JOYAS DEL COLÓN:
LOS TESOROS QUE LA BIBLIOTECA DEL TEATRO
RESERVA A LOS MELÓMANOS

A fondo
Manuscritos, antiguos programas de mano y ejemplares inhallables sorprenden a investigadores y curiosos
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Héroes de la época. Una carta de Puccini y una foto de Verdi y su tenor preferido autografiada, dos testimonios protegidos en una caja fuerte.
Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno



Por Pablo Gianera / La Nación



  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Todas las bibliotecas, aun las particulares, tienen objetos de un valor que se los separa del resto que habitan su espacio, lo anaqueles, los cajones, las vitrinas. Los orígenes de aquello que los vuelve únicos pueden ser diversos e incluso opuestos: por ejemplo, la mayor utilidad (un ejemplar sin réplica de consulta inevitable) o bien, en el otro extremo, la inutilidad más completa (el manuscrito con la grafía de quien se admira). La Biblioteca del Teatro Colón, que fue reabierta hace poco más de diez días, reúne por supuesto los dos casos.
La sala funciona en la entrada de Libertad 629, y Alejandra Balassi, la bibliotecaria, parece emocionarse tanto como los visitantes cuando muestra esos objetos. En los estantes se amontonan las biografías de compositores, los estudios críticos, los libretos de ópera. Entre esos materiales, hay páginas, muchas de ellas ya amarillentas, que están imantadas para cualquier amante de la ópera en particular y, de manera más general, de la música. Las dos piezas más destacadas son casi fetiches. En primer lugar, una foto de Giuseppe Verdi con Francesco Tamagno, el recordado tenor turinés que intervino en Otello, Simon Boccanegra y en la versión italiana de Don Carlo. Pero la foto, en la que los dos miran un punto desconocido un poco corrido del objetivo de la cámara, no es todo: están también sus firmas y la datación en Milán, en 1900. No menos conmovedora es la breve carta que Giacomo Puccini fechó el 24 de noviembre de 1924, cinco días antes de su muerte. Los dos manuscritos estuvieron perdidos y fueron finalmente recuperados.
Otro centro de interés, quizás el principal, son los programas de mano del Colón. Pasar las páginas de esos libritos, ahora encuadernados en gruesos volúmenes, depara no sólo una cantidad de información acerca de los elencos y las programaciones. Alrededor de esos datos están las publicidades de cada época, anuncios diversos que dejan entrever una historia que va mucho más allá de la música.

Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una publicidad de jabón y, casi al lado, el reparto de la ópera L’elisir d’ amore de Donizetti con Enrico Caruso como el más memorable Nemorino.  Foto:  LA NACION  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
El arte de la portada de un programa de mano de 1917.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno


una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
 Una partitura manuscrita con autógrafo del compositor argentino Constantino Gaito.  Foto:  LA NACIÓN  / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACION / Aníbal Greco y Hernán Zenteno
Una historia entre las páginas. En un espacio amable, la biblioteca revela de a poco sus secretos  Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco y Hernán Zenteno

Fuente: lanacion.com

LOS PALACIOS DE LA MODERNIDAD

Tres dimensiones.

Son obras del progreso hechas a principios del siglo XX, como la usina de Puerto Nuevo, las terminales de tren o el Correo.

  Torretas. Tenían tanques antiincendio. Asombro. El interior de la usina Givogri.




