SONIA BERJMAN:
PERSEGUIDA POR DEFENDER UN ÁREA DE PROTECCIÓN HISTÓRICA

SONIA BERJMAN - Foto Clarín
PATRIMONIO CIUDADANO

Días pasados leímos con tristeza la nota referida a la millonaria demanda por daños y perjuicios que iniciarán el gobierno de la ciudad y Subterráneos de Buenos Aires, entre otros, contra la doctora Sonia Berjman, a raíz del amparo que permitió salvaguardar la plaza Intendente Alvear.
Nos preguntamos: ¿es posible que le hagan este juicio a la doctora Berjman, una experta reconocida internacionalmente que por más de 40 años ha luchado por proteger el paisaje, por ocuparse del patrimonio arquitectónico y natural de la ciudad?
Entendemos que el avance de esta causa entraña un ataque contra los derechos constitucionales y la democracia participativa, por lo que solicitamos públicamente a los demandantes que desistan de esta acción y se abstengan de otras similares en el futuro.
Si hubo un daño y una actitud irresponsable, no fue precisamente la de quienes defendieron el patrimonio público, sino de parte de los funcionarios que proyectaron, licitaron y contrataron la obra en cuestión sin tener en cuenta que esta plaza integra un área de protección histórica.
¿No sería más constructivo que, de ahora en más, autoridades y vecinos nos pusiéramos de acuerdo y trabajáramos juntos para hacer cumplir las leyes que protegen el patrimonio?


Carlos Julio Thays III (DNI 4.220.991),
Carlos Thays,
José Emilio Burucúa,
Daniel Sabsay,
María Eugenia Estenssoro,
Marcelo Magadán,
Felicitas Luna,
Alejandro Nazar Anchorena,
Adrián Camps,
Carolina Llosa de Sturla,
Cristina Cordeu


Cartas de Lectores - Diario La Nación, 7-09-2014


TRAYECTORIA DE SONIA BERJMAN


Nació en 1946 en la Ciudad de Santa Fe (Argentina). El paisaje litoraleño ha sido una influencia permanente en su vida.

. Licenciada en Historia de las Artes (Universidad de Buenos Aires).

. Doctora en Filosofía y Letras (Orientación Historia de las Artes) Universidad de Buenos Aires, Summa cum Laude.

. Docteur ès Histoire de l' Art (Université de Paris I Pathéon- Sorbonne, Mention Très Honorable).

. Becaria postdoctoral de la Harvard University en Dumbarton Oaks Landscape Studies Library (Washington D. C., U. S. A.).

Ha sido:

. Investigadora de carrera del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) con sede en el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

. Investigadora de la Universidad de Buenos Aires: del Instituto de Historia del Arte Argentino de la Facultad de Filosofía y Letras, del Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo del que también fue su Secretaria Académica y de la Cátedra de Espacios Verdes de la Facultad de Agronomía.

. Profesora de postgrado de las Universidades Nacionales de Tucumán y Mar del Plata, Directora de la Maestría "Gestión del Ambiente, el Paisaje y el Patrimonio" en la Universidad Nacional del Nordeste.

. Senior Fellow y miembro del Committee in Landscape Studies de Dumbarton Oaks Library (Harvard University, USA).

. Investigaciones realizadas para: Banco de la Nación Argentina, Banco de la Provincia de Buenos Aires, Banco de Crédito Argentino, Cervecería Quilmes, Consejo Federal de Inversiones, Administración de Parques Nacionales, Ministerio de Obras Públicas de España, Generalitat de Valencia, Junta de Andalucía, Universidad de Génova, Ministère de la Recherche de Francia, etc.

. Conferencista invitada en la Argentina, Brasil, México, Colombia, Uruguay, Francia, España, USA, Bélgica, Italia y Costa Rica.

. Ha participado en numerosos Congresos, Jornadas, Seminarios y reuniones profesionales.

. Fundadora y Directora Honoraria del Centro del Paisaje Villa Ocampo / UNESCO

. Miembro de la Sociedad Argentina de Paisajistas

. Ha recibido los siguientes premios: Museo de la Ciudad de Buenos Aires, Producción Científica y Tecnológica de la Universidad de Buenos Aires, Dumbarton Oaks Gardens at risk, Amigos del Lago e Historiador Porteño por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

. Fundadora y ex Presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Agronomía.

. Asesora ad honorem del Proyecto Villa Ocampo (UNESCO) para la puesta en valor de su jardín histórico.

. Asesora del Proyecto de restauración del Rosedal y el Patio-Glorieta Andaluz del Parque 3 de Febrero.

. Curadora de la Exposición “Carlos Thays. Un jardinero francés en Buenos Aires”.

