ARTE: KANDINSKY EN RÍO

En Brasil, una muestra recién llegada desde Rusia, integrada por más de 150 piezas, permite descubrir las influencias que tuvieron la cultura popular y los rituales chamánicos sobre la obra del revolucionario padre de la abstracción
Sobre blanco, óleo sobre tela, 1920  Foto: gentileza Centro Cultural Banco do Brasil
Sobre blanco, óleo sobre tela, 1920. Foto: gentileza Centro Cultural Banco do Brasil
 
Por Alberto Armendáriz



RIO DE JANEIRO.- El genial Wassily Kandinsky pasó a la historia como el padre del abstraccionismo, gran teórico de la relación entre la pintura y la música. Pero lo que no mucha gente sabe es que su arte estuvo muy influenciado por las raíces de la cultura popular de Rusia y los rituales chamánicos del Norte de su país y Mongolia, como demuestra la exposición Kandinsky: todo comienza en un punto, que acaba de inaugurarse en la sede de Río de Janeiro del Centro Cultural Banco do Brasil.
"Son aspectos del universo creativo de Kandinsky que muy pocos en Occidente conocen. Se cree que su obra nació abstracta, pero tuvo un proceso muy intenso de desarrollo alimentado por el folklore ruso y las creencias chamánicas, que él, que tenía familia en Siberia, conoció luego de hacer un viaje por el norte, a los veintitrés años", contó a adn Evgenia Petrova, curadora de la muestra junto con su colega Joseph Kiblitsky.
Ambos expertos trabajan en el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, de donde proviene la mayor parte de las 153 piezas que componen la muestra -pinturas, grabados, dibujos, documentos y objetos-, y que fue enriquecida con obras de otros siete museos de Rusia y colecciones de Alemania, Austria, Francia y Gran Bretaña.
Cuadros clave de Kandinsky, como Improvisación nº 11 (1910), San Jorge (1911) y Sobre blanco (1920), se exhiben junto con íconos ortodoxos, tradicionales máquinas de hilar y trineos finamente decorados, así como vestimentas e instrumentos musicales utilizados en rituales chamánicos y telas de otros artistas contemporáneos que siguieron sus tendencias. Por ejemplo, Mikhail Larionov, David Burliuk, Kazimir Malevich y la expresionista alemana Gabriele Münter, quien fue su pareja durante muchos años.
"Kandinsky fue un revolucionario en su búsqueda de nuevas formas de representación. Escapó del realismo. Con esta exposición queremos mostrar los puntos materiales y espirituales en los que basó su obra", resaltó Petrova, directora científica del Museo Estatal Ruso, que guarda más de cuatrocientos mil tesoros artísticos de Rusia.
Para entender la evolución del arte de Kandinsky, la muestra se dividió en cinco bloques: las raíces de su obra en relación con la cultura popular y el folklore ruso; el universo espiritual del chamanismo en el Norte de Rusia; su vida en Alemania, donde creó el grupo Der Blaue Reiter ("El Jinete Azul"); el diálogo entre la pintura y la música a través de su amistad con el compositor austríaco Arnold Schönberg; y los caminos abiertos por la abstracción, con su influencia en otros artistas contemporáneos.
"Pocas veces se puede tener una comprensión tan integral de cómo un pionero del arte moderno desarrolló esa visión única que ha tenido un fuerte impacto en tantos otros que vinieron luego", comentó el cubano Rodolfo de Athayde, director general de la exposición, integrada por piezas valuadas en casi medio millón de dólares. Él quería llevarlas también a la Argentina, pero sus negociaciones con el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) no dieron frutos. En cambio, antes de volver a Rusia, la muestra se exhibirá en las sedes del Centro Cultural Banco do Brasil en Belo Horizonte y San Pablo.
Para el montaje en el fabuloso edificio del Centro Cultural Banco do Brasil, en Río de Janeiro, los organizadores sumaron una instalación participativa debajo de la majestuosa rotonda. Con lentes especiales y audífonos, los visitantes pueden pasearse delante de paneles copiados de Sobre blanco para apreciar detalles de la obra en tres dimensiones mientras disfrutan de la música de Schönberg.
"Para Kandinsky, la música y la pintura tenían una relación íntima. Él veía en cada nota una tonalidad de color, figuras y movimientos en la melodía y el ritmo", explicó Petrova. Recordó a su vez que el artista ruso, formado en Derecho, dejó de lado su promisoria carrera como académico para dedicarse a la pintura luego de que en 1895 viera una exposición de impresionistas franceses en la cual llamaron su atención los trazos de Claude Monet. Poco después asistió a una representación de la ópera Lohengrin, de Richard Wagner.
Esos dos hechos generaron en él una suerte de epifanía que lo llevaron a mudarse a Alemania a estudiar pintura en la Academia de Artes de Múnich. Allí comenzó a pintar paisajes -se destacan en la retrospectiva los que realizó en diferentes estaciones en el pueblo bávaro de Murnau-, para luego unirse a otros artistas y formar el vanguardista Der Blaue Reiter.
Tras un breve pero intenso período de regreso en Rusia, donde participó activamente de eventos culturales y políticos posrevolucionarios, en 1922 volvió a Alemania, donde fue invitado a colaborar con la Bauhaus de Walter Gropius. La muestra incluye algunas de sus pinturas sobre vidrio de esa época, así como otras telas consideradas "degeneradas" por los nazis cuando llegaron al poder, lo cual lo obligó a mudarse a Francia hasta su muerte, en 1944.
En la exposición sólo faltan obras de la fase final de Kandinsky, desbordantes de colores. Su ausencia se debe a la falta de acuerdo de los organizadores con el Centro Pompidou en París, y los museos Metropolitano y Guggenheim en Nueva York, que poseen los trabajos más expresivos de ese período.