Por Berto González Montaner

La imponente usina Doctor Carlos Givogri que se refleja en Dársena F de Puerto Nuevo y custodia el extenso horizonte del Río de la Plata es una de las construcciones más surrealistas de Buenos Aires. Pareciera haber salido de alguno de los paisajes metafísicos registrados imaginariamente por el pintor italiano Giorgio de Chirico. Tiempo atrás, a sus pies, entre barcazas y areneras, acuatizaban hidroaviones. Algunos memoriosos cuentan que allí el Presidente Perón recibió a Gina Lollobrigida. Sin duda, un lugar en el borde noroeste de la Ciudad que está lleno de río, magia, historia y energía.
La usina Central Puerto Nuevo nació allí, en terrenos ganados al río. Entre otras razones, porque eran más baratos y por el beneficio de tener el agua cerca. El agua sirve para enfriar el circuito de generación de la electricidad, que todavía hoy se alimenta de combustible fósil y gasoil. Eso nos contó Juan Falco, un ingeniero electrónico que fue jefe de planta hasta el año 1996.
Días atrás, este ingeniero nos acompañó a visitar este edificio que junto con la Central Nuevo Puerto y Central Ciclo Combinado forman parte del complejo Central Puerto. Hicimos la recorrida con un grupo de alumnos de la FADU con los que estamos haciendo el ejercicio de pensar cómo reconvertir esta zona subutilizada y de gran potencial estratégico y paisajístico en un nuevo lugar para disfrutar de la Ciudad. Algo así como sucedió con la Tate Modern (Museo de Arte Moderno) en el Bankside de Londres o la Usina del Arte en La Boca.
A principios del siglo pasado, Buenos Aires crecía frenéticamente al tiempo que construía sus grandes infraestructuras. Eran obras de dimensiones descomunales que hoy, un siglo después, llaman la atención. Estas construcciones faraónicas, como se las llama un poco peyorativamente ahora, no gozaban de mala prensa. Si no que asumían como virtud ser monumentales y palaciegas: construían y celebraban la modernidad, el progreso.
La lista es extensa. Por caso, los Palacios de Aguas Corrientes, el más fastuoso, el de la avenida Córdoba; pero también el de avenida Pedro Goyena en Caballito o el de Villa Devoto sobre Francisco Beiró; que esconden gigantescos tanques de provisión de agua para los barrios de la Ciudad. También las terminales de trenes fueron diseñadas como palacios. Qué tal Retiro, las dos de Constitución o la de Once, con esos descomunales edificios Beaux Arts que tapaban los grandes (y hoy considerados bellísimos) hangares fierreros y utilitarios. O el sinnúmero de colegios como el Nacional de Buenos Aires o el Mariano Acosta. También el actual Centro Cultural Kirchner fue en su origen un palacio, de Correos y Telecomunicaciones. Con un área de arquitectura “noble” (donde están los grandes halls, el salón de los escudos y lo que fue el despacho de Evita) y un área industrial desde donde se distribuía la correspondencia a todo el mundo.
La Central Puerto Nuevo fue construida a principios de siglo XX, proyectada por el arquitecto italiano Giuseppe Molinari, el mismo que hizo el Teatro Coliseo. Primero perteneció a CATE, luego a CHADE y a CADE hasta que en 1958 se nacionaliza y queda como SEGBA. Para volver en los años 90 y hasta hoy a manos privadas.
Su fachada principal mira a la Ciudad, es austera y de orden monumental. Responde a los cánones de la llamada arquitectura palladiana. Su cuerpo central está compuesto por tres partes. Dos torretas laterales y en el eje central, el gran portal con arco de medio punto y columnas apareadas. En su interior es una gran nave de 32 metros de ancho y otros 32 de altura, hoy casi vacía, donde aún funcionan solamente dos turbinas.
A mí siempre me llamaron la atención esas dos torretas que con gran potencia marcan el lugar donde está ubicada. Y que le da al edificio una escala compatible y apropiada con la inmensidad de nuestro río. Pero de lo que me vine a enterar en esa visita es que sus constructores, más allá de algunos excesos, no dejaban nada librado al azar. Sus decisiones estéticas también eran respuesta a necesidades concretas: 8 columnas cada una, las torres encerraban en lo más alto, unos gigantescos tanques donde se almacenaba el agua para combatir posibles incendios. 


* Editor General ARQ

VUELVE A SU DUEÑA UNA ESCULTURA DE RODIN ROBADA EN 1991

"Chica joven con serpiente" está valuada en 100.000 dólares.
Fue sustraída de la casa de una coleccionista en Beverly Hills, con ayuda de su mayordomo.
"Chica joven con serpiente", escultura de bronce del artista francés.