. Autora de más de 100 publicaciones (libros, folletos y artículos) sobre historia de la arquitectura, historia urbana e historia del paisaje.

. Vicepresidenta del Comité Científico Internacional "Paisajes Culturales" ICOMOS/IFLA.

. Miembro de ICOMOS Argentina.

. Fundadora y miembro de la Asociación Civil ¡Salvemos las estatuas! en defensa del arte público.

. Asesora ad honorem de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Actualmente:

. Miembro de Honor del Comité Científico Internacional "Paisajes Culturales" ICOMOS/IFLA.

. Integra los Consejos Editoriales de las revistas Paisagem e Ambiente (Universidade de Sao Pablo, Brasil), Revista de Arquitectura (Universidad Católica de Colombia) y Leituras Paisagísticas: teoria e práxis (Escola de Belas Artes de la Universidade Federal do Rio de Janeiro).

. Colaboradora de Historic Gardens Review (London)


PUBLICACIONES DE SONIA BERJMAN


Los Paseos Públicos de Buenos Aires y la labor de Carlos León Thays (h)
Sonia Berjman. Buenos Aires, Librería CONCENTRA, Buenos Aires, 480 p.

Este libro ha sido declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en la sesión del 24 de abril de 2014.

Su libro sobre el Rosedal de Buenos Aires recibió un importante premio: el Literary Award otorgado por la World Federation of Rose Societies, durante la 16 ° Convención Mundial de la Rosa realizada en la ciudad de Sandton, Sudáfrica, octubre 2012 .
El Rosedal de Buenos Aires. 1914-2009. 95° Aniversario es el fruto de varios años de trabajo.
Muchos amigos, colegas, funcionarios, instituciones y familiares colaboraron con nosotras: destacamos la participación de Andrea Caula y la labor del estudio WEIK UP! ESTUDIO DE DISEÑO,
La concreción de este proyecto fue posible por el apoyo de la Fundación YPF, presidida entonces por el Ing. Enrique Eskenazi y de la siempre presente y activa Carolina Llosa de Sturla.
El patrimonio porteño y argentino de sus jardines históricos ya figura en primer plano internacional.

- El Rosedal de Buenos Aires. 1914-2009 / 95° Aniversario.
Sonia Berjman y Roxana Di Bello. Buenos Aires, Fundación YPF, 254 p., Tomo I, 2010.

- El Patio-Glorieta andaluz de Buenos Aires
Sonia Berjman, Andrea Caula, Roxana Di Bello, Sonsoles Nieto Caldeiro. .1929-2009 / 80 ° aniversario.- Buenos Aires, Fundación YPF, 242 p., Tomo II, 2010.

- El Parque 3 de Febrero de Buenos Aires
Sonia Berjman y Daniel Schávelzon. Palermo.
Buenos Aires, EDHASA, 288 p., 2010.

- Plazas y Parques de Buenos Aires: La obra de los paisajistas franceses en Buenos Aires 1860-1930
Fondo de Cultura Económica, 1998, 318 p.

- El tiempo de los Parques.
Instituto de Arte Americano
UBA - FADU, 1992, 60 p.

- La Plaza Española en Buenos Aires 1580-1880
Kliczkowski Editores, 2001, 206 p.

- La Plaza de Mayo, escenario de la vida argentina
Ramón Gutiérrez y Sonia Berjman
Fundación Banco de Boston, 1995, 240 p.,

- Plaza San Martín: Imágenes de una historia
Berjman-Di Bello-Magaz Nobuko, 2003, 152 p.

- Carlos Thays: sus escritos sobre jardines y paisajes
Editorial Ciudad Argentina, 2002, 376 p.

- La Victoria de los Jardines. El paisaje en Victoria Ocampo.
Papers editores, 2007, 360 p.

- Carlos Thays. Un jardinero francés en Buenos Aires.
Sonia Berjman
Libro-catálogo de la exposición homónima, noviembre 2009.
Edición de la Embajada de Francia en la Argentina.

- Banco de la Nación Argentina: Acción, presencia y testimonio en la construcción del país.
Coordinación General: Sonia Berjman.
Buenos Aires, Fundación BNA,1982, dos tomos (340 p. y 260 p.)