adn Kandinsky

Moscú, Rusia, 1866-
Neuilly-sur-Seine, Francia, 1944

Estudió Derecho y se casó con una prima. Abandonó su carrera como profesor para dedicarse a la pintura luego de ver una exposición de impresionistas y asistir a la ópera Lohengrin de Richard Wagner. En 1896 se mudó a Alemania para estudiar pintura. Se divorció y comenzó una relación con la artista Gabriele Münter; con ella y Franz Marc fundaron en 1911 el grupo Der Blaue Reiter, que transformó el expresionismo alemán. Al estallar la Primera Guerra Mundial volvió a Moscú, donde tuvo una activa participación cultural y política en grupos posrevolucionarios. Se casó con la hija de un general ruso. Con el surgimiento del realismo socialista, después de 1922, sus obras fueron prohibidas en los museos soviéticos y regresó a Alemania. Allí, invitado por Walter Gropius, participó de la escuela Bauhaus de arte y diseño hasta que los nazis la cerraron en 1932. Obras suyas y de otros artistas de vanguardia fueron consideradas "degeneradas".
Ficha. Kandinsky: todo comienza en un punto en Centro Cultural Banco do Brasil
Río de Janeiro hasta el 30 de marzo; en Belo Horizonte, del 15 de abril al 22 de junio; en San Pablo, del 19 de julio al 28 de septiembre.



Fuente: adn Cultura La Nación

NADA DE "EXTRAVAGANCIAS"

Exposición.