El final parece el de un clásico relato policial: fue el mayordomo. En 1991, una coleccionista de arte de Beverly Hills se fue de viaje y dejó su casa por algunas semanas. Al mayordomo, que se había jactado de los millones de su empleadora en un bar, le pagaron 5.000 dólares por entregar copias de la llave de la casa -y por su silencio, claro-. Durante las semanas que duró el viaje, un grupo de ladrones entró y salió varias veces de la vivienda para llevarse varias piezas de arte, valuadas por un total de un millón de dólares. En el botín estaba Chica joven con serpiente, una escultura de bronce de Auguste Rodin, que acaba de ser nuevamente atribuida a su dueña legítima y que, con un precio estimado de 100.000 dólares, será subastada este año en Nueva York.
Tardó veinte años en aparecer la escultura: en 2011 fue ofrecida anónimante en la casa de subastas Christie's, en su sede londinense. Como la obra del escultor francés estaba denunciada, se iniciaron investigaciones y negociaciones entre los abogados de los que la ofrecían y los de la coleccionista de arte de Beverly Hills, cuyo nombre no se dio a conocer. La policía de esa zona de Los Angeles, que había encontrado y detenido al mayordomo en un hotel de Miami, investigó el caso durante 24 años y finalmente logró que la coleccionista fuera reconocida como la legítima dueña de la obra.
El caso no fue cerrado: en esas "visitas" habilitadas por el mayordomo, los ladrones se llevaron además un bosquejo de El beso, una de las esculturas más celebres de Rodin, y La primavera eterna, otra obra del francés. "Cuando volví después de ese viaje, mi casa estaba como si le hubiera pasado un terremoto por encima", declaró la coleccionista al diario británico The Independent. Pasado el temblor, recuperó la primera pieza.


Fuente: clarin.com

MEMORIA FOTOGRÁFICA:
MIRAR EL PASADO PARA CONSTRUIR EL PRESENTE
CON RECUERDOS

Universos visuales / Entre el documento y la ficción

La brasileña Rosângela Rennó rescata viejas fotos y las utiliza para su obra, en una forma de reinvención; exhibe en Buenos Aires y mañana dará una charla en el Malba
   Reproducción de un tatuaje presidiario como una cicatriz.

Por María Paula Zacharías / Para La Nación


Rosângela Rennó es fotógrafa, pero sobre todo, una rescatista: sirviéndose del pasado y sus vestigios, la artista conceptual brasileña crea con recuerdos el presente, o pesca de allá lejos y hace tiempo aquello que va camino al olvido. También hace fotos imposibles: registra la huella de una imagen perdida para siempre. O inventa recuerdos, como el video que recrea un diálogo probable ocurrido hace 500 años. Su obra parte de la idea de que el pasado es irrecuperable y de que todo acto de memoria supone una reinvención: "No me veo manejando las cosas obvias de hoy, como las imágenes de Instagram. Me interesa lo que la gente olvida y va a ser necesario en un futuro. Esos pantanos son los que me dan ganas de trabajar y producir algún sentido para mi país y para mí misma. Son obsesiones", dice.
Reconocida en el mundo, su obra está presente en dos exposiciones que se pueden ver ahora en Buenos Aires, dentro de la Colección Daros Latinamerica que exhibe Fundación Proa, y en el Malba. En este museo, mañana, a las 18.30, dialogará con Agustín Pérez Rubio, curador de la muestra Memorias Imborrables, invitada por la feria Buenos Aires Photo, que inicia así un programa de acciones mensuales para difundir la fotografía latinoamericana.
A mitad de camino entre el documento y la ficción, Rennó inventa nuevas materialidades para la fotografía: hace collages de fotos preexistentes, superpone diapositivas, agrega veladuras, desenfoca, crea fantasmagorías, reproduce imágenes con proyectores vetustos para lograr la mirada nebulosa del recuerdo, y borra las huellas de la autoría. La propia y la ajena. Trabaja con archivos, revitalizándolos en instalaciones, videos, esculturas, proyecciones o libros. "Fotografiar es un pretexto para hablar de varias cosas que son más grandes: comprender olvidos de la memoria histórica, hablar sobre el espacio público, el mercado de arte y, sobre todo, la humanidad", observa.