A PROPÓSITO DE LA PLAZA INTENDENTE ALVEAR


PASEO DE LA RECOLETA


Cartas de Lectores - 18/02/12

"El antiguo Paseo de la Recoleta fue uno de los más importantes jardines públicos de Buenos Aires.
"El hueco de la Recoleta fue primero mejorado durante el gobierno de Rivadavia con la acción del botánico Sack. Fue Torcuato de Alvear quien encargó a su director de paseos, el francés Eugene Courtois, su total remodelación.
"Carlos Thays realizó una verdadera revolución en el paisaje porteño y se dedicó con especial atención al hoy Paseo Intendente Alvear, con obras fundamentales concretadas durante la década de 1890, que culminaron con la inauguración de la plaza Francia en 1910.
"Fue este último quien ajardinó y arboló la bajada de la actual calle Pueyrredón hasta avenida Alvear, zona que se encuentra ahora en peligro de perder sus valores y cambiar su fisonomía histórica y patrimonial por la ampliación del subte H.
"Están extrayendo los árboles centenarios para hacer una obra a cielo abierto. El gobierno de la ciudad tiene una responsabilidad ante la sociedad y la historia. Que actúe en consecuencia: ese hito histórico y emblemático de la ciudad debe preservarse integralmente sin ninguna modificación que altere su carácter."

Sonia Berjman
LA CAMPAÑA EN CHANGE.ORG
Como pasó con el Fiscal Campagnoli, a la Dra. Sonia Berjman se la persigue por hacer bien su trabajo, que desde hace años de años, es defender nuestros bienes patrimoniales, naturales, culturales, escultóricos, etc.

39.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD.

39.000 AÑOS DE ANTIGUEDAD. Fotografía facilitada por Nature de las pinturas prehistóricas de 39.000 años de antigüedad descubiertas en la isla de Célebes (Indonesia) por un grupo de arqueólogo australianos e indonesios que publican hoy en la revista. Entre los dibujos de animales y huellas de manos que se han encontrado, las pruebas de radiocarbono han detectado trazos que rivalizan en antigüedad con el disco rojo de 40.800 años que se conserva en la cueva de española de El Castillo, en Cantabria, la pintura rupestre más antigua conocida. EFE/Kinez Riza


Fotografía facilitada por Nature de las pinturas prehistóricas de 39.000 años de antigüedad descubiertas en la isla de Célebes (Indonesia) por un grupo de arqueólogos australianos e indonesios que publican hoy en la revista. Entre los dibujos de animales y huellas de manos que se han encontrado, las pruebas de radiocarbono han detectado trazos que rivalizan en antigüedad con el disco rojo de 40.800 años que se conserva en la cueva de española de El Castillo, en Cantabria, la pintura rupestre más antigua conocida.

Foto: EFE/Kinez Riza

EL DÍA QUE LE CORBUSIER
PROPUSO DEMOLER EL CENTRO PORTEÑO


Miguel Jurado*

Hacen exactamente 85 años, Le Corbusier visitaba por primera y única vez Buenos Aires. El padre de la arquitectura moderna llegaba en octubre de 1929 para dar un ciclo de 10 conferencias y, en la última, ofreció su “solución para los problemas de Buenos Aires”: 12 megatorres en el río con aeropuerto y todo un barrio de monoblocks en lo que hoy es el Microcentro porteño.
Le Corbusier ya era conocido por sus propuestas revolucionarias en Europa, y medio que lo invitaron para alborotar un poco el avispero. Sin embargo, los que entendían de vanguardias urbanas y arquitectónicas eran pocos y ya tenían sus ideas. Le Corbusier no resultaba tan atractivo. En ese entonces, el tipo no era el prócer de la arquitectura que es hoy. Para colmo, su primera conferencia fue en ICANA, después de dos disertaciones del estadounidense Waldo Frank, un escritor que hoy nadie recuerda pero que entonces era un re capo.
Al día siguiente de esa presentación, para cuando Le Corbusier se ponía a hablar en francés por primera vez en Buenos Aires, el yankee estaba dando la continuación de su disertación sobre Chaplin en otro lado y se chupó toda la atención de la prensa. Síntesis: los diarios de la época publicaron unos recuadritos sobre el suizo y transcribieron la conferencia del yankee a doble página.
Pero ojo, Corbu no era ningún gil y no le importaba tanto la popularidad como hacer “contactos”. Para eso, se rodeó de la crème de la crème porteña. No de la sociedad patricia y conservadora, más bien de la patricia modernizada: intelectuales y millonarios con nombre y cultura avant garde .
Así es como conoció a Victoria Ocampo –quien le histeriqueaba con la idea de hacerse una casa–, a Ricardo Güirales, al chileno Matías Errázuriz –quien le encargó una casa– y Julián Martínez –quien casi le encarga una casa–. Pero el suizo tenía planes más ambiciosos: quería hacer una ciudad y Buenos Aires lo tentaba mucho.
La Reina del Plata fue la primera escala de un viaje que incluyó Montevideo, San Pablo y Río de Janeiro. En cada puerto dejó un proyecto urbano revolucionario. “Alguno va a picar”, habrá pensado. Lo cierto es que Le Corbusier venía de varios fracasos y lo que realmente le atraía era hacer Brasilia, un proyecto que se le escabulló por poco. Igual, entre nosotros: se le escapó la tortuga ¿Vos te imaginás que los brazucas le podrían dar su capital a un extranjero?
Cuando Le Corbusier empezó con sus conferencias y vio que la cosa no andaba, decidió jugarse con una propuesta para Buenos Aires. Adaptó sus proyectos europeos y rompió con todo. Después usó el mismo método para el resto de su periplo.
Su idea fue bastante polémica: una ciudad administrativa de megatorres en medio del río con un aeropuerto flotante. Esta isla se conectaba a tierra mediante un puente que continuaba la dirección de Avenida Rivadavia. En el esquema del suizo, la Casa Rosada, Plaza de Mayo, Avenida de Mayo y el Congreso aparecían “tapados”. Además, su idea abogaba por reemplazar todo el Microcentro por un zig zag de viviendas rodeadas de parques.
En su momento, la propuesta fue bastante polémica y se le opuso medio país. Ojo, ¡estamos hablando de 1929, eh! No había Segunda Guerra Mundial y acá no existía la arquitectura moderna, ni siquiera edificios de departamentos lisitos y sencillos.
Todo era estilo y lo que pregonaba Le Corbusier era poco menos que una “grasada”. El maestro vio a medio construir la Facultad de Ingeniería en Las Heras (todavía está a medio hacer). Lo aterrorizo que se hiciera en estilo gótico y dijo que se llevaba una foto para su “colección de cosas absurdas”.
El tipo era medio irónico, a mi me parece que acá no lo entendieron del todo. Por ejemplo, un periodista le preguntó si le gustaba la música y dijo que sí. “Me encantan las marchas militares turcas, se escuchan los tambores desde lejos”, tiró. Si eso no es una cargada no se qué es. Bueno, lo de demoler el Centro, muchos se lo tomaron al pie de la letra.