57 obras adquiridas en su momento por Quinquela Martín y que hoy pertenecen a la colección del Museo muestran el apego incondicional del artista a la más pura tradición figurativa.
Benito Quinquela Martín. Día luminoso. Oleo de 1958.
Benito Quinquela Martín. Día luminoso. Óleo de 1958.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Las obras del patrimonio del museo Benito Quinquela Martín se muestra bajo un nuevo guión: en sus salas principales se expone Arte argentino en la colección del Museo Quinquela Martín , 57 trabajos pertenecientes a la colección del museo, muchos de ellos conocidos pero no frecuentemente exhibidos. Agrupados en los núcleos Paisajes, Retratos y La tradición boquense , la selección celebra lo mismo que el museo y las ideas de Quinquela: la tradición figurativa. Esto se mantuvo a rajatabla: mientras el artista vivió, la entrada al museo de obras abstractas estuvo prohibida. Por eso aparecen en la muestra obras importantes de artistas figurativos, como Eduardo Sívori, Antonio Berni, Pío Collivadino, Raquel Forner, Guillermo Butler, Antonio Alice, Fortunato Lacámera y Emilio Centurión, entre otros.
Como se sabe, la colección del Quinquela fue creada por el propio Quinquela Martín, quien no quería “refugiarse en la extravagancia” al armarla, según él mismo decía (esto es, hacía la vista gorda a los nuevos lenguajes y las vanguardias). “La mayoría de las obras que pertenecen al museo las fue comprando él mismo”, explica Víctor Fernández, director de la institución. “A partir de los años 20 Quinquela hizo mucho dinero con la venta de sus pinturas. Fue entonces cuando adquirió parte de este patrimonio. Otra parte pasó a integrar el acervo del museo mediante el Premio Quinquela Martín , que el pintor creó en 1952 como parte de los Premios que formaban el Salón Nacional de Artes Plásticas”, explica el director. La gran mayoría de las obras pasaron a integrar la colección de esa manera, con Quinquela destinando un dinero para los premios adquisición que llevaban su nombre. Estos existieron hasta el año 79, dos años después de su muerte.
Un pequeño porcentaje de las obras expuestas son donaciones realizadas por artistas, algunos amigos y otros extranjeros. A estos últimos, Quinquela los conoció durante sus viajes al exterior, el primero de ellos a Río de Janeiro cuando el artista tenía 31 años, en 1921, y a partir de 1923, durante sus diversos viajes por Europa.
En la primera sala de la muestra aparece una obra extraña dentro del conjunto: una figura en cerámica esmaltada, “Promesante jujeña”, del escultor Luis Perlotti. A tamaño natural, seria, con los brazos cruzados bajo su manto de colores, los ojos entrecerrados, esta mujer es única en el grupo de trabajos: casi podría relacionarse más con la sala de mascarones de proa que con el resto de esculturas, pinturas, grabados y dibujos que integran la exposición. Perlotti –quien adquirió sus primeras herramientas artísticas trabajando en una ebanistería; luego, asistiendo a los cursos nocturnos de la mutual Unione e Benevolenza (creada en 1858) y más tarde, a los talleres de la Asociación Estímulo de Bellas Artes– se juntaba con Quinquela en La Peña del Tortoni. Sus trabajos fueron, generalmente, influidos por las tradiciones americanas y del Altiplano. En la cerámica expuesta en la muestra se ve perfectamente.
Otra obra interesante para detenerse en el recorrido de la exposición es “Alrededores de Ushuaia” (1952) del platense Guillermo Martínez Solimán. Empastada, de gran escala, de gestos violentos, definen el paisaje fueguino de manera emocional, en una época en que muy pocos artistas reparaban en él.
El temple sobre cartón de Guillermo Butler “Amanecer en Córdoba” también merece un vistazo por su paleta, por su composición armónica y serena –tan propia de Butler, quien había recibido una fuerte influencia de Cézanne durante su estancia en la colonia artística de Worpswede, en Alemania, a principios de los años 20– y porque difiere del resto de los paisajes que se exponen: figura y fondo son integrados en un todo, a través de la luz, de un “clima” meditativo con eje en la naturaleza, tan central en la obra de Butler. Al costado de este trabajo se encuentra otro muy distinto, “Tarde primaveral” con un cerezo en flor a pleno, un trabajo del cordobés José Malanca, del año 42.
En la sala siguiente, ya dentro del núcleo de la exposición Retratos , toda una pared pintada de anaranjado expone pequeñas pinturas de cabezas: retratos, como lo detalla el título. Allí, el “Retrato de Butler”, de Antonio Alice (1923), el “Autorretrato” de la pintora y poeta santafesina Emilia Bertolé (1937) y “Niños humildes” de Facio Hebeqer ( sin fecha), llaman la atención. Pero cerca se destacan dos magníficos óleos de gran tamaño: “El niño y su moneda” ( 1951) de Antonio Berni; y especialmente “El manto rojo” (1941), de Raquel Forner. La expresión dramática, trágica, el escorzo del cuerpo de la mujer, y el uso de un color significativo simbólicamente (el rojo), caracterizan la obra de Forner y convierten a éste en un trabajo fuerte.