De la serie Operação, que la artista de Belo Horizonte realizó en 2014
   De la serie Operação, que la artista de Belo Horizonte realizó en 2014
 

En el video que se ve ahora en Malba, Vera Cruz (2000), de la Colección Videobrasil, recrea un registro que nunca existió a partir de una carta que cuenta el descubrimiento de Brasil, en 1500. Diálogos subtitulados y una imagen que no está, con las dificultades técnicas de un viejo documento, como ruidos, rayones, hongos y otros accidentes típicos de una película vieja. "Los hechos exactos son imposibles de recuperar, por eso prefiero trabajar con las amnesias, más que con las memorias. Me gusta intervenir, añadir algo a los agujeros. Y me interesa tener mucha más ficción que documento dentro del documental. La carta que los brasileños tenemos por certificado de nacimiento es una ficción, porque Brasil ya había sido descubierto antes. Son construcciones manejadas institucionalmente para que comprendamos la historia a partir de lo que el poder decide que son momentos importantes. Hay muchos agujeros en nuestra historia, no hay un flujo continuo y hay varias lagunas de amnesia. Busco ese punto de olvido", explica su procedimiento.
Por eso también le quita el sueño el patrimonio que se pierde. "Hay falta de conciencia en la construcción de nuestra memoria. No se invierten tiempo y dinero", valora. De eso se trata la serie de fines de los años 90 Museu penitenciário-Cicatriz, que se ve en Proa hasta el 13 de septiembre, en el marco de la exhibición de artistas latinoamericanos de Daros, curada por Rodrigo Alonso y Katrin Steffen. Allí, Rennó busca la belleza en las fotografías de las pieles tatuadas de presidiarios y en registros de sus cabezas de principio de siglo XX, que rescató de un archivo que hoy, veinte años después, sigue olvidado. De las cajas con 20.000 negativos en vidrio que encontró rescató del abandono 300, las reprodujo, y aportó investigación para organizar el material.
Por su manía coleccionista, la fotógrafa andará recorriendo mercados de pulgas porteños en busca de lentes y proyectores. Su pasión por los objetos ya se hizo visible en la instalación Menos-valia [leilão], que presentó en 2010 en la Bienal de San Pablo. En ferias de antigüedades de distintos países encontró 73 artefactos fotográficos que se disponían para un remate al final de la bienal, cada uno con su cartel de precio original. "Fue un pretexto para discutir ideas del mercado de arte y de los objetos, y el ciclo de obsolescencia", cuenta.
Rennó tiene dos libros que documentan el robo de fotografías históricas 2005-510117385-5 -nombre que toma de un registro de identificación policial-; el segundo, A01 [COD. 19.1.1.43] - A27 [S|COD.23], ganador de los premios Libro del Año en Paris Photo 2013 y Libro Histórico en los Encuentros de Fotografía de Arles. Tiene planeado hacer un tercer libro sobre fotos robadas, pero no decidió aún sobre cuál caso se tratará. Lamentablemente, encontró varios para elegir.

Una artista en contra del olvido

Rosângela Rennó
Fotógrafa
Edad: 52
Origen: Brasil
  • Oriunda de Belo Horizonte, vive en Río de Janeiro. Es licenciada en artes plásticas y en arquitectura. Expuso en galerías de todo el mundo y participó de dos bienales de Venecia y de San Pablo.Imagen y (des)memoria
  • Mañana, a las 18.30, dará una conferencia en el Malba, acompañada por el director artístico Agustín Pérez Rubio. Las entradas se retiran una hora antes en la recepción del museo (Figueroa Alcorta 3415). Gratis.
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Fuente: lanacion.com

SUBASTAN EL FABULOSO TESORO
DE UN GALEÓN ESPAÑOL DEL SIGLO XVII

En Nueva York.


Un crucifijo de oro con esmeraldas colombianas incrustadas, monedas, lingotes de oro y plata forman parte de los elementos encontrados en el naufragio. Serán subastados el mes próximo, informó la casa de remates Guernsey’s. Pertenece al “Nuestra Señora de Atocha”, hundido en 1622 y descubierto en 1985 frente a los cayos de Florida.


Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP
Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP

Parte del tesoro del galeón español Nuestra Señora de Atocha, hundido en Florida en 1622 a causa de un huracán, será subastado en Nueva York el mes próximo en la casa Guernsey's, coincidiendo con el 30 aniversario de su descubrimiento por parte del cazador de tesoros estadounidense Mel Fisher.




Casi 40 objetos del galeón, entre ellos una cruz de esmeralda, lingotes de oro y plata, perlas salvajes o monedas españolas del siglo XVII, se venderán a partir del 5 de agosto. El Nuestra Señora de Atocha era el más famoso de los nueve barcos que se hundieron en Florida y tardó más de 150 años en ser encontrado, gracias al empecinamiento de Fisher, quien finalmente dio con él cerca de Cayos Marquesas, en 1985. La casa de remates estimó que el total de la venta será entre 1,5 y 2 millones de dólares.



Nuestra Señora de Atocha formó parte de una flota de 28 navíos españoles que zarpó de La Habana el 4 de septiembre de 1622 y fue azotada por un huracán al día siguiente, con un saldo de ocho embarcaciones hundidas. De sus 265 hombres a bordo, solo cinco sobrevivieron. Un mes más tarde otro huracán destruyó aún más los restos del galeón. Durante los siguientes 60 años, los españoles intentaron hallarlo, pero no encontraron ningún rastro y finalmente lo dieron por perdido. En 1969, Mel Fisher y su equipo comenzaron una búsqueda que duró 16 años hasta dar con el cargamento del Atocha, hallando objetos por un valor estimado en 450 millones de dólares. 

 

                                            Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP
                                            Ese galeón español que ya es leyenda



El cazador de tesoros encontró 40 toneladas de plata y oro, incluyendo 100 mil monedas de plata, otras de oro y varias esmeraldas colombianas. Todo un botín que los colonos españoles llevaban a casa desde el Nuevo Mundo. Ahora, esta subasta venderá algunos de sus objetos favoritos de Fisher, que falleció en 1998 a los 76 años.




Las piezas más valiosas son un cáliz de oro valorado entre los 400.000 y los 500.000 dólares, dos insólitas perlas salvajes de la región de Nueva Esparta -valoradas entre 300 mil y 400 mil dólares y una cruz de oro y esmeralda, regalo del rey Felipe V de España a Elizabeth Farnese, duquesa de Palma, y que podría alcanzar los 125 mil dólares.
Pero quizá la más curiosa es una cadena de oro que el propio Mel Fisher llevó en la entrevista que le hicieron en El show de Johnny Carson tras encontrar el botín, que está valorada entre 90 mil y 120 mil dólares. En el programa, Fisher explicó que las joyas de oro, al contrario que los lingotes, podían pasar la aduana sin que el rey cobrara el 20 % de impuestos que se conocía como el quinto del Rey.







                                             

                                                 Cuando Mel Fisher encontró el tesoro


Fuente: clarin.com

EL CUADRO MÁS CARO DE LA HISTORIA
YA CUELGA EN EL REINA SOFÍA

Aunque no se ha confirmado oficialmente, «Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?)», de Gauguin, fue adquirido por la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares
El cuadro más caro de la Historia ya cuelga en el Reina Sofía
        Momento en que esta mañana se instalaba el Gauguin en el Museo Reina Sofía- AFP

No se recuerda una expectación mediática igual en el Reina Sofía. La nube de fotógrafos y cámaras de televisión era similar a la que suele haber en el Festival de Cannes para inmortalizar a Angelina Jolie en carne mortal.
Pero, sorprendentemente, no se esperaba a una estrella de Hollywood, ni a una modelo de Victoria's Secret, sino a un cuadro de Gauguin que iba a colgarse en la pared de una sala del museo. ¿Tanto amor por este artista hay en España?, se preguntarán. ¿Tan especialistas en arte nos hemos vuelto los españoles? Ninguna de las dos cosas, lamentablemente.
El motivo, mucho más prosaico: según el «New York Times», su propietario -la Rudolf Staechelin Family Trusormt, fada por tres socios: Rudolf Staechelin (nieto del coleccionista del mismo nombre que compró la obra en 1917), de Basilea; Martin Paisner, de Londres, y Carlyn McCaffrey, de Nueva York- lo vendió a la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares, convirtiéndose así en el cuadro más caro de la Historia, superando en nada menos que 50 millones a la venta de «Los jugadores de cartas», de Cézanne, también comprado por la Familia Real qatarí. La noticia, que se hizo pública en febrero de este año, nunca ha sido confirmada oficialmente por ninguna de las partes.