* Editor adjunto de ARQ

Fuente: ARQ Clarín

EL COLÓN ÍNTIMO:
LOS PERSONAJES ANÓNIMOS QUE LE DAN VIDA
AL CENTENARIO COLISEO PORTEÑO

A fondo

Pavarotti quiso comprar las camisas que le cosieron para una ópera; Plácido Domingo encargó tres pares de calzado a los artesanos zapateros; el telón anterior pesaba casi 1500 kilos y, el actual, la mitad
La sala del centenario coliseo argentino por el que pasaron los más renombrados artistas de la lírica y el ballet.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
La sala del centenario coliseo argentino por el que pasaron los más renombrados artistas de la lírica y el ballet.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Por Ángeles Castro  / LA NACIÓN


En el señorial ámbito del Teatro Colón, el centenario coliseo argentino por el que pasaron los más renombrados artistas de la lírica y el ballet, también suena la cumbia. Debajo del foyer del fastuoso edificio, donde funciona el Centro de Experimentación del teatro, una joven violinista hizo vibrar las cuerdas mientras una fotógrafa la retrataba y, como fondo, un reproductor emitía una pista de melodía tropical.
En el piso inmediatamente superior, otra escena descoloca al visitante. Mientras en el foso del escenario, bajo la batuta del prestigioso Roberto Paternostro, la Orquesta Estable interpretaba partituras de la ópera Elektra, arriba los decorados representaban los paisajes del ballet Giselle. Convivían, en medio de la penumbra, diversas instancias del proceso de producción de dos de las obras que incluye esta temporada del Colón.
En el tercer subsuelo, en la sala 9 de Julio, un grupo de jóvenes miembros del Ballet Estable ensayaban posiciones y movimientos al ritmo de un piano que desgranaba las notas de Caserón de Tejas. Y un músico solitario practicaba con su trompeta en un rincón de la sala Bicentenario, reservada a la ópera.

En los talleres que están en el barrio de Chacarita se realizan las escenografías.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
En los talleres que están en el barrio de Chacarita se realizan las escenografías.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

El trabajo también era incesante en los otros subsuelos del edificio situado en pleno centro porteño, donde los artesanos de los talleres de Sastrería, Zapatería, Peluquería y Caracterización daban los primeros -o los últimos- detalles a los trajes, el calzado y los tocados de inminente, o no tanto, estreno.
A la misma hora, en un ambiente más parecido al fabril, en un galpón del barrio de Chacarita, los técnicos de las áreas de Escenografía, Escultura, Pintura, Herrería y Utilería -mudadas tras la reciente reforma del teatro- confeccionaban y aprestaban decorados imponentes, entre ruidos de tornos, soldadoras y martillos. Un camión con plataforma permanecía estacionado en la puerta del lugar, bautizado La Nube, para transportar hasta el teatro algunas de las piezas escenográficas que solicitó el ggiseur de Elektra, que coincidentemente será el director general del Colón, Pedro Pablo García Caffi.
Curiosa, sorprendente e impactante: así es la intimidad del Teatro Colón. Cada puesta en escena resulta irrepetible. No sólo por la singularidad de la performance de los intérpretes, que varía de elenco en elenco y de función en función. También son únicos la escenografía, la utilería, el vestuario y el calzado que los talleristas materializan para cada espectáculo y, en su mayor parte, no son reutilizables.