Emilia Bertolé. Autorretrato de la poeta y pintora. Oleo de 1937.
Emilia Bertolé. Autorretrato de la poeta y pintora. Oleo de 1937.

Imposible ignorar, un poco escondido –no se ve a primera vista al entrar a la exhibición– el enorme lienzo de Eduardo Sívori, “La muerte del marino” (1888). Comprado por Quinquela Martín como “La muerte de un paisano " , el artista de La Boca no dudó en cambiarle el nombre para que fuera más adecuado al contexto: la comunidad portuaria boquense de entonces sentiría más próxima la muerte de un marino que la de un simple paisano.
En la misma sala, esos dos pequeños, exquisitos, metafísicos óleos del gran Fortunato Lacámera, “Biblioteca casera” (1938) y “Serenidad” (1948), los dos de la etapa en que el pintor observaba el interior de su casa lentamente, con detenimiento, antes que los paisajes ribereños. Una frágil mesa con algunos papeles y libros, cercanos a un frasco vacío; y una pera reflejándose sobre la superficie de madera (la cortina ondulando suavemente por detrás, son los colores de la tarde) explican el clima de los interiores de La Boca, sus tiempos.
“Cocina casera” (1956), el óleo de Eugenio Daneri, y “Apuntes sobre mi madre” (1935), de Miguel Carlos Victorica, marcan un buen cierre de la exposición, cierta despedida. Que nunca es, en realidad, una despedida final, tratándose del Museo Quinquela Martín: su casa y su taller –ubicados en el último piso del museo– abiertos al público, siempre son un must , la posibilidad de adentrarse en una rara avis como fue Quinquela. Su piano pintado, las paletas manchadas, sus fotos familiares –esas con los padres adoptivos–, su prensa de grabado; y la información sobre la Orden del Tornillo, mediante la que premiaba a artistas a través de un ritual: vistiendo un traje de almirante, les entregaba “el tornillo que les faltaba” y hacía girar al homenajeado mientras con un bastón lo golpeaba en el hombro y le decía: “Bueno, ya estás atornillado, ¡pero no te lo ajusté mucho porque eso no es bueno!” Además de esta información, en su casa-taller se exhiben sus numerosos e inmensos óleos con escenas del puerto de La Boca en apogeo. Y ahora que el museo está, por primera vez en décadas, destapando las ventanas, estos paisajes de Quinquela se duplican en ellas, aggiornados, con escenas vivas, móviles, contemporáneas. Y la casa-taller y la exhibición cobran un nuevo sentido. Quizás, en parte, el barrio no haya cambiado tanto.

FICHA
Arte argentino en la colección del museo Quinquela Martín

Lugar: Museo Quinquela Martín, Av. Pedro de Mendoza 1843
Fecha: hasta diciembre
Horario: martes a domingos de 11 a 17.30
Entrada: gratuita

El artista que se debía al barrio

Hay aspectos no tan conocidos de Benito Quinquela Martín; por ejemplo, su primera infancia triste. Abandonado por sus padres, fue criado en la Casa de los Niños Expósitos. Allí, al cumplir 7 años, lo adoptan Manuel Chinchella –un cargador de leña del puerto– y Justina Molina –analfabeta y entrerriana–. A los 17 se inicia en el arte con Alfredo Lazzari, conoce a Lacámera y Facio Hebequer. Más tarde, en 1916, será Pío Collivadino quien lo guiará e identificará como “el pintor de La Boca y de su puerto”.
Pero uno de sus rasgos más importantes fue su gran impronta como gestor cultural de La Boca (algunos lo llamaron “animador cultural”). En los años 30 fundó La peña, espacio de encuentro de artistas; en 1933 compró el terreno que luego donó al Estado para la construcción de una escuela-Museo (esa cercana a Caminito) y un museo de Bellas Artes (donde había instalado en los últimos pisos su taller y su casa, aún es posible visitarlos allí). También cedió terrenos para un instituto odontológico y una escuela de artes gráficas.


Fuente: Revista Ñ Clarín

OSVALDO LAMBORGHINI: LOS COLLAGES DE SUS ÚLTIMOS AÑOS

Una muestra en Barcelona reúne fotomontajes e intervenciones del autor en libros y revistas porno. Cuando estaba enfermo y en cama, el autor se hacía con publicaciones pasadas y las convertía en cosas diferentes.
Outsider. El arte de Lamborghini es difícil de exhibir y de catalogar.
Outsider. El arte de Lamborghini es difícil de exhibir y de catalogar.

Por Jorge Carrión - Especial para Clarín


Entre los eslóganes que el escritor argentino Osvaldo Lamborghini nos dejó en herencia destaca el de “primero publicar, después escribir”. La provocación admite una lectura literal: primero estudiar lo publicado, después reescribirlo. O, más literal aún, comprar lo publicado y escribir, pintar, componer encima de su superficie.
Su obra visible hasta el momento –con cuentos como “El niño proletario”– permitía la primera lectura. La que se expone desde ahora hasta el 1 de junio en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) evidencia la segunda. Se trata de toda la producción de texto ilustrado, collage, fotomontaje e intervención en libros y revistas porno que realizó en esa ciudad entre 1981 y su muerte, en 1985. Encamado, le encargaba a su pareja, Hanna Muck, que le comprara publicaciones desfasadas y las convertía en otras cosas:Las que se exhiben en esta exposición.
Las páginas del Teatro Proletario de Cámara ocupan una pared semicircular casi entera de la gran sala. Impresiona. La escenografía invita a leer cada uno de los fragmentos de poemas, juegos de palabras y pasajes en prosa manuscritos, que conviven con recortes pornográficos y dibujos, a modo de ilustración, contrapunto o expansión simbólica (a menudo crítica y política). En vitrinas, se muestran los libros intervenidos, algunos objetos, composiciones de intención artística, la escasa biblioteca sobre arte del escritor y el catálogo de la muestra, El sexo que habla, con textos de César Aira, Alan Pauls, Antonio Jiménez Morato, Paul B. Preciado y el comisario del proyecto, Valentín Roma.
La literatura expandida de Lamborghini, aunque más punk, llegó una década más tarde que la de Julio Cortázar, y la hemos conocido 25 años después de su realización. El editor gallego Antxo Rabuñal editó en facsímil, en 2008, una selección de “Teatro proletario de cámara”. La existencia de ese libro y la del catálogo de esta muestra homónima provocan una pregunta: ¿Es el formato libro el mejor para dar a conocer esa obra póstuma de Lamborghini, que puede entenderse como su pasión última y su legado? Hay ahora en el Macba dos muestras muy poderosas: “La pasión según Carol Rama”, sobre la artista italiana, y “La herencia inmaterial”, sobre la colección del museo. A su lado, palidecen los ensayos plásticos de Lamborghini.
Para la ocasión, César Aira firmó un remake del prólogo que escribió para el libro de 2008. Si en aquél destacaba la escritura, ahora insiste en la pintura, tal vez porque ambas no pueden disociarse en los tres últimos años de vida de Lamborghini. La interpretación de Aira de otro eslogan (“Yo vengo de ahí”, decía Lamborghini refiriéndose a la pintura) conecta la infancia como aficionado a la pintura con una vejez prematura en su cama taller: “en las dos únicas etapas de su vida estable”, dice, “optó por la plástica.”
Sin embargo, en la misma cama también escribió mucho. Mi duda como lector es hasta qué punto todo ese material gráfico es más relevante que la letra que lo acompaña y da sentido. Puede que la clave la dé el propio Aira al mencionar la filiación de esos dibujos y pinturas con la obra de Henry Darger. Arte outsider, nailf, difícil de exhibir y de catalogar.


Fuente: Revista Ñ Clarín

VENDEN UNA OBRA DE MIRÓ EN 23 MILLONES DE DÓLARES

SUBASTA DE ARTE. Una persona mira una una pintura de Joan Miró titulado “L’Oiseau au plumaje deploye vole vers l’arbre argente”, durante la presentación de la subasta de la casa Christie en Londes. Se estima que su precio rondará los 13 millones de dólares. (AFP)
La obra “El pájaro de plumaje desplegado vuela hacia el árbol plateado”, de Joan Miró, en la casa de subastas Christie's, en Londres, el pasado 30 de enero. Foto Reuters

¿SON O NO SON DE MIGUEL ÁNGEL?

Las piezas están expuestas en el Museo Fitzwilliam de Cambridge, en el Reino Unido.
De confirmarse su autoría, se convertirían en las dos únicas obras en bronce que se conservan del artista.
 Foto: LA NACION
Expertos de la Universidad de Cambridge investigan si dos estatuas de bronce, hombres triunfantes montados sobre panteras, propiedad de un coleccionista privado, son obra de Miguel Ángel Buonarroti. El 6 de julio difundirán el resultado de estos estudios. Si se constata la hipótesis, se estará frente a las primeras esculturas en bronce que se conserven de Miguel Ángel.



Dos hombres desnudos, uno ligeramente más joven que el otro, montados sobre panteras y con los brazos estirados hacia el cielo en señal de victoria podrían ser obra de Miguel Ángel Buonarotti. Así lo informaron ayer expertos del museo Fitzwilliam de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, donde las piezas se encuentran expuestas en este momento.
La investigación continúa en proceso –recién el 6 de Julio se darán a conocer los resultados finales–, pero en caso de confirmarse la presunción de los expertos, estas esculturas de un metro de alto se convertirían en las dos únicas obras en bronce del maestro italiano que se conservan intactas.
Ya durante el siglo XIX, cuando aparecieron en la colección de Adolphe Rothschild –parte de la célebre familia de coleccionistas–, la autoría de las estatuas fue atribuida al genio renacentista, pero esa teoría terminó siendo descartada después de que sucesivos estudios se la adjudicaran al escultor holandés Willem Danielsz Van Tetrode.
Sin embargo, el año pasado, el profesor emérito de la Universidad de Cambridge, Paul Joannides, inició una campaña para identificar nuevamente las esculturas. La pista fundamental que motivó a este académico fue un bosquejo dentro de un dibujo del siglo XVI perteneciente al Museo Fabre en Montpellier, Francia. Sucede que uno de los aprendices de Miguel Ángel Buonarotti reprodujo bosquejos perdidos de su mentor y en uno de ellos se encontraba el dibujo de un hombre montado sobre el lomo de una pantera. La pose del joven de esa la ilustración tenía muchas similitudes con los hombre de las estatuas que ahora nos ocupan.



Las esculturas investigadas

A priori, las fechas parecen coincidir. Esta nueva investigación asegura que el gran artista florentino las habría realizado a después de el David (entre 1501 y 1504) y justamente antes de comenzar a pintar los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina en la Ciudad del Vaticano (trabajo que hizo entre 1508 y 1512) a pedido del Papa Julio II.
Los expertos llegaron a esta conclusión después de realizar un escáner de neutrones en Suiza –los rayos X no fueron lo suficientemente potentes como para lograr atravesar sus paredes– gracias al que se pudo datar las obras en los primeros diez años del siglo XVI.
“Tenemos evidencia visual, tenemos evidencia anatómica y tenemos evidencia técnico- científica”, afirmó Victoria Avery, parte del equipo que intenta identificar las piezas de manera concluyente, y agregó que el proyecto “incluyó a muchos historiadores de arte en el Reino Unido, en Europa y Estados Unidos, quienes analizaron evidencia de científicos de conservación y anatomistas”.
Las dos esculturas de bronce, que estarán en préstamo en el Museo Fitzwilliam hasta el 9 de Agosto de este año, pertenecen a una colección privada cuyo dueño mantiene, por ahora, su identidad en secrto. “Queremos que la gente venga al museo, que examine las pruebas encontradas y saque sus propias conclusiones”, afirmó Avery invitando a todo aquel que se interese por la obra del gran artista del Renacimiento.



Fuente: lanacion.com y clarin.com

LA INCREIBLE IMAGEN DE LAS ISLAS MALVINAS
QUE TOMÓ UN COSMONAUTA RUSO

Oleg Artémiev pasó 225 días en órbita a bordo de la Estación Espacial Internacional; hoy tiene su blog personal en el que publica las grandes fotos que sacó a 400 kilómetros de la Tierra
Las Islas Malvinas, fotografiadas a 400 kilómetros de altura  Foto: Archivo


El cosmonauta ruso Oleg Guérmanovich Artémiev, integrante de la Expedición 40 a la Estación Espacial Internacional dio a conocer esta semana una foto de alta definición de las Islas Malvinas tomadas a más de 400 kilómetros de la Tierra.
Nacido en 1970 en la letonia rusa, Oleg comenzó su carrera espacial al ser seleccionado como parte del grupo de cosmonautas RKKE-15 en 2003. Antes, había servido al ejército soviético de Vilna, en Lituania hasta 1991.
Mientras estudiaba para cosmonauta, participó del equipo de estudios precursores de 15 y de 105 días del programa Mars-500.
Oleg Artémiev mira a la Tierra durante uno de sus 225 días en órbita  Foto: Archivo
Oleg Artémiev mira a la Tierra durante uno de sus 225 días en órbita. Foto: Archivo

Oleg que hoy tiene un blog personal y desde allí sube fotos de su estadía en el espacio, despegó de la Tierra a bordo del cohete ruso Soyuz desde el cosmódromo de Baikonur en Kazajistán en mayo de 2014 y regresó en noviembre último, después de pasar 225 días en órbita.

Fuente: lanacion.com

EL ORIGEN DE LOS IDIOMAS,
EXPLICADO EN UNA PRECIOSA INFOGRAFÍA

El origen de los idiomas, explicado en una preciosa infografía

Carlos Zahumenszky

 
¿De dónde vienen los idiomas que hablamos hoy en día? La ilustradora y dibujante de cómics Minna Sundberg nos ofrece algunas respuestas en este hermoso árbol genealógico que agrupa las principales lenguas de origen indoeuropeo o urálico. A continuación podéis disfrutar de la infografía completa.





La propia Sundberg explica que sería imposible incluir en el gráfico los cientos de pequeños idiomas que se hablan en muchas regiones de Europa, pero la ilustración da una idea muy certera de los principales hablados por poblaciones de más de un millón de habitantes. Los datos han sido tomados de la web Ethnologue, que registra inifinidad de datos sobre el origen y características de los idiomas en el mundo.

Nosotros ya hemos encontrado una ausencia importante: el euskera. La razón, según, Ethnologue es que el idioma autóctono del País Vasco es una lengua aislada que no pertenece al tronco indoeuropeo ni urálico. ¿Habéis encontrado otras? En este enlace, Minna Sundberg ofrece una versión impresa de la infografía a un precio de 15 dólares. [Mentalfloss vía Cool Infographics]


Fuente: Gizmodo en español