente: “No está acreditado el vínculo entre los reclamantes y los fallecidos”.


PRECIO GRANDE PARA UN WARHOL GRANDE




Un autorretrato gigante del líder del "Pop-Art", Andy Warhol, fue vendido en una subasta celebrada este miércoles en Londres por 10,8 millones de libras (17,3 millones de dólares; 12,8 millones de euros), el doble de lo previsto por la casa de subastas Christie's.

Foto:Emmanuel Dunand/AFP

MACOCO TIRA MANTECA AL TECHO



CORREDOR. ALZAGA UNZUE PARTICIPO EN 1923 DE LAS 500 MILLAS DE INDIANAPOLIS.

Por Eduardo Parise

No hay que ser muy sagaz para darse cuenta de que Buenos Aires disfrutó de épocas de bonanza. Basta con recorrer algunas zonas para ver edificios públicos deslumbrantes, palacios dignos de emperadores y monumentos que son íconos artísticos de primer nivel mundial. Y aquel esplendor no sólo estuvo en sus calles. También en representantes de una clase dominante que disfrutaba la riqueza sin importarle lo que ocurría en otros sectores de la sociedad. Eran los años locos, cuando los niños bien vivían “tirando manteca al techo”.
La frase era y es símbolo de despilfarro, de vida ostentosa. Y tiene que ver con una imagen real surgida de aquellos bon vivants que no sólo copaban la noche porteña en cabarets como el Royal Pigalle de la avenida Corrientes sino también en la noche de París que tenía como símbolo a Chez Maxim’s.
En ese tiempo un personaje se destacó siempre. Se convirtió en leyenda internacional y fue el creador de aquella “diversión” que terminó como emblema de un modo de vida: se llamaba Martín Máximo Pablo de Alzaga Unzué, pero desde chico por imposición paterna, fue Macoco.
“Aquello de ‘tirar manteca al techo’ lo inventé un día que estábamos en Maxim’s, donde yo invitaba a comer a mis amigos”, contó el propio Macoco. Y explicó que fue cuando vio que en el techo de uno de los exclusivos salones había una pintura con el dibujo de unas valkirias con grandes senos sobresaliendo del escote. “Puse en un tenedor unos rulos de manteca y empecé a tirarle para embocar entre las tetas de esas mujeres; entonces se generó un torneo para ver quién acertaba”, recordó aquel play boy porteño a quien muchos señalan como el inspirador del tango “Shusheta” (de Cobián y Cadícamo) y de Isidoro Cañones, aquel padrino del cacique Patoruzú, en la historieta creada en 1928 por Dante Quinterno. Después, tirar manteca se convirtió en un clásico de la diversión para muchos y dicen que hasta se hacían apuestas a ver cuál era el pedazo que duraba más pegado al techo de los reductos de la vida nocturna.
Pero la fama de Macoco Alzaga Unzué (1901-1982) no se debía sólo a aquel toque de extravagancia. Su nombre estaba asociado al automovilismo (llegó a correr hasta las 500 millas de Indianápolis y en Monza) y a otro deporte quizá más placentero, pero también riesgoso: la “colección” de mujeres. Porque aunque se casó nada más que dos veces (su primera esposa fue Gwendolyn Robinson, a quien conoció en Biarritz; la segunda fue Kay Williams, una famosa modelo internacional, imagen de los cigarrillos Chesterfield), se le reconocen romances con Rita Hayworth, Gloria Swanson y Dolores del Río, entre otras. Por esos y otros escarceos amorosos dos tías lo desheredaron.
También fue dueño del más exclusivo y célebre cabaret del mundo: el Morocco, de Nueva York, un lugar que alguna vez frecuentaron Marilyn Monroe y Humphrey Bogart. Los tapizados de sus sillones estaban hechos con cueros de cebras cazadas por el propio Macoco en sus safaris por África.
Es sólo un muestrario de aquella época de despilfarros y excentricidades, cuando las familias de ganaderos iban a Europa llevando “la vaca atada” en el barco para tomar leche fresca, y en el mundo, para definir a un millonario, se decía “rico como un argentino”. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com


FLASHES DE ARCO MADRID 2011



Un hombre observa el trabajo expuesto por la galería La Central de Colombia durante la feria internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, ARCO, el miércoles 16 de febrero.

Foto:Javier Soriano/AFP


Una mujer pasa ante la escultura 'El magnífico', del artista danés Atelier Van Lieshout, el miércoles 16 de febrero en ARCO, la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

Foto:Javier Soriano/AFP

Un hombre colocando las fotos que componen la obra 'Dead monkeys' ('Monos muertos'), del artista ruso Oleg Kulik, el 15 de febrero en la instalación de la feria ARCO.

Foto:Dominique Faget/AFP