Varias personas trabajan en el armado de los más espectaculares escenarios.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Varias personas trabajan en el armado de los más espectaculares escenarios.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Miles de trajes de época y de pares de zapatos elaborados a medida se almacenan en los subsuelos. Algunos de los diseños que vistieron grandes divas como Maria Callas y Montserrat Caballé están expuestos en vitrinas en distintos sectores del edificio; otros no volverán a ver la luz.
Y trozos de escenografía en desuso descansan por diferentes rincones del Colón y uno los encuentra a su paso, involuntariamente. Por ejemplo, un sillón utilizado durante la presentación de Idomeneo, de Wolfgang Amadeus Mozart, en julio pasado, que incorporó en su despacho la jefa de Producción Artística del teatro, Florencia Sanguinetti. O el Cristo gigante de ocho metros de alto, construido para la puesta de La fuerza del destino, de Giuseppe Verdi, en 2012. Hoy, desde una esquina del fondo del escenario, "protege" entre bambalinas a los artistas que participan de las funciones.
"Sólo el 30% de los decorados podría recuperarse -explicó María Cremonte, directora de Escenotécnica-. Pero sale más caro contratar mano de obra durante 20 días para desmontarlos y acomodarlos en depósito que volver a hacerlos."

Una vez terminado se trasladan las enormes partes en camiones hasta el teatro.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Una vez terminado se trasladan las enormes partes en camiones hasta el teatro.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Son 1212 las personas que cumplen tareas en las distintas dependencias del centenario teatro, sumados administrativos, técnicos y los artistas de la Orquesta Estable, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, el Ballet Estable y el Coro Estable.

Se trata de empleados anónimos que trabajan como sostenes silenciosos de la tradición artística que, desde su inauguración en 1908, enaltece al Colón. Son, además, custodios de los secretos mejor guardados del coliseo porteño y testigos privilegiados de la trastienda de óperas, ballets y conciertos que convocan más de 300.000 espectadores por año.

Hugo Reynoso es uno de ellos; desde hace 37 años, atiende el office situado junto a los camarines del Teatro Colón. Tiene a su cargo el reparto de bebidas frías, infusiones, sándwiches y facturas entre cantantes, músicos, bailarines y directores. El café es de filtro, excepto para Daniel Barenboim.
"Al maestro le gusta exprés, entonces subimos una cafetera especial", señaló Hugo. Sucedió durante la reciente actuación del músico junto con Martha Argerich. "Y para Luciano Pavarotti, en 1987, tuvimos que salir a comprar un exprimidor, porque solicitó jugo de naranja recién hecho", agregó.

A la espera de entrar las partes de la escenografia y entonces darle los retoques finales.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
A la espera de entrar las partes de la escenografia y entonces darle los retoques finales.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Juan Nicolás Ferraro es otro de los trabajadores históricos del Colón. Maestro del taller de sastrería, de 72 años, fue obligado a jubilarse en 2009, pero las autoridades del teatro volvieron a convocarlo como contratado para entrenar en el oficio a los jóvenes integrantes del equipo. Que transmita no sólo los conocimientos, sino toda la mística y los detalles de un tier muy particular.

Para el estreno de producciones con artistas extranjeros, los sastres reciben los figurines enviados por los vestuaristas, que adjuntan muestras de tela y las medidas de quien los portará. La confección se hace a la distancia, se prueban pocos días antes del estreno y se retocan a último momento. "El mes pasado, llegó Ambrogio Maestri para protagonizar Falstaff, de Giuseppe Verdi. No podía creer que en el Colón sigamos confeccionando el vestuario y los zapatos. Comentó que hasta La Scala de Milán empezó a dejar de hacerlo", recordó Ferraro. Ya tenía sobre su escritorio los figurines de Elektra, la ópera de Richard Strauss que subirá al escenario a fines de octubre y los primeros días de noviembre.

Un enorme reloj va tomando forma en las manos de los artesanos.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Un enorme reloj va tomando forma en las manos de los artesanos.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez
La confección -tanto de trajes como de zapatos- es tan artesanal y detallada que ha sorprendido incluso a prestigiosos tenores y directores. "Cuando Pavarotti vino a protagonizar La Bohème, trajo su ropa, excepto las camisas. Le hicimos tres camisas y quedó tan satisfecho con la calidad que quiso comprarlas; el teatro se las regaló", detalló.
El tenor español Plácido Domingo, aseguran por los pasillos del Colón, quedó encantado con los zapatos. "Tanto que, durante su estada, encargó que le hicieran tres pares para llevarse", confió Antonio Gallelli, jubilado en 2008, pero reincorporado en 2010 para supervisar a los más jóvenes. Se había retirado como jefe de maquinistas y ahora es coordinador general del staff escenotécnico.
Antonio ingresó en el coliseo porteño en 1960, a los 19 años; es de la época en la que todos los movimientos de telones se efectuaban manualmente con cuerdas y poleas desde las pasarelas sobre el escenario. La limpieza del telón de boca, de 24 metros de alto y 32 de ancho, era una tarea aparte. Entre 1931 y 2010, las dos hojas del telón de terciopelo pesaban casi una tonelada y media.

Toda la imaginación y el color puesta en marcha.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Toda la imaginación y el color puesta en marcha.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

"El teatro cerraba a fines de noviembre y reabría en enero. En ese intervalo, es decir, una vez por año, entre 22 personas bajábamos el telón, lo limpiábamos con tres aspiradoras, le poníamos naftalina, lo envolvíamos en una tela especial y lo guardábamos. Tardábamos más de ocho horas en volver a subirlo para la reapertura. El telón del Bicentenario, diseñado por Guillermo Kuitca, es más liviano: cada hoja pesa 280 kilos y posee un mecanismo computarizado que ayuda a moverlo", describió este inmigrante calabrés, que a sus 73 años conserva el entusiasmo por su trabajo en el Colón.

Gallelli va y viene entre la sede de la calle Libertad y La Nube, que debe su nombre al de la biblioteca municipal infantil que funcionaba antes en ese galpón de Maure al 3600 y hoy dispone de otro espacio en la misma manzana. En el galpón, unas 50 personas trabajan entre planos en papel, perfiles de metal, varas de madera, tachos con pintura, bateas con yeso y planchas de telgopor, entre otros insumos, para satisfacer los encargos de los escenógrafos. Avanzaban simultáneamente en los decorados de Giselle, Elektra, Madame Butterfly y Cascanueces.


Ricardo Quintieri se encarga del mantenimiento de más de 20 pianos que hay en el teatro.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Ricardo Quintieri se encarga del mantenimiento de más de 20 pianos que hay en el teatro.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Desde allí, LA NACIÓN volvió a los recovecos del centenario teatro. Tras sortear a los contingentes y los particulares que realizan visitas guiadas por el palacio, encontró al afinador de pianos Ricardo Quintieri. Coqueto él, no reveló su edad, aunque admitió que lleva 28 años en la institución. De su entrenado oído, dependen 20 pianos, un clave y una celesta. "Si bien los controlo permanentemente, siempre hay que repasarlos en los ensayos, antes de la función y durante la función incluso. Yo tengo que lograr que el artista esté tranquilo", relató.

El diálogo con el afinador transcurrió con el canto de una soprano como fondo, proveniente de una sala de ensayo situada junto a los camarines. En el subsuelo, el despacho de Lidia Segni, directora del Ballet Estable, contrastó por su silencio. Lidia cuenta con una extensa trayectoria dentro del Colón. Los hilos del destino hicieron que, cuando ella ya era primera bailarina del mismo cuerpo que hoy dirige, se cruzara con un novato Julio Bocca. "Siempre fue un genio, desde la primera clase. Llegamos a bailar juntos y, como partenaire, era buenísimo. Luego dirigí su compañía durante diez años", recordó.
Segni, de 70 años, se despidió rumbo a un ensayo con la egresada del Instituto Superior de Arte del Colón Paloma Herrera, hoy figura internacional, que una noche después estrenaba Giselle. En el escenario, los decorados ya estaban montados y una técnica del taller de Pintura les daba las últimas pinceladas.


Los instrumentos son rigurosamente cuidados,, afinados y controlados para que el artista esté tranquilo.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Los instrumentos son rigurosamente cuidados,, afinados y controlados para que el artista esté tranquilo.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez
La confección, tanto de trajes como de zapatos es tan artesanal y detallada, que ha sorprendido a los más prestigiosos directores y tenores.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
La confección, tanto de trajes como de zapatos es tan artesanal y detallada, que ha sorprendido a los más prestigiosos directores y tenores.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Los bocetos con los diseños van y vienen por todo el taller.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Los bocetos con los diseños van y vienen por todo el taller.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Cuando Pavarotti vino a protagonizar La Bohème, trajo su ropa, excepto las camisas;se las hicieron, quedó tan satisfecho que quiso comprarlas; el teatro se las regaló.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Cuando Pavarotti vino a protagonizar La Bohème, trajo su ropa, excepto las camisas;se las hicieron, quedó tan satisfecho que quiso comprarlas; el teatro se las regaló.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

El taller donde se hacen los zapatos es otro de los orgullos del teatro, todo el calzado de los obras se realiza aquí.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
El taller donde se hacen los zapatos es otro de los orgullos del teatro, todo el calzado de los obras se realiza aquí.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

El confeccionado de pelucas es otra obra de los artesanos del vestuario del teatro.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
El confeccionado de pelucas es otra obra de los artesanos del vestuario del teatro.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Las pelucas se realizan a mano y hay una especial para cada ocasión.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Las pelucas se realizan a mano y hay una especial para cada ocasión.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Miles de cerdas osn unidas manualmente para confeccionar las mas sofisticadas pelucas.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Miles de cerdas osn unidas manualmente para confeccionar las mas sofisticadas pelucas.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Los músicos ensayan diariamente.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Los músicos ensayan diariamente.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

El Ballet Estable del teatro ensaya en la sala que está en el subsuelo.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
El Ballet Estable del teatro ensaya en la sala que está en el subsuelo.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Julio Bocca dio sus primeros pasos en este teatro que es un semillero de grandes figuras.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Julio Bocca dio sus primeros pasos en este teatro que es un semillero de grandes figuras.  Foto:  LA NACIÓN / Soledad Aznarez

Los ensayos son estrictos y rigurosos, mantenerse en forma es una taerea de todos los días.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Los ensayos son estrictos y rigurosos, mantenerse en forma es una taerea de todos los días.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

A medida que se acerca el estreno los ensayos requieren de mayores esfuerzos.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
A medida que se acerca el estreno los ensayos requieren de mayores esfuerzos.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Una recorrida por la intimidad del teatro Colón y los personajes anónimos que le dan vida.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Una recorrida por la intimidad del teatro Colón y los personajes anónimos que le dan vida.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Juan Pablo Ledo, bailarín, se prepara para salir a escena.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Juan Pablo Ledo, bailarín, se prepara para salir a escena.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

Un último estiramiento antes de salir a escena.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
Un último estiramiento antes de salir a escena.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez

El bailarín sale a escena, y todo el trabajo que se realizó detras de escena sale a la luz.  Foto:  LA NACION  / Soledad Aznarez
El bailarín sale a escena, y todo el trabajo que se realizó detras de escena sale a la luz.  Foto:  LA NACIÓN  / Soledad Aznarez


Fuente: lanacion.com

PREMIO NOBEL DE FÍSICA A LOS INVENTORES DE LOS LEDs

Premio Nobel de Física para los inventores de los LEDs:
Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura



Los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, este último nacionalizado estadounidense, han sido distinguidos este martes con el Premio Nobel de Física 2014 por inventar el diodo emisor de luz LED azul, anunció la Real Academia de las Ciencias de Suecia.
Este descubrimiento se inscribe en "el espíritu de Alfred Nobel" de hacer inventos que generen un gran beneficio a la humanidad, argumentó el comité. El LED, subrayó, es "una nueva luz para iluminar el mundo", más eficiente y respetuosa con el medio ambiente al ahorrar energía.

                             Isamu Akasaki                                                      Hiroshi Amano                                                         Shuji Nakamura
Isamu Akasaki nació en 1929 en Chiran, Japón, y se doctoró en 1964 por la Universidad de Nagoya; es catedrático de la Universidad Meijo de Nagoya y catedrático emérito de la Universidad de Nagoya.
Por su parte, Hiroshi Amano nació en 1960 en Hamamatsu, Japón, y se doctoró en 1989 también por la Universidad de Nagoya, donde es catedrático.
En tanto que Shuji Nakamura nació en 1954 en Ikata, Japón, y se doctoró en 1994 por la Universidad de Tokushima. Nacionalizado estadounidense, ejerce como catedrático en la Universidad de California.
El trío de premiados sucede en la nómina del prestigioso galardón al científico belga François Englert y al británico Peter Higgs por haber postulado la existencia de la partícula subatómica conocida como bosón de Higgs.



Ciencia / Un descubrimiento que ya es parte de la vida cotidiana


El Nobel de Física fue para los padres del LED azul

  
Cuando alguien tiene una idea brillante suele decirse que "se le prendió la lamparita". Los historietistas dibujan una bombita similar a las desarrolladas por Edison flotando sobre la cabeza de sus personajes. Pero en pleno siglo XXI sería más apropiado retratarlos con un LED (acrónimo de light-emitting diode o diodo emisor de luz), esa tecnología ya omnipresente en la vida cotidiana y que revolucionó la iluminación al permitir producir lámparas muchísimo más eficientes, más duraderas y, por si esto fuera poco, amigables con el medio ambiente.
El Premio Nobel de Física 2014 fue precisamente para tres investigadores nacidos en Japón que hace veinte años desarrollaron el LED azul, "la figurita difícil" para que estos dispositivos produjeran luz blanca, apta para iluminar hogares y oficinas, pantallas de computadoras y teléfonos celulares.
"Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura [este último nacionalizado estadounidense] tuvieron éxito en un ámbito en el que todos habían fracasado", destacó el jurado. Cada uno recibirá un tercio del premio, que este año es de 1,1 millones de dólares.
"Esta vez no se premia el descubrimiento de un principio nuevo, sino el impacto descomunal de una tecnología que cambia los paradigmas -afirma Oscar Martínez, director del laboratorio de Óptica y Optofísica de la Facultad de Ingeniería de la UBA, a través de una comunicación telefónica desde los Estados Unidos-. Lograron lo que los físicos básicos creían imposible."
La decisión de la Real Academia de Ciencias de Suecia causó cierta sorpresa, especialmente si se tiene en cuenta que el año pasado el premio fue para el descubrimiento teórico del bosón de Higgs. Esta vez no sólo se distingue una invención, sino que además fue realizada tanto en el ámbito académico como en el privado.
Las aplicaciones comerciales de los LED surgieron a principios de los años 60, pero durante treinta años sólo se producían en verde y rojo y se utilizaban mayormente como luces indicadoras en dispositivos electrónicos.
La limitación estaba en que no se encontraba el material que permitiera producir luz azul para combinarla con las dos anteriores y así producir luz blanca.
"Un diodo es esencialmente un dispositivo en el que se acoplan dos semiconductores con distintas impurezas y que conduce electricidad en una sola dirección", explica Martínez. La longitud de onda, y por lo tanto el color de la luz que emite, depende de las propiedades y de las impurezas del material semiconductor.
Durante décadas, científicos y corporaciones intentaron distintas combinaciones para producir luz azul, pero sin éxito.
"Hacía ya tiempo que existían los LED rojos y verdes, pero tenían muy baja eficiencia de conversión de electricidad -explica vía mail Pablo Vaccaro, graduado y doctorado en el Instituto Balseiro, de Bariloche, y posgraduado en la Universidad de Kyoto-. Se usaban para carteles y señalización, pero no para iluminación. Esos LED están hechos con fosfuro de galio o arseniuro de aluminio y galio. Para emitir luz azul, los principales candidatos eran los seleniuros y sulfuros de cadmio y zinc, y los nitruros de indio, galio y aluminio. Se investigaron mucho, pero no se logró hacer LED eficientes y de larga vida útil. Los nitruros tenían varios problemas; entre ellos, que era muy difícil fabricar capas delgadas monocristalinas. Pero los tres premiados los resolvieron: para sorpresa de todos, resultaron ser excelentes emisores de luz, aun cuando tienen muchos defectos cristalinos."
Dennis Normile cuenta en Scientific American que en 1986 Akasaki y Amano, que trabajaban juntos en la Universidad de Nagoya, dieron el primer paso. Cuatro años más tarde, Nakamura, que por entonces sólo tenía una maestría e investigaba en las Industrias Químicas Nichia, obtuvo un dispositivo que emitía luz muy azul y muy brillante.
"Entre los investigadores en luz y láser el impacto fue impresionante", comenta Martínez. El avance tecnológico no sólo permitió mejorar notablemente la eficiencia energética, sino también la duración de las bombitas, al tiempo que disminuía la contaminación, porque no utilizaban mercurio.
"En las lamparitas comunes, la mayor parte de la energía se disipa en la banda del infrarrojo, un tipo de radiación que el ojo no ve y que produce calor -explica el doctor Jorge Aliaga, físico y ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA-. El LED emite donde el ojo ve y permanece frío, no pierde energía en forma de calor."
Según explica Vaccaro, que actualmente es profesor de investigación en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, "las lámparas LED tienen una eficiencia superior a los tubos fluorescentes, se pueden hacer mucho más pequeñas y es muy difícil que se rompan. Tienen una vida media de 50.000 horas, comparadas con las 3000 a 6000 de las fluorescentes y las alrededor de 1000 para las bombitas incandescentes.
"Antes, para obtener 1200 lúmenes, una iluminación adecuada para una sala de estar, se necesitaban 75 vatios con las lamparitas clásicas; la tecnología LED reduce el consumo hasta los 6 vatios", destaca el jurado del Nobel. Y agrega: "Los LED pueden mejorar la calidad de vida de más de 1500 millones de personas que carecen de acceso a las redes de electricidad, ya que pueden ser alimentadas por energía solar."
Los tres científicos también crearon el láser azul que dio lugar a la tecnología Blue Ray, que multiplica muchísimas veces la capacidad de almacenamiento de los DVD convencionales.