Primer viaje a Tahití



«Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?) fue pintado por Paul Gauguin en 1892, durante su primer viaje a Tahití, adonde se escapó huyendo de la civilización occidental. Es una obra maestra de la Historia del Arte, la respuesta del salvaje artista francés a la «Olimpia» de Manet. Pertenece a una serie muy cotizada de Gauguin de aquellos años en los que los títulos son preguntas. En él aparecen dos jóvenes que están conversando. Una de ellas es Tehamana, la adolescente de 13 años con la que se casó. Antes de su venta, el trust se había comprometido a que este cuadro, junto a una selección de obras de la colección, viajara al Museo Reina Sofía y, después, a la Phillips Collection de Washington, donde permanecerá hasta el 10 de enero. Y quisieron mantener este compromiso. Como así han hecho. Gracias a un acuerdo entre la Fundación Beyeler de Basilea y el Reina Sofía, ha habido un intercambio de préstamos. El cuadro de Gauguin ha formado parte, hasta el 28 de junio, de una monográfica de este artista en la Beyeler y esta fundación cedió al museo español un importante Miró.




El cuadro salió el lunes de Basilea, en un camión de la empresa SIT, especialidada en transporte de obras de arte, rumbo a España. Iban dos conductores para turnarse y un restaurador de la fundación Staechelin, que actuaba como correo. Pasó una noche en Barcelona, en los almacenes de la empresa en la Ciudad Condal, y el miércoles llegó sobre las cinco de la tarde al Reina Sofía. Como es preceptivo, pasó un día aclimatándose en su embalaje. Ayer se subió a las salas.
Explica el director del museo, Manuel Borja-Villel, que no se han tomado medidas de seguridad distintas a las habituales, que son suficientes: cámaras y un vigilante en sala. Pero, si el número de visitantes se disparara, se tomarían las medidas oportunas, añade. Confirma que tampoco se ha aumentado el valor del seguro tras la venta del cuadro. La garantía del Estado se hizo cargo de casi la totalidad de los seguros, que asciende a más de 1.587 millones de euros, si sumamos los 10 Picassos que se exhiben en el Prado y los 166 del Reina Sofía (incluyen obras de la colección del Kunstmuseum de Basilea, y de dos colecciones privadas que están cedidas a este museo: Staechelin e Im Obersteg).


Pobre Van Gogh



El Gauguin cuelga ya en las salas junto a las obras de estas dos colecciones, donde se exhiben, hasta el 14 de septiembre, obras maestras como «El jardín de Daubigny», de Van Gogh. Ayer nadie le hacía ni caso a esta joya. De hecho, el correo de la Fundación y personal del Reina Sofía se afanaban esta mañana en proteger el lienzo ante la avalancha de los cámaras que inmortalizaban el Gauguin para que no sufriera ningún daño. Así de cruel es el mercado del arte. Si los 300 millones se hubieran pagado por el Van Gogh (nada imposible, dada la cotización del artista y la calidad de la obra), nadie hubiera hecho ni caso al Gauguin.
Rudolf Staechelin, acompañado por su mujer, habló hoy largo y tendido de todo, pero no soltó prenda de quién ha comprado el cuadro ni por cuánto dinero, pese a la insistencia de los periodistas. «Si están aquí porque es el cuadro más caro de la Historia es una razón equivocada -dijo el coleccionista-. No son dólares colgados de una pared, es arte. No es lo principal, sino admirar la belleza de esta obra maravillosa. Estoy feliz por ver aquí junta la colección, pero también triste, porque nos despedimos de la obra de Gauguin. De todas formas, estoy seguro de que no es el cuadro más valioso de este museo. Lo es el "Guernica"».


Historia de su cotización



En 1893, cuando fue expuesta en la Galería Paul Durand-Ruel, fue valorada en 1.500 francos suizos. No se vendió. Dos años más tarde salió a subasta por 500 francos. Tampoco encontró comprador. Su abuelo lo adquirió por 18.000 francos suizos. Staechelin, que tiene un hijo y una nieta, cuenta que en 1981 la obra se tasó en 6 millones de francos suizos. Le preguntamos sobre el futuro de su colección. En febrero reconocía a ABC que hay problemas entre la Fundación y el Kunstmuseum de Basilea y que no descartaba retirar de allí su colección. «Estoy abierto a que vuelvan allí, no lo excluyo, pero no he tomado aún la decisión. Es cierto que hay problemas con el museo, no lo oculto», advierte.
Cuenta que dos accidentes aéreos marcaron a su familia. En 1967un chárter de la compañía familiar se estrelló en Nicosia. Las pérdidas económicas obligaron a su abuelo a vender parte de su colección de arte: un Van Gogh y dos Picassos. Estos últimos los compró la ciudad de Basilea tras un histórico referéndum: el Gobierno pagó 6 millones y hubo otros 2,4 millones de aportación privada. Un Picasso emocionado donó a la ciudad cuatro obras. El segundo accidente aéreo se produjo en 1977: murieron en él su padre, su hermano y la novia de éste. «A los 25 años, recuerda, me convertí en responsable de la colección». Reconoce que, debido a necesidades económicas, hay patrimonio familiar colgado en muchos museos: «Se nos acercan muchos coleccionistas para que les vendamos obras. Decidí vender el Gauguin por falta de dinero, pero no lo hice por inversión ni por especulación. No esperamos para hacerlo a que fuera el momento más propicio del mercado». Por el momento, dice, no tiene intención de deshacerse de más obras: «Por ahora no necesito más dinero. No tengo yates ni novias con gustos caros. Es cierto que estamos tres personas en el trust, pero mi opinión tiene mucho peso».


Fuente: abc.es/cultura

UN DÓLAR DE WARHOL CUESTA US$ 33 MILLONES

El cuadro del artista pop, de 1962, se remató en Sotheby's de Londres
Esta pintura fue la primera de una serie sobre dinero  Foto: Reuters
    Esta pintura fue la primera de una serie sobre dinero. Foto: Reuters

¿Cuánto puede valer un dólar? Depende de quién lo firme. Si es el titular del Tesoro de los Estados Unidos, vale justamente un dólar. Si fue pintado completamente a mano por Andy Warhol, puede superar todas las expectativas de una subasta de arte. Y eso fue lo que sucedió anteayer en Sotheby's Londres: el cuadro pintado en 1962 y primero de su serie se vendió en US$ 33 millones.
"El dólar es más que simplemente la divisa norteamericana, es el símbolo de muchas cosas, las aspiraciones, la riqueza, el glamour, y creo que (Warhol) fue brillante señalando un gatillo del que todo el mundo podría tirar", argumentó a Reuters el especialista en arte contemporáneo de Sotheby's, James Sevier.
Si bien la obra tenía una expectativa de venta de entre 20 y 28 millones de dólares, en la subasta por la obra del gran artista pop que marca la historia de los últimos 50 años se obtuvieron varios millones más.
Durante la jornada de remate, hubo otras 21 pinturas inspiradas en la moneda norteamericana de otros autores, como Keith Haring, Joseph Beuys, Tim Noble y Sue Webster.
Fue una noche de buenas ventas para Sotheby's, que también remató dos obras de Francis Bacon recientemente descubiertas. Por Autorretrato y Tres estudios para un autorretrato, de 1975 y 1980, respectivamente, hallaron nuevos dueños por un total de US$ 46,8 millones.
La pintura de Lucian Freud Cuatro huevos en un plato, que perteneció a la duquesa de Devonshire, se vendió a US$ 1.543.000. La obra salió a la venta apenas un año después de la muerte de la noble británica, y superó 10 veces el valor estimado.
No trascendieron las identidades de los compradores, pero trascendió que hubo interés de coleccionistas chinos.


Fuente: lanacion